Anahi: eso espero Fernando.
Entre sonrisas nos acercamos al comedor en donde ya nos esperaban Ricardo, el abuelo y María, después de comer mi padre le pidió a Rosario que no hiciera llegar café al estudio, durante la reunión quedó claro que a partir de este momento me haría cargo de las funciones que desempeñaba mi tío, no regresaría a Madrid, por lo menos no de momento, había un millar de asuntos pendientes de resolver que requerían de mi inmediata atención, mi papá y Ricardo partirían al día siguiente mientras mamá se quedaría unos días mas en apoyo a mi abuela, unas dos horas habían trascurrido cuando mi papá por fin dijo que iría a la habitación de mi abue para estar un buen rato con ella, mientras Ricardo dijo que llevaría a María a montar un rato.
Abuelo: ¿Qué te preocupa hija?
Dulce: nada abuelo, bueno si, me preocupa no dar el ancho para lo que se me viene encima.
Abuelo: no tengo duda alguna de que sabrás desempeñarte muy bien hija, pero no creo que sea eso lo que te tiene tan meditabunda y con ese gesto que conozco tan bien.
Dulce: a ti no te puedo engañar abue, no sé qué va a pasar con Anahi, ella está a punto de terminar su carrera, tiene un trabajo, una vida allá, no me atrevo a pedirle que mueva toda su vida por mí.
Abuelo: no decidas por ella, es lo único que te puedo decir hija, no cometas el error de pensar por ella, dile cuales son las circunstancias actuales para ti y escucha que tiene que decir, pero sobre todo hija hazle saber que la quieres a tu lado y a partir de ahí pues deciden como lo resuelven. Pero no lo olvides, se honesta con ella dile que tú la quieres aquí contigo, no esperes a que ella lo de por sentado.
Dulce: eres un sabio abuelo, ¿lo sabes?
Abuelo: si hija lo sé – rio.
Me encamine a buscar a Anahi, chelito me dijo que estaba en uno de los patios con Rosi, cuando llegue hasta ahí me disculpe con Rosi y le pedí a Anahi que me acompañara, al mal paso darle prisa, mi sueño de vivir en este lugar para siempre se estaba cristalizando pero si no era a su lado cualquier lugar seria una pesadilla.
Anahi: estas muy seria amor, ya me preocupaste.
Dulce: no te preocupes bonita, es solo que tengo que hablar contigo y me gustaría hacerlo en una sitio especial, ¿te parece si montamos?
Llegamos a la caballeriza y me acerque a hacerle mimos a Yure que relincho en cuanto me sintió, ni siquiera le había puesto atención a mi yegua, mi Barbie me miraba curiosa, su mirada azul denotaba dulzura y diversión al verme así.
Anahi: de verdad adoras a tu yegua.
Dulce: si, la adoro, la amo.
Anahi: me voy a poner celosa.
Dulce: no hay nada, nada bonita que ame más que a ti – dije atrayéndola hacia mí con un brazo, besándola suave pero profundamente.
Anahi: vale, ahora la celosa es ella – dijo mi barbie al notar la inquietud de Yure, ambas reímos y la acariciamos para tranquilizarla.
Una vez ensillada nos encaminamos por los campos agaveros, decidí que fuéramos a la laguna, durante todo el trayecto la bese y acaricie, reímos al recordar aquella primera cabalgata, cuánto tiempo ha pasado, como han cambiado las cosas. Una vez en el sitio exacto de aquella vez, desmontamos, primero yo, la tome por la cintura y tal como aquella vez ella se sostuvo de mi hombros, el mismo estremecimiento recorrió mi piel y al mirarme en esos ojos turquesa el ansia de besarla me ganó, pero a diferencia de aquel entonces mi necesidad fue saciada, me apodere de sus labios jugueteando con ellos, introduciendo con lentitud pasmosa mi lengua en su interior, llamando a la suya para que iniciasen ese delicioso encuentro, entregándose a un vaivén exquisito, largo, profuso, antes de despegar nuestros labios por completo nos prodigamos pequeños besos, suspiré y me abrace con fuerza a su cintura, apretándola, aprisionándola posesivamente.
Anahi: amor, que sucede, me abrazas como si me fuera a ir, te siento extraña – suspiré antes de responder.
Dulce: Barbie, mi situación ha cambiado, con la muerte de mi tío y mis primos, mi abuelo se queda solo con la responsabilidad de la jima, de la destiladora y de la empresa aquí, yo me tengo que quedar del todo en México, ya no podre regresar a Madrid, no para vivir, y yo se que tú tienes tu vida allá, tu carrera, tus planes profesionales… yo te quiero conmigo, sin ti no funciono…
Ella me sonrió ampliamente, se abrazo a mí, apretándome con fuerza.
Anahi: Dulce, amor mis planes no funcionan si no estás tú en ellos, no hay nada más importante para mí que tú, que estar contigo, mi vida esta donde estés tú "ojos negros".
Dulce: ¿te quedarías a vivir aquí conmigo?
Anahi: ¡pues claro! – se colgó a mi cuello esbozando una amplia sonrisa, besándome y sobre todo devolviéndome la tranquilidad.
Dulce: ¿y tu trabajo?, ¿tu escuela amor?
Anahi: a mi trabajo renuncie antes de viajar aquí y pues lo de la escuela ya se verá amor, ahora mismo lo único que importa es que tu familia te necesita aquí, que tú necesitas estar aquí y yo te necesito a ti.
Dulce: te necesito a ti.