Capítulo XXVIII

2.9K 326 1K
                                    

   Le di un mordisco al sándwich y acomodé mi culito hermoso en el sofá, mientras veía cómo John le daba un sorbo al chocolate caliente.

   —Todo está delicioso, gracias.

   Me miró con una sonrisa.

   —No hay de qué, Paulie —contestó—. ¿Qué tal tu herida?

   Hice una mueca cuando toqué la zona golpeada con mis dedos.

   —Duele un poco. Tal vez con un besito pueda curarse...

   Sus mejillas se tornaron de un color rosa violento, y sus ojitos pequeños se abrieron de manera sorpresiva.

   —¿U-Un besito? ¿Eso se cura con un besito?

   —Sí, un besito tuyo. Tu baba puede contar como agua bendita.

   —Eh... —apretó sus labios. No me miraba a los ojos—. ¿Yo?

   —John, Judas le dio un beso en la mejilla a Jesús. No tiene nada de malo.

   —Sí, pero fue porque Judas lo traicionó.

   —Y tú no me vas a traicionar —le dije.

   —Y eso no va a servir para que eso se cure.

   —Sí ayuda. Mamá me daba besos en la pancita cuando me dolía. ¡Y el dolor desaparecería! Anda, ¿qué esperas? Dame un beso en la mejilla.

   Se lamió los labios de manera rápida y nerviosa, mientras que yo acercaba mi mejilla golpeado por el maldito religioso. Yo, sin duda, estaba emocionado; y él, más todavía.

   Inclinó su rostro al mío, frunció su boca y apegó sus labios. Se separó al instante.

   —Oh, cielos. Qué calor —musitó, mientras desprendía su sudadera hasta dejar ver la franelilla verde del uniforme.

   «Qué tierno —pensé—. Le da calor un besito.»

   —¿Y eso por qué? —indagué, haciéndome el tonto—. Hace rato tenías frío.

   —Ehm, sí... Ya sabes, estos cambios de climas son... drásticos.

   —Gracias por el beso. Me voy a curar más pronto.

   —De... nada —emitió una risita nerviosa, al tiempo que sostenía el sándwich en su mano para darle un mordisco.

   —John, ¿nunca te ha pasado que quieres golpear a Stuart hasta sacarle las tripas?

   Se ahogó porque mi comentario le dio mucha gracia justo en el momento que estaba tragando.

   —¿Po qué te ríes? Es en serio. Es insoportable. ¿Cómo es que es tu amigo? Bueno, ex amigo, tú amigo ahora soy yo.

   —¡No, Paul! —pudo reírse a carcajadas—. ¡No quiero hacerle eso!

   —¿Ni siquiera por lo que me hizo?

   —No, ni siquiera por eso.

   —O sea, ¿qué no te importó que me golpeara?

   —No, no —se apresuró a aclarar—. Sí me importó. Sólo que no le voy a la violencia.

   —Yo tampoco, pero al conocer a Stuart descubrí la necesidad de poder matar a alguien con la mente.

   —¡Paul, basta! —se estaba riendo a carcajadas—. ¿¡Por qué lo odias tanto!?

   —Me cae mal, lo detesto. Se cree la gran cosa y es una mísera mierda seca de perro aplastada por un auto.

   —Y ahora supongo que lo odias más, ¿no? —bebió un sorbo de chocolate. Al parecer ya su temperatura corporal se había normalizado.

Forgive us ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora