Capítulo 72 "Referencia"

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Maddison pov

15 años después...

Hoy desperté justo a las 6 am, como cada mañana tras escuchar el sonido de la alarma de mi despertador, despertando de mi sueño perfecto, el cual terminó en un abrir y cerrar de ojos.

Me levanté de la cama y fui hasta el baño para tomar mi ducha diaria, me peiné y maquillé, luego me vestí con una polera blanca y jeans, busqué mis converse y colgué mi bolso a mi hombro. Bajé las escaleras y caminé hasta la cocina, en donde dejé mi bolso sobre la encimera y tomé un vaso para ir a buscar el jugo de naranja que se encontraba en el refrigerador.

Serví mi jugo de naranja y tomé un trago, lo dejé después en la encimera junto a mi bolso y volví al refrigerador para sacar las frutas que iba a picar para llevar a la mesa acompañada de yogurt y pancakes, mismos que recalenté de la noche previa.

Acomodé los platos y vasos sobre la mesa y cuando estaba por terminar de servir la comida, escuché los pasos de Alonso bajando por las escaleras al mismo tiempo que apuraba a nuestro hijo Diego para que bajara tras él.

Sonreí al verles aparecer en la cocina tomados de la mano y acto seguido, miré como Diego se soltaba del amarre de Alonso para correr hasta la mesa y abrazarse a mis piernas mientras buscaba una galleta con la mano. Riendo mientras yo reprendía a nuestro hijo por su actuar, Alonso llegó hasta nosotros y me saludó con un beso, dándole tiempo a Diego para que robara una galleta y que además le diera otra a su papá.

Escuché entonces las risas de ambos y negando divertida con la cabeza, acepté que se comieran aquel bocadillo antes de sentarse a la mesa, lo que hicieron gustosos mientras yo les servía el jugo de naranja y los platos de fruta que tenía ya preparados.

Después del desayuno, Alonso se despidió de nosotros y se fue al trabajo, no sin antes advertirme que Jos y su familia vendrían a comer esa tarde, por lo que no debía olvidar preparar comida de más. Sonreí al saber que mi esposo se preocupaba por ayudarme a tener en orden mis prioridades, poco antes de darle un beso y permitir que Diego le abrazara y le dijera que iba a extrañarlo mucho mientras iba al jardín de niños.

Esa mañana, después de dejar a Diego en el jardín de niños, caminé hasta la parada del autobús y esperé a que éste llegara. Subí y una vez adentro, busqué un espacio vacío cerca de la ventana y de la puerta de salida, me senté, me puse mis audífonos y esperé a que el autobús llegara a mi destino, el hospital, en donde yo era parte del equipo de nutriólogos que se encargaban de mantener la salud de todos los pacientes del hospital.

Bajé del autobús un poco apresurada, porque sabía que ya se me estaba haciendo tarde para llegar a la cita que tenía esa mañana, por eso apresuré el paso casi al punto de correr a fin de tratar de llegar a tiempo a mi casillero, pero justo antes de llegar al mismo, me estrellé con alguien, quien me hizo caer de culo al piso, mientras le escuchaba reír a carcajadas con esa hermosa risa que sería capaz de reconocer en cualquier lugar del mundo y entre miles de personas aún sin mirarlo a la cara.

Mientras intentaba recuperarme del impacto, la voz de Alonso me hizo regresar a la tierra y ponerme roja de vergüenza al saber que me encontraba a mitad del pasillo y que por alguna extraña razón él se encontraba allí parado frente a mí riendo en lugar de ayudarme.

Lo escuché entonces pedirme disculpas y darme la mano para ayudarme a levantarme mientras me decía que esperaba que, aquella, no fuera la costumbre, de su esposa, para conocer a gente nueva en el hospital. Reí, mientras recordaba el evento al que él hacía referencia mientras me dejaba envolver con su abrazo, ese que me hacía olvidar de todos mis problemas y pesares en cualquier momento, incluso cuando estaba a punto de asistir a la cita con la ginecóloga, motivo principal por el que Alonso y yo habíamos quedado de vernos en el hospital a esa hora.

Tras lo sucedido en el pasillo, ambos caminamos de la mano hasta el consultorio de la doctora, quien nos atendió tan pronto como nos vio llegar a su puerta y tan solo para decirnos algo que ya ambos sabíamos, por fin, después de 3 años, tendríamos a nuestro segundo hijo, el ansiado hermanito de Diego y nuestro último y más que deseado hijo, Thiago. 

Años y años posteriores, Alonso, mis hijos y yo, nos encontramos viviendo felizmente, disfrutando de cada momento que pasamos al lado de todos nosotros, no cabe duda que el destino no se equivoca al ponerte a las personas correctas en el momento indicado, esto lo sabía yo mejor que nadie, pues así como Alonso lo sabía, aquel día en que me estrellé con él en el pasillo de la secundaria, supe que jamás iba a separarme de su lado, pues así es como debía de ser. 

Quédate conmigo.... (Alonso Villalpando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora