Capìtulo 30 "Hipnotizado"

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Alonso pov 

Debo admitir que en un inicio, seguir a Maddison no me pareció buena idea, pues estaba seguro de que iba a detenerse en algun momento para preguntarme por qué la estaba siguiendo o incluso para reclamarme por ello, sin embargo, no pude evitar hacerlo, pues sentía que necesitaba ir tras ella antes de que se escapara  de mi. 

Minutos después, llegamos a la que parecía ser su casa, pues se detuvo en seco para buscar las llaves en su mochila, para ese momento ya me encontraba a unos pasos suyos y esperé para llamarla, según yo lo hice con voz normal, pero al parecer le grité tan fuerte que hice que se asustara y respondiera con un grito que, sinceramente me provocó una sonora risa, pues la verdad que verla saltar y tirar las llaves mientras lo hacía, me causó mucha gracia. 

Yo:¡¡MADDISON!!
Maddison: ¡AHHHHHHH!

Ella giró sobre su propio eje para quedar frente a mi y, supuse, que reclamarme por asustarla, sin embargo, se quedó quieta con los labios entre abiertos como queriendo pronunciar algo pero sin hacerlo, solo observándome. Sin parar de reirme miré como se cruzaba de brazos y hacía un puchero con los labios como queriendo mostrar molestia, segundos más tarde recuperé la compostura mientras ella me cuestionaba. 

Maddison: ¿QUÉ HACES AQUÍ?

Sin responderla, me apresuré a levantar las llaves de su casa para dárselas en la mano a manera de disculpa por lo que recién había sucedido. Ella entonces las arrebató de mi mano y repitió la pregunta con un tono más serio y que, por alguna razón me hizo sonreir, pues aunque se tono de voz era firme, su cara mostraba una expresión suave y delicada que me daba a entender que en realidad no estaba molesta sino confundida por mi presencia. 

Dado que no le respondí a su pregunta, volvió a cuestionarme una tercera vez. Esta vez, su rostro ya comenzaba a mostrar enfado y lo sé porque sus ojos me miraban fijamente sin moverse de su lugar y sus labios se apretaron tras la pregunta, sonreí pensando en lo linda que se veía molesta, con ese ceño fruncido tan pronunciado, y la mirada completamentte puesta sobre mi.

Por alguna razón desconocida, aquella mirada suya me dejó completamente hipnotizado y sentí entonces una extraña atracción que me pedía a gritos acercarme y besarla. Esto último lo hice sin pensarlo antes, pues sentía que era necesario sentir sus labios presionando los mios y su cuerpo cerca del mio. Cuando reaccioné, ya me encontraba rodeando su cintura con mis manos y ella había cerrado los ojos para seguir mi beso, así como si ella también lo hubiera estado esperando y logrando que me olvidara del verdadero motivo de mi visita. 

Quédate conmigo.... (Alonso Villalpando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora