Capítulo XLII

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   Escuchar esas palabras aceleró tontamente mi corazón. Alcé el rostro para poder verlo a los ojos, y cuando nuestra mirada chocó, esbocé una sonrisa al tiempo que me separaba de él para apreciar su hermoso rostro mucho mejor.

   —Es lo que más quiero —confesé—. Ser feliz contigo y con Mary. Mi vida estaría muy completa si ustedes dos estuvieran dentro de ella.

   John sonrió y yo no pude evitar enamorarme un poco más de lo que ya estaba. Poco a poco se fue inclinando hacia mí y me besó los labios con sumo descaro, al tiempo que deslizaba su mano por mi muslo.

   —Mmh... —me separé de él para luego mirarlo nuevamente a los ojos. No quería admitirlo, pero su toqueteo me había encantado—. ¿Y eso?

   —¿Y eso qué?

   —Eso, John —le dije, tremendamente apenado—. Eso que hiciste.

   —Ah, ¿hablas de esto? —Y me tocó mi entrepierna—. ¿A eso te refieres?

   —Joder...

   —No digas groserías aquí.

   —Entonces hagamos las groserías aquí.

   Acto seguido me levanté y me senté sobre sus piernas; rodeé su cuello entre mis brazos, le di un beso tosco en los labios y, mientras le dábamos larga, él deslizó sus manos por mi cintura, recorrió mi espalda y las posicionó sobre mi trasero.

   Poco antes de separarnos, le mordí el labio inferior de forma suave. Luego volví a besarlo mientras apartaba la corbata y la colocaba hacia mi espalda. De pronto sentí las manos de John desabrochar de manera abrupta mi cinturón hasta lograr hacerlo. Bajó el cierre y a su vez el pantalón hasta la altura de mis muslos.

   Nos separamos por la falta de aire, pero al instante volvimos a besarnos. Esta vez yo me atreví un poco más e imité su acto: también desabroché el cinturón de John e intenté bajar lo más que pude su pantalón.

   Estábamos cerca de hacer cosas ricas en la oficina, frente al cuadro de la última cena.

   Sin embargo, ni John ni yo nos detuvimos. Él por su parte le dio un ligero apretón a mí intimidad por debajo del bóxer, logrando que este se tornara bastante erecto.

   —Mmh, John... —me acomodé sobre sus piernas; el pantalón gris me resultaba algo incómodo, pero no había tiempo para pensar en eso.

   No esperé mucho tiempo para comenzar a toquetearle. Lo hice con la palma de mi mano, subiéndola y al mismo tiempo ejerciendo una constante presión. Inmediatamente sentí cómo se endureció.

   —Ahg —gruñó, llevando sus manos a mi cintura. Nuestras miradas chocaron y no pude evitar ruborizarme—. Mmh...

   Al cabo de unos minutos, cuando su masculinidad estuvo completamente dura y erecta, vi como el glande salió de su bóxer. Por tal motivo, bajé la ropa interior abruptamente hasta lograr verlo totalmente. Era rosadito, con venas marcadas por su extensa longitud y con el líquido pre-seminal saliendo del glande, lo que le daba un toque brilloso.

   —Diablos, John...

   Acto seguido, bajé de igual manera mi bóxer; aquello hizo que mi pene saliera disparado y que chocara con el de John, haciéndonos jadear al compás. El rubor se extendió por mis mejillas cuando, una vez más, nos miramos directo a los ojos.

   Me incliné hasta su pecho, logrando que el roce de nuestros penes fuese todavía más constante, y besé sus labios con desesperación, mientras tomaba mi rostro entre sus manos y hacía movimientos de arriba hacia abajo para lograr una constante fricción de nuestros miembros.

Forgive us ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora