Capítulo XLVI

1.9K 237 651
                                    

   Desperté muy de mañana porque planeaba una cosa: pasar el día con John. Él se había ido luego de habernos tomado la taza de chocolate caliente. A pesar que me había parecido una noche ligeramente nostálgica, la había disfrutado mucho.

   Después de darme una ducha de agua tibia, fui hacia la recámara para vestirme. Me coloqué una sudadera de color verde menta, acompañado de un pantalón de algodón de color gris, que acompañé con un par de zapatos deportivos blancos.

   Salí de mi recámara cuando eran las ocho de la mana. Escuché la puerta de la recámara de Linda abrirse, así que inmediatamente me giré para ver de quién se trataba.

   Mary estaba envuelta en su pijama, el cabello estaba enredado y su semblante era ligeramente soñoliento. Sonrió al verme y corrió para abrazarme.

   —¡Buenos días, papá!

   —Shhhh —la abracé y le di varios besitos en la mejilla; me coloqué en cuclillas—. ¿Mamá ya se despertó?

   —No —negó con la cabeza—. Pero yo sí. Ya estoy grande y puedo bañarme y vestirme solita.

   Sonreí.

   —Bueno, ve hacerlo y yo te preparo el desayuno, ¿sí? Necesito hablar contigo.

   Me miró con ojos de perrito que me dieron ternura.

   —¿Hice algo malo?

   —No, princesa, claro que no —aclaré, pasando un mechón de cabello por detrás de su oreja—. Sólo quiero hablarte de algo, ¿sí?

   Sonrió.

   —Está bien, papá —me dio un besito en la mejilla—. No tardo.

   Acto seguido fue hacia el baño, abrió la puerta y se adentró. Al instante volví a ponerme en pie para poder dirigirme hacia las escaleras e ir a la cocina.

   No era un chef profesional, ni tampoco tenía ganas de cocinar algo. Por ello agarré el primer tazón que vi, le eché yogurt y cereal, así como un par de trocitos de fresa. Hice tres: uno para Linda, otro para Mary y para mí.

   Tomé los dos recipientes y los llevé a la sala y, mientras me sentaba sobre el sofá, los coloqué sobre la mesita de vidrio que estaba al frente. Saqué el móvil de mi bolsillo, marqué el número de John y lo coloqué sobre mi oreja.

   Ni siquiera repicaba, así que intenté otra vez. Nada aún.

   —¡Ah, cierto que se le dañó! Qué idiota soy.

   Bloqueé el móvil y procedí a tomar el inalámbrico que estaba al frente de mí. Marqué el número de su casa y esperé a que contestara. Sólo pasó un par de segundos para escuchar su voz.

   —¿Paul? —se escuchaba ligeramente soñoliento—. Me desperté hace unos minutos e iba a llamarte. ¿Cómo estás?

   —¿Y por qué no lo hiciste?

   —Mmh, porque creí que no estabas despierto aún.

   —Pues te equivocas. Me desperté muy temprano para poder estar listo para vernos. Quiero aprovecharlo al máximo este día.

   Escuché su risa.

   —Yo también quiero aprovecharlo. ¿Dónde nos vemos? ¿En la iglesia?

   —Si es para casarnos, sí.

   —Paul...

   —Era una broma. Agh, tonto, pasaré por tu casa a recogerte. Sólo tengo que hablar con Mary sobre el asunto ese que te dije, así que estaré como a las diez, ¿te parece?

Forgive us ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora