Capitulo 3 - Tercera Parte

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Anahi: oyeeee, que casi me tiras.


Dulce: te dije que no lo haría bonita.


En eso se acerco a nosotros una de las chicas que estaban con ella en el ruedo, esta me comió con los ojos y me sonrió con coquetería.


Carlota: no, no, no, Dulce, ¡estas pulgas no brincan en tu petate! son demasiado finas, ¿no te da miedo que te piquen?


Dulce: no mi chula, "No le tengo miedo al chile, aunque lo vea colorado" no soy como tú "que al primer hervor te arrugas".


Carlota: ¿Segura?, mira que te puedes indigestar.


Dulce: "Si los he toreado cornudos, 'cuantimás' los toreo sin cuernos".


Anahi: hey pero no os estoy entendiendo nada y si es de mi de quien habláis me gustaría enterarme si no es molestia – dije verdaderamente enojada.


Dulce: Perdóname Anahi, tienes razón, son cosas entre esta persona y yo.


Carlota: Por lo menos ten la educación de presentarme, bueno me presento yo; hola preciosa soy Carlota y me encanta conocerte.


Anahi: Hola que tal.


Dulce: bueno ya te presentaste, ya puedes seguir con tu camino.


Carlota: ¿miedo?


Dulce: "si estoy temblando" jajajaja


Carlota: Pues deberías Gavilán, porque esta partida te la gano.


Dulce: ¡pago por ver!


Carlota: Anahi, linda, nos veremos luego seguro.


La chica se fue y yo me volví hacia Dulce fingiendo molestia, la verdad es que tenía más curiosidad por saber de que había tratado todo aquello.


Anahi: me podríais explicar que fue todo eso.


Dulce: Lo siento de verdad, Carlota es una chava con la que tengo pleito cazado desde hace años, surgió por la charrería supongo y luego continuo por…


Anahi: ¿Por qué?


Dulce: bueno supongo que no tiene caso fingir demencia, ya sabes que me gustan las mujeres, te lo dijo Ricardo ¿no?


Anahi: si me enteré – en ese momento sentí un impulso por decirle que a mí también me van las mujeres y que paso de los tíos, pero me contuve- espero que no te incomode que lo sepa.


Dulce: no en realidad no, es mejor, no es algo que oculte- Hubo un momento de silencio.
Anahi: ¿te he dicho que me fascina tu yegua?, es bellísima.- dije acariciándola; María menciono que nadie más la puede montar por que tira a quien lo intente.


Dulce: cierto, pero no te preocupes, si montas conmigo no te hará nada, Yure es al amor de mi vida, me la regalaron desde hace 6 años, es muy joven y se parece a mí en lo retobona.


Dulce le ordenó a dos hombres que llevaran su Yegua de regreso y me dijo que me iba a llevar a un lugar muy especial después de comer. Comimos algo que se llama birria, es una especie de sopa de carne muy suave, es riquísima en verdad, tomamos unos tequilas y aunque todavía me pone de los nervios su cercanía puedo controlarlos más. En su coche nos dirigimos por un camino lleno de arboles de distintos tipos y subimos por un camino bastante escarpado, paro de repente y me dijo que teníamos que seguir a pie, caminamos por una vereda bordeada de flores, arboles y hierba, ella me tomo de la mano, y yo no me resistí, de pronto me encontré frente a un manantial en medio de toda aquella vegetación, era hermoso aquello, ella me paso el brazo por la cintura, y se puso frente a mí. Cada musculo mío se tenso ante lo que se avecinaba, quería que pasara, lo deseaba, pero de pronto vino a mi mente la imagen de Rosi saliendo de su casa, aun así mis labios recibieron los suyos, me obligue a no cerrar los ojos, y a mantener a raya mis instintos, la deje besarme pero no le correspondí a pesar de que me sabia a gloria el sentir la caricia de esos labios sobre los míos y de que mi corazón latía a mil, ella se esforzó mas; con su lengua separo mis labios e intento abrirse camino hacia su interior, pero se encontró con mis dientes y entonces se separo. Me miro expectante, yo le sonreí.


Anahi: este lugar es precioso, bastante adecuado para traer un rollito.


Dulce: Eso… ¿eso es todo lo que vas a decir?


Anahi: pues no, si quieres hablamos de otra cosa, pero como me has traído aquí lo lógico es que hable del lugar ¿no crees?


Dulce: ¿No me vas a decir nada?


Anahi: ¿De qué?


Dulce: Bueno te lo digo yo, te bese y no me correspondiste, perdona, es lógico, no te gustan las mujeres.


Anahi: no, no es eso, si me gustan y mucho – no pude evitar el regocijo interno que me causo su expresión.


Dulce: Bueno entonces no te gusto yo.


Anahi: … -la mire analítica antes de responder- ¡pues claro que me gustas!, eres bellísima, como no me vas a gustar.


La confusión de su rostro era la locura, me la podría haber comido a besos, pero no Anahi, no, esta tía quería jugar, pues juguemos.


Dulce: ¿estás jugando conmigo?


Anahi: no, no veo porque piensas eso.


Dulce: porque acabo de besarte, me dices que sí te gustan las mujeres, que te gusto, pero no has tenido ni una reacción, ni buena ni mala.


Anahi: ahhh ya vale, eso, es que en ese momento no me apetecía un beso, pero ahora si quieres – dije acercándome seductoramente mirándola directo a los ojos.


Ella solo jalo aire y me sonrió de una manera extraña


Dulce: bueno ahora soy yo la que no tengo ganas.


Anahi: bien, se entiende, a veces pasa ¿no?


Dulce: bueno pues vámonos, tu hermana y Ricardo deben estarse preguntando por ti.
Todo el camino de regreso casi no habló, apenas monosílabos y yo hable como loca, su entrecejo fruncido me dejó ver que estaba furiosa y eso me encanto, cuando llegamos a la casa ella me dijo que tenía que regresar al pueblo, que nos veríamos más tarde, hasta ahí llego mi dicha, -seguro iba a por una chica-, antes de bajar me acerque y le bese en la boca como despedida, por un momento, desapareció su expresión ceñuda -por la sorpresa supongo- y no le di tiempo a nada, baje del auto y corrí hacia la casa, me volví para ver como el coche salía a toda velocidad patinado las llantas.


Reconozco que me quedo un sabor agridulce, había logrado contener mis emociones y no fue fácil, además había disfrutado muchísimo su reacción, pero ahora mismo no podía evitar el pensar que una vez pasado el momento, pasaría de nuevo de mí y se había vuelto al pueblo a buscar a alguna chica, a mi misma me toco ver que mujeres no le hacen falta y volví a sentir el ardor intenso de los celos, en la entrada me encontré con Rosario que sonriente me informo que mi hermana, Ricardo y María se fueron a no sé qué sitio del que no puedo ni pronunciar el nombre y que los abuelos seguían fuera; decidí conocer la casa que era enorme y ayer no se dio la oportunidad de recorrerla. Aprecié en todo lo que vale la majestuosidad de ésta, tenía varias estancias y salas, una biblioteca enorme llena de estantes repletos de libros de encuadernación de cuero, contaba con varios patios llenos de flores, plantas distintas, arboles y una fuente en cada uno de ellos, el ultimo al que llegué y era muy bello tenía sillas colgantes y me apeteció sentarme, el sonido del agua en la fuente y el aroma de las flores medio me tranquilizo, pero mi tranquilidad duro poco, fue ahuyentada por el sonido de una voz familiar.

Tequila y LimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora