Capítulo 55 "Complicidad"

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Alonso pov

Tras haber logrado que Jos regresara en sí después de su ruptura con Rebeca, volví a enfocarme en mi relación con Maddison y es que, claramente, me era difícil manejar dos situaciones al mismo tiempo y, aunque ella me había asegurado que entre nosotros todo estaba bien, al darme cuenta de que no respondía a mis llamadas y mis mensajes los respondía de manera monótona con un si, no o un ujum, supe que todo estaba mal.

Por eso, una vez que me sentí listo para volver a su encuentro, corrí a comprar un montón de dulces y botanas que ella adoraba, para después disponerme a ir a su casa. Era miércoles y, aunque estaba seguro de que ella podría estar durmiendo o haciendo algo más que esperarme, opté por llegar sin avisarle, tocar la puerta y rezar porque su padre no me abriera, de lo contrario mi intento podría frustrarse. 

Afortunadamente aquella noche, el destino giraba a mi favor y cuando abrió la puerta la madre de Maddison y me pidió pasar mientras llamaba a su hija, respiré aliviado al tiempo que me decía que me pusiera cómodo con una gran sonrisa de complicidad en el rostro. Ella se fue y regresó unos segundos después, para volver a tomar asiento en el sofá frente a mi y comenzar a decirme que Maddison vendría en un momento, quizá después de bañarse, cambiarse y maquillarse tras saber que yo le esperaba por lo que más me valía ponerme en verdad cómodo en aquel sillón. 

Sonreí pero admití que ella no me esperaba, entonces su madre me dijo que en ese caso, la iba a ver en fachas, despeinada y vestida con pijama y que, por mi bien no fuera a reírme de su apariencia o a huir después de verla sino su hija seguro me botaba de su casa a almohadazos. Reí ante su comentario y ella lo hizo de igual forma, pues dijo que incluso a sus amigas las había llegado a sacar de su casa porque ella no llamar antes para avisar de su visita y reírse al verla desaliñada. 

 Imaginando la escena de Maddison enojada sacando a sus amigas de su casa a almohadazos, me reí a carcajadas, sabía que ella era temperamental pero no esperaba que tanto. Entonces comencé a bromear con su madre diciéndole que, a diferencia de sus amigas yo tenía un arma secreta en las bolsas y sacando el bote de Nutella de una de las bolsas, ella misma rió asegurándome que había tomado la decisión correcta.

Le dije que mi intención era quedarme a ver una película romántica con su hija, a lo que ella asintió diciéndome que tendría tres horas para convencer a Maddison de aceptar antes de que su padre llegara a casa, de lo contrario, tendría que saltarme por la ventana y aceptar que mi misión de romeo moderno había fracasado. Reí consciente de lo difícil que sería si ella no bajaba a recibirme, pero entonces la miré detrás de su madre, con los brazos cruzados y aclarándose la garganta para hacerse notar, lo que hizo que su madre se pusiera de pie y se girara para mirarla fijamente antes de irse a la cocina. 

Enseguida, ella me miró y yo la miré de pies a cabeza, no pude evitar sonreír, pues aquella era la primera vez que la veía al natural; sin maquillaje, sin peinar y sin ropa elegida a la perfección. Ella se sonrojó un poco y vi cómo se removía incómoda sobre su lugar, mientras le decía que su madre nos había dado permiso de estar en su cuarto hasta las 10:30, para dar un margen de 30 minutos a que llegara su padre y no fuera él a molestarse. Acto seguido y sin decir absolutamente nada, se dio la vuelta y comenzó a caminar sobre sus pasos. 

En ese momento supe lo que se sentía ser ignorado por alguien a quien ansías ver y entendí que ella debía estar demasiado molesta conmigo y con justa razón. Aun así, no estaba dispuesto a darme por vencido, desde antes de ir a su casa, ya sabía que sería difícil que me aceptara, pero ahora que la tenía tan cerca de mí, no iba a dejarla ir así, sin más. Por ello me puse de pie y la seguí escaleras arriba hasta llegar a su cuarto, al cual ella entró cerrando tras de sí. 

Esta vez, sentí la necesidad de darle la oportunidad de tomar una decisión y no ser yo quien la tomara, por eso esperé afuera de su cuarto. Toqué un par de veces sin obtener respuesta, a la tercera vez, opté por decirle que entendía que estuviera molesta conmigo y por eso no pensaba invadir su privacidad, que si ella prefería que me fuera así lo haría, pero que antes contaría a diez. Suspiré, cerré los ojos y comencé la cuenta empezando por el número 1 y esperando con ansias que ella me abriera, pues realmente no deseaba tener que irme, no cuando la había extrañado tanto en las últimas semanas. 



 

Quédate conmigo.... (Alonso Villalpando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora