Capitulo 5 - Septima Parte

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DULCE

Me desperté y sentí un desasosiego al verme sola en esa enorme y revuelta cama totalmente desnuda, escuche música a lo lejos y cuando me incorpore mis ojos la vieron enredada en la sabana al borde de la terraza, me encamine hacia ella y la abrace con fuerza, en un jugueteo ella quedo frente a mí en todo el esplendor de su desnudes muy cerca de un camastro trayendo a mi mente mi fantasía de hacia una horas y procedí a hacerla realidad, hemos estado juntas una y otra vez, y mis ganas de ella no se agotan, lástima que mi cuerpo sí y me quedo dormida con ella en mis brazos. Cuando despierto la veo dormida aun, nuestros cuerpos se han separado durante el sueño, pero necesito sentirla y me pego a su espalda y la abrazo, aspiro profundamente deseando llenarme de su olor, sigo sintiendo un profundo temor a mis sentimientos por esta mujer, pero me niego a dejar de sentirlos, me inundan los recuerdos de anoche cuando la tuve por primera vez, nunca en mi vida he sentido a una mujer como al he sentido a ella, nunca me he entregado como lo hice con ella, no fue solo corporal fui mas allá en cada beso en cada caricia iba algo muy mío, muy de mis adentros, todavía no me atrevo a ponerle nombre, lo único que quiero es disfrutar de estos momentos, se que se irá pronto y yo todavía no decido nada sobre mi futuro y tampoco sé si seré capaz de entregarme a una relación, de estar solo con una mujer y tengo la certeza de que con ella las cosas tendrían que ser así, mi única convicción en estos momentos es que los días que este aquí la quiero para mí y me quiero con ella.

Siento el impulso de su cuerpo intentando levantarse, la aprieto mas y se lo impido, bromeo con ella y volvemos a entregarnos al placer que nuestros cuerpo se producen, me sorprende lo cariñosa que soy con ella, es decir, soy una persona muy cariñosa, lo soy con mi familia, con mis caballos, lo era con Chocolate el perro gran danés que recibí como regalo en mi cumpleaños 9, pero nunca he sido cariñosa y tierna con una mujer, pero con ella las palabras melosas me brotan solas, sin pensarlas, sin poder evitarlas, me sorprendo también ante la emoción que me produce cuando se comporta cariñosa conmigo, cosa que siempre deteste con otras mujeres, Maite llama preocupada porque que Anahi no ha ido a dormir a su habitación, me extraña que haya llamado hasta ahora, la tranquilizo y reconozco que está conmigo, después de una breve conversación voy al baño en busca de Anahi, la observo frente al espejo del lavabo, se ve preciosa despeinada, desnuda, me invita a acercarme y aprovecho para volver a meterle mano, nos ponemos de acuerdo para pasar el día y una vez que resolvemos lo acordado la veo meterse a la ducha y la sigo, siento su piel mojada en la mía y me extasió, la beso, la acaricio recorriéndola toda, la empujo contra la pared con suavidad y bajo hasta su pubis separando sus piernas, comiéndomela entera saboreando el producto de su éxtasis.

Ambas estamos hambrientas y vamos en busca de un sitio donde comer, quiero llevarla a un lugar especial, deseo que este día sea inolvidable para ella, para las dos, decido que vayamos a la isla Rio Cuale.

Me fascina ver su expresión embobada al ver el paisaje que se presenta ante sus ojos, comemos en un restaurantito a orillas del río, yo ordeno chilaquiles y ella me arma pulla entre risas por no ordenar algo del mar, me da toda una cátedra de los valores nutricionales del pescado y los mariscos, después de escuchar que no me gustan, me hace reír, me obliga a probar de su pescado zarandeado y yo le obligo a comer de mis chilaquiles, me mato de la risa al ver el enrojecimiento de su cara y dar brinquitos en la silla haciéndose aire con ambas manos, ella me da un golpe en el brazo por mis burlas, le veo tomarse su bebida y la mía de golpe pero no se le quita lo enchilado, la tomo de la mano y sacudo el salero en su palma, le digo que chupe y repito la operación varias veces, hasta que siente que se le pasa un poco.

Anahi: ya una vez comí esto en casa de tus abuelos pero no estaban tan picantes… como puedes comer eso corazón te vas a quedar sin estomago.

Dulce: es que los que comiste en la casa seguro te los prepararon con casi nada de picante sabiendo que eran para ti jajajaja y no te preocupes por mi yo estoy acostumbrada a comer chile desde que tengo uso de razón, la comida no me sabe a nada sin picante.

Anahi: estás loca, como puedes disfrutar de una comida que te quema los labios, la lengua, la boca entera, el esófago y las tripas.

Dulce: te digo que es cuestión de costumbre.

Anahi: anda ya, yo nunca me acostumbraría.

Dulce: ¿no?- me le acerque seductora, verla así me habían dando unas ganas locas de besarla, no me importó la gente y la bese, fue un beso chiquito, un picorete.

Anahi: no, no me acostumbraría – me beso también.

ANAHI

Durante la comida un grupo de mariachis amenizaba y escuche las letras de la canción que anoche oí desde la terraza.

Anahi: oye esa canción ¿Cómo se llama? – ella sonrió-

Dulce: Despacito de José Alfredo Jiménez. ¿te gustó?

Anahi: si es hermosa la música y la letra – respondí-, y es lo que me está pasando contigo pensé.

Dulce: José Alfredo Jiménez tiene canciones bellísimas, muy tequileras.

Anahi: ¿Tequileras?

Dulce: jajajaja si, canciones para enamorados, para despechados, canciones para llorarle al amor con una botella de tequila.

Anahi: ahhh – ella me beso y decidimos que era hora de marcharnos.

Caminábamos tomadas de la mano por la orilla de un rio serpenteado de ornamentación de todos los colores, árboles, arbustos que lo llenaban de verde intenso, flores silvestres rojas, blancas, amarillas, construcciones en ladrillo bastante rusticas adornadas con pequeños balcones adornados con flores que le dan un aire verdaderamente pintoresco al sitio, nos introducimos en pequeñas callecitas adoquinadas repletas de coloridos puestos de vendedores de artesanías, plata y talavera, admire la belleza de la iguanas que entre los arboles lucían un tamaño descomunal y según nos conto un niño que jugaba junto a otros en el río son orgullo del lugar, Dulce se empeño en tomarme una fotografía muy cerca de uno de esos bichos y estaba muy divertida por la expresión que quedó plasmada en la foto. Cuando nos cogió el atardecer después de ir a comer regresamos a la ciudad y caminamos por la playa, mi cuerpo tenía necesidad de ella, de sentirla de nuevo y después de disfrutar de la puesta del sol corrimos a la habitación para dar rienda suelta a nuestros deseos, nos volvimos a entregar con desenfreno y de nuevo me he quedado dormida extasiada entre sus brazos, al día siguiente también lo pasamos solas recorriendo los alrededores de ese puerto que no están dentro de la guía turística pero que son bellísimos, llega la noche y una sensación de nostalgia adelantada se aloja en mi pecho, mañana partiremos de nuevo rumbo a la hacienda y en unos días regresaremos a España, es unos días un océano me separara de ella… necesito hablar, decirle como me siento, lo que siento, pero no me atrevo, me gana el temor a escuchar algo que rompa el cuento de hadas que estoy viviendo y prefiero callar ante esa posibilidad y disfrutar los pocos días que me quedan en este País, en estas tierras de las que me he enamorado y en las que nació la mujer de mi vida.

Tequila y LimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora