Eran las cinco y media de la mañana de un sábado. Faltaba poco para irme a casa a dormir y a pensar en John, y seguramente también a soñar una amistad linda sin Stuart.
La jornada estuvo más ardua porque comencé desde la una de la tarde del día viernes, ya que el doctor que le tocaba esa guardia no pudo ir y me tocó a mí atender a los pacientes del día y las emergencias de la noche.
Me quité la bata, quedándome en camisa blanca al estilo polo y jeans desgastados que combinaban con zapatillas. Como quería contrarrestar el frío de la mañana, decidí colocarme un delgado suéter de color miel.
Decidí llamar a John. Desconecté mi móvil del enchufe que estaba en el consultorio, marqué su número y lo coloqué a mi oreja. A los tres repiques, contestó con un pequeño bostezo.
—¿Bueno? —su voz soñolienta, definitivamente era lo mejor.
—Buenos días. Te llamo para que inicies tú día con aburrimiento.
Escuché su carcajada ronca.
—Buenos días, Paul. ¿Por qué tan temprano?
—¿Acaso no puedo llamarte cuando se me antoje?
—No, claro que sí —volvió a reírse—. Es sólo que creí que estabas cansado.
—Lo estoy, pero tú eres más importante que dormir...
Hubo un silencio. Me lamenté en decir eso. Una vez más, había hablado sin pensar.
—... Y, además —seguí diciendo—, estoy acomodando mis cosas para irme. ¿Ya tu auto funciona? —cambié de tema.
—¡Ah, sí! Gracias a Dios y al mecánico. Me lo dieron anoche. Está cómo nuevo.
—Mhm, ya... ¡Oye! ¿Podemos vernos hoy?
—Lo dudo —contestó sin dudar y de una forma algo cortante, a mí parecer—. Tengo que ir hacer un par de cosas en la iglesia que dejé pendientes. Y también Stuart me mandó a que fuera a su casa a buscar unas cosas que tiene y que olvidó entregarme antes que se fuera de viaje. No puede esperar hasta el lunes.
—Ah... okey. Está bien. Adiós, qué tengas buen día. —Y colgué.
Apagué y guardé el móvil al bolsillo, colgué la mochila en mi hombro y salí del consultorio para poder ir a casa. En ese momento, Jane apenas cruzaba el pasillo para ir al lugar donde yo había salido. Estaba soñolienta, con ojeras y el cabello alborotado. Ni siquiera se preocupó en no mancharse su uniforme rosa de café.
—¿Ya te vas, amor?
—Sí, Jane. Ya me voy.
Su ceño se frunció.
—¿Te sucede algo?
—Nada —negué con la cabeza—. No me pasa nada. Es bien. Muy bien. Sólo que quiero ir a dormir.
—Uhm..., está bien —me dio un beso en la mejilla—. ¿Nos veremos en la tarde?
—Lo dudo. Recuerda que estoy aquí desde la tarde del viernes y es muy cansado.
Entrecerró sus ojos y me miró con aires dudosos.
—No me digas qué...
—No, Jane —la interrumpí; yo sabía muy bien lo que iba a decir—. No me voy a ver con ninguna chica, ni con nadie más, ¿okey? Sólo estoy cansado.
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Forgive us ➳ McLennon
Fanfiction"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti." Nota: No pretendo hacer burla a la iglesia católica, ni mucho menos ofender a los creyentes. Está prohibida y penada la reproducción total o parcial de esta obra (texto, ilustraciones, diagramación)...