Quédate conmigo.... (Alonso Villalpando)

Capítulo 38 "¡¿QUÉ?!"

Maddison pov

Ese mismo día, luego de clases salí de la escuela para encontrarme con Alonso justo afuera de la puerta de entrada. Como iba acompañada de mis amigas, el hizo pucheros antes de bajar la mirada, al parecer esperaba que yo saliera sola. Reí al mirar su expresión y me disculpé con mis amigas para alcanzarlo, antes de que subiera a su auto. Claro que, no contaba con que él así había pensado que sucedería y tan pronto escuchó que lo llamaba volteó a verme sonriendo.

-Hola Maddi, ¿te llevo?

Asentí con la cabeza mientras él abría la puerta del copiloto y tomaba mi mochila, para permitirme entrar sin complicaciones. Esperé a que él encendiera el auto y comenzara a manejar antes de cuestionarlo.

Yo: Y... ¿a dónde vamos?
A: A casa
Yo: Si, pero... Mi casa queda al otro lado Alonso
A: Ya se, pero hoy vamos a mi casa
Yo: A tu...a tu.... espera.... ¡¿Qué?!

Lo vi sonreír de lado con esa sonrisa sarcástica que tanto le caracterizaba, al mismo tiempo que aceleraba, sabiendo que corría el riesgo de que le pidiera detenerse.

A: Tranquila, sólo es una casa
Yo: Si, pero... No puedo ir a tu casa...
A: ¿Y por qué no? Yo ya conozco tu casa pero tú no la mía. Sólo iremos a que la conozcas.
Yo: ¡Si, cómo no! Alonso no... ¿qué tal si está tu familia?
A: ¡Nah! Mis padres están en su trabajo y mi hermano debe estar en el entrenamiento de fut. No te preocupes, estaremos bien.

Luego de su última frase me guiñó un ojo y sonrió, por mi parte, yo empecé a tragar saliva, pensando en el sin fin de cosas que podrían pasar en su casa si estábamos él y yo solos. Pero ya fue demasiado tarde, pues cuando reaccioné ya estábamos en el estacionamiento.

Bajé del auto y caminé hasta la entrada, aún con el corazón latiendome a mil por hora y observando cada movimiento que Alonso hacia, quien por cierto lucía muy divertido mientras me veía avanzar con paso de tortuga hasta la sala de estar. Estando a un centímetro de sentarme en el sofá, Alonso me detuvo con sus brazos y me cargó sobre su espalda, aunque aún me pregunto cómo lo hizo, y salió corriendo escaleras arriba sin darme tiempo de reclamar.

Moví los pies intentando bajarme y hasta lo golpeé, pero no me soltó sino hasta estar dentro de su habitación, misma en que me llevó hasta la cama y hasta entonces me dejó sólo por un segundo mientras cerraba la puerta asegurándose que así no escaparía, yo sin embargo, estaba en shock.