Capítulo XXXIV

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   Había perdido contacto con John. No lo había visto por dos días y ya mis ojos inquietos se morían por verlo.

   Por ello me levanté muy de mañana para alistarme y colocarme una camisa de vestir de mangas cortas, cuyo color era rojo carmesí; aquella prenda la combiné con un pantalón negro ligeramente ajustado y un par de zapatos de gamuza de un color similar al de mi prenda superior.

   Estaba hermoso. Mojaba a las chicas con tal solo verlas.

   Y a John, con tan solo verlo, le levantaba el pene.

   Dejé de pensar estupideces que me deprimían más, y me dispuse a salir de mi casa para ir hasta el auto. Estaba un poquito tarde porque al levantarme dudé si ir o no, por ello mis padres ya habían salido hacía un par de minutos y por ello llevaban la delantera.

   Al cabo de un tiempo estacioné mi vehículo frente a la iglesia. Al bajarme, casi caí de culo al ver a Noora detenida frente a mí con una sonrisa. Se veía bien con su vestido primavera de color blanco y con estampado de rosas, que combinaban con sus zapatillas rosa pastel. Su cabello lo había peinado con ligeras ondas y sus labios estaban tan rojos como siempre.

   —¡Noora! —cerré la puerta del auto. No la quería ver—. ¿Qué haces aquí?

   —Rechazaste mi invitación porque me dijiste que vendrías a la iglesia hoy, así que aquí estoy.

   Caminó hacia mí, colocó su boca de trompita y me dio un beso en los labios. Sonrió al ver mi atuendo, mientras me tomaba de la mano.

   —Estás muy guapo hoy, Paulie. Te queda muy bien esa camisa.

   —Ah, gracias —carcajeé—. Igual.

   Tomados de la mano, nos adentramos a la iglesia a paso firme; intenté ser amable. A decir verdad no me había agradado en lo absoluto que ella hubiese ido.

   Al entrar a la iglesia, todos estaban sentados buscando en sus Biblias alguna cita que el sacerdote había dicho. La banca donde mis padres solían sentarse estaba totalmente ocupada, y solo quedaban escasos puestos adelante, así que Noora y yo tuvimos que sentarnos allá.

   Giré mi rostro para verlos. Papá y Mike habían combinado corbata, y a su vez con la manta que mamá tenía sobre sus hombros que era de color verde tierno.

   —Creí que no vendrías, James —dijo ella—. ¿Y esa chica?

   Noora inmediatamente se dio la vuelta y extendió su mano.

   —Noora. Novia de Paul.

   Mamá le dio un apretón, mientras reía de manera forzada; por otro lado, papá y Mike lo único que hicieron fue intercambiar miradas y risitas.

   —¿Tu novia? —Mike alzó las cejas de una forma muy virgen—. Mmmh, interesante...

   —Ya estamos acostumbrados —habló mi padre—. Le he conocido como quince en los últimos meses.

   Noora se apresuró a mirarme a los ojos; yo sólo emití una risita. Antes de darme la vuelta por completo, miré feo a mi padre y a mi hermano y ellos sólo se rieron entre dientes.

   —No me sorprende de ti, Paul —murmuró ella—. Pero, descuida, siempre se cometen errores antes de encontrar a la persona que encaja perfectamente en nuestras vidas.

   Pensando que ella era el error, sonreí y asentí. En preciso instante alguien tocó mi hombro; giré mi rostro para ver de quién se trataba, y me di cuenta era Stuart. Estaba detenido al comienzo de la banca y me hizo señas para que fuera hacia él.

Forgive us ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora