Alonso pov
Suspiré, cerré los ojos y comencé la cuenta empezando por el número 1 y esperando con ansias que ella me abriera, pues realmente no deseaba tener que irme, no cuando la había extrañado tanto en las últimas semanas. Pero, admito que entre cada número, se me hacía más difícil respirar, sintiendo cómo mi corazón se partía en un pedazo a la vez, casi seguro de que ella no iba a dejarme entrar y tenía todo el derecho de no hacerlo, pues yo había actuado mal.
Tratando así de convencerme de que ella estaba en su derecho de ignorarme y que yo no tenía derecho alguno a reclamar, seguí la cuenta justo como se lo dije, pendiente de cualquier sonido detrás de la puerta que me hiciera detenerme, pero, tras no recibir ninguno y habiendo llegado hasta el último número prometido, sostuve la respiración unos segundos para luego expulsar el aire contenido y sin obtener respuesta, dejé las bolsas de mis compras a un lado y me giré sobre mi propio eje para comenzar a caminar.
Fue entonces cuando mi corazón se aceleró en demasía, pues escuché la puerta abrirse y a Maddison llamarme desde la distancia no mayor a unos cuántos pasos, me giré sin dudarlo para buscarla con la mirada y entonces la vi caer de cara frente a mi. Me asusté tras ver su aparatosa caída y enseguida me acerqué a ella, la escuché susurrar algunas cuantas groserías y por tanto, suspiré aliviado, le ofrecí mi mano para ayudarla a levantarse y justo después de tenerla de pie frente a mi, sin rasguño alguno, la abracé sin poder evitar reírme al tiempo que la miraba sonrojarse y llevarme a recordar el día en que la conocí en aquel pasillo en donde se estrelló conmigo y cayó hasta el suelo sentada y maldiciendo exactamente con las mismas palabras que un momento atrás.
Yo: Maddison, enserio que no necesitas caerte al suelo para tener mi atención.
Aquella última frase se la dije entre risas, obteniendo a cambio la suya, en tanto que me correspondía el abrazo, colocando su oído derecho sobre mi corazón y logrando que detuviera mi respiración, seguro de que ella podía escuchar y sentir todo lo que provocaba al estar tan cerca de mi. Unos segundos más tarde, ella me soltó y la solté también, buscando su mirada y esperando que no se hubiera ofendido por mi presencia.
Sorprendentemente ella pareció leer mis pensamientos y, a fin de darle respuesta a los mismos, se acercó a mi mejilla y depositó un húmedo beso que duró unos segundos más de los necesarios para hacerme perder el control de mi propio ser. Me dejé guiar por ella hasta la puerta de su cuarto, en donde la detuve un segundo para tomar las bolsas que traje y que había dejado a un lado, pero luego la seguí hasta dentro de su habitación.
Sonreí al ver su cuarto desordenado, recordando que no le avisé que iría a verla y reparando en las palabras de su madre, en donde me advertía que a sus amigas las había corrido a almohadazos, reí al imaginar que ella lo hiciera de igual forma conmigo. Me apresuré entonces a la cama a fin de asegurar las almohadas y evitar que aquella visión ocurriera, pero tras ver que no pasaba nada, opté por ponerme cómodo y preguntarle qué era lo que estaba viendo antes que yo llegara.
Lo que pasó después me divirtió mucho, pues la miré entrar en un trance demasiado extraño, en el que ella se miraba al espejo sin decir nada y se sonrojaba de pies a cabeza, luego pareció reaccionar cuando le puse play a su serie y enseguida corrió a cerrar la pantalla de su laptop para evitar que yo viera, reí sin poder evitarlo mientras corría al peinador buscando su cepillo y, en su desesperación tiraba su bolso de maquillaje, el cual levantó maldiciendo.
Entendí entonces lo que pretendía hacer y negando, más que divertido me puse de pie y fui a su encuentro, tratando así de evitar que ella cubriera su aspecto natural con pinturas innecesarias. La intercepté por la espalda y la levanté del piso, cargándola unos pasos más hasta la cama, en donde la bajé mientras ella pataleaba intentando soltarse mientras le decía lo que pensaba.
Yo: Maddi, luces perfecta justo como estás. Además que estás en tu casa y aquí puedes ser libre de vestir y lucir como quieras, mi presencia no debe hacer diferencia alguna.
Ella se sonrojó cual tomate, de pies a cabeza y le miré cubrir su cara en un acto de vergüenza que a mi, me llenó de ternura, pues sabía que ella no estaba peinada, no traía maquillaje y tampoco estaba vestida como solía vestir en la escuela y, que quizá eso le estaba provocando tanta inseguridad, comencé a peinar su cabello con mis manos y a besar las suyas, tratando de lograr que ella las quitara de su cara, cosa que hizo con lentitud como ansiando saber si lo que decía era verdad.
Sonreí entonces, por completo fascinado, pues adoraba verle así, al natural y sin las murallas de seguridad que ponía frente a sí tras conseguir la aprobación de los demás. En ese momento, era ella, la chica hermosa de cabellos castaños y ojos del mismo color, la mujer real y llena de inseguridades que deseaba ser aprobada por mí, que me miraba temerosa esperando alguna acción de mi parte, misma que llegó en forma de besos, los cuáles deposité uno tras otro a lo largo y ancho de su rostro, demostrándole así, cuánto amaba cada centímetro de éste y añorando que ella se diera cuenta de ello al tiempo que ella relajaba cada músculo de su cuerpo, permitiéndome bajar cada vez más.
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Quédate conmigo.... (Alonso Villalpando)
FanficMaddison solía vivir como toda adolescente normal lo hace en su día a día hasta que conoció a un guapo....pfff que digo guapo.... guapísimo chico de ojos turquesa y cabello castaño llamado Alonso Villalpando... Está novela ha sido escrita por petici...