Capítulo 65 "A donde quieras"

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Alonso pov

Tras salir de la escuela guiado por Maddison, fue ella quien nos llevó a ambos hasta mi auto, el cual abrí con el control para luego ayudarla a subir por la puerta del copiloto y dirigirme hacia el otro lado sonriendo. Pues noté su entusiasmo al agradecerme por abrir la puerta, como si se tratara de una niña pequeña, que va de paseo. 

Me subí al auto también y encendí el auto, sin preguntarle antes a donde ir, eché a andar la reversa y salí del estacionamiento con un par de movimientos del volante y pisando el acelerador, sólo lo suficiente para salir cuanto antes del lugar y evitar así que ella se arrepintiera de nuestra aventura. 

Sonreí al ver que ella se acomodaba en el asiento, abría la ventana e incluso buscaba mis lentes de sol y se los ponía para ver por la ventana sin problema. Llegamos casi enseguida a la avenida a partir de la cual tendríamos que decidirnos por un rumbo para seguir, por ello, cuando el semáforo se puso en rojo, detuve el auto y me giré para verla y preguntarle por sugerencias, pero claro, como siempre, su respuesta me sorprendió. 

Yo: Maddi, ¿ a dónde quieres ir?

Maddison: A donde quieras, Al. 

Asentí con la cabeza mientras ella encendía la radio y se ponía a cantar al tiempo que le cambiaba a las estaciones, volví mi vista al frente para esperar que el semáforo se pusiera en verde y una vez lo hizo, aceleré. Manejé sin un destino en particular, solo pensando en que me encantaba la idea de pasar el resto del día al lado de Maddison, mi novia. 

Unas horas más tarde nos encontrábamos sentados en una terraza disfrutando de una deliciosa comida coreana, aunque a decir verdad yo más bien me encontraba peleando con los palillos porque los fideos se me caían una y otra vez, mientras Maddison se reía sin control alguno, al parecer, disfrutando de la escena cómica que yo estaba protagonizando. 

Yo: ¡Oye! ¡No te burles!

Maddison:  Ja, ja, ja... es inevitable, te ves muy gracioso.

Yo: ¿Ah sí? ¿De modo que soy tu payaso?

Maddison: Ja, ja, ja... Sí

Yo: ¡Oye!

Maddison: Es broma amor, honestamente no tenía idea de que fueras tan malo usando palillos

Yo: ¡Yo tampoco lo sabía!

Maddison: Ja, ja, ja. 

Yo: ¡Aish! ¡y encima me estás grabando! ¿cierto?

Maddison: ¡Por supuesto! Ja, ja, ja.

Luego de aquella entretenida comida, al menos para Maddison y para todas las personas que después iban a ver el video, especialmente mis amigos, ambos nos dirigimos al parque de diversiones, en donde nos divertimos cual niños pequeños, subiéndonos a todas las atracciones, esta vez fui yo quien disfrutó del terror que le provocaba a Maddison el subir a la montaña rusa y al resto de los juegos mecánicos, pues ella aseguraba que iba a salir disparada de éstos y quedaría echa puré en el piso del parque, por lo que se aferraba a mi camisa, a mis manos y a mi cuerpo en general gritando como bebé.

Tras haber subido al menos a 3 juegos y encontrarnos abrazados en la fila para subir a la montaña rusa llamada Tornado, Maddison y yo comenzamos a discutir, especialmente porque ella decía que no pensaba subirse y me exigía, por tanto, que la soltara para dejarla ir a sentarse a una banca en donde, decía, me esperaría. 

Maddison: ¡Suéltame! ¡Alonso Villalpando déjame ir!

Yo: ¡No! ¡Nunca! 

Maddison: ¡Alonso! ¡Ya!

Yo: ¡Jamás te dejaré ir! ¡Ni hoy, ni nunca!

Maddison: ¡Ja, ja! ¡Muy gracioso! ¡Ya suéltame!

Yo: ¡No! 

Maddison: ¡Alonso! ¡Ya! 

Yo: ¡Que no! Ya estamos a punto de subir

Maddison: ¡Por eso! 

Yo: ¡No! ¡Ja, ja, ja! 

Maddison: ¡Alonso! 

Entre súplicas, miradas de perrito y hasta intentos de mordidas y pellizcos, finalmente Maddison se resignó y dejó de insistir en salir corriendo, al menos por unos segundos, lo que me hizo creer que la había convencido de subir conmigo al juego, pero claro, Maddison es tan impredecible como el viento y, justo cuando estábamos adentro del juego e iban a cerrarlo, saltó del mismo y salió corriendo del lugar sin darme oportunidad alguna de ir tras ella. 

Durante los 10 minutos que duró el juego me vi obligado a disfrutar del mismo yo solo, sin dejar de gritar a los cuatro vientos el nombre de Maddison y adivirtiéndole a ésta que me las iba a pagar en cuanto bajara, a ella, sin embargo, esto parecía hacerle gracia, pues la miré un par de ocasiones desde las alturas,  saludándome entre risas. 

Así, una vez que el juego terminó y bajé de éste, corrí a buscarla, sólo para encontrarla escondida tras un algodón de azúcar multicolores que  saboreaba con inocencia, al menos hasta que se dio cuenta de mi presencia, momento que aprovechó para sonreírme inocentemente y ofrecerme algodón de azúcar con una dulce y tierna voz, por completo ajena a su voz normal, lo que me obligó a sonreír, pues se miraba tan adorable que no tuve opción más que aceptar un trozo de dicho dulce acompañado de un beso y un abrazo que me dejaron por completo indefenso.

Aquel fantástico día al lado de mi novia no podía terminar de otra forma que no fuera acostados en su cama, abrazados mirando una película con palomitas y una rica pizza que terminamos hasta el último trozo poco antes de caer dormidos en un profundo sueño.

Quédate conmigo.... (Alonso Villalpando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora