Capitulo 8 -  Novena Parte

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Sábado por la mañana, Dulce me miraba divertida sentada sobre la cama en posición de loto mientras yo corría por toda la habitación después de haberme probado un sinfín de atuendos y ninguno me convencía.


Anahi: joder Dulce, podrías ayudarme un poco y decirme cual te ha parecido el más apropiado.


Dulce: ese Barbie – la mire con cara de no me hace ni pu*ta gracia – ¿qué amor?, yo quisiera tenerte así siempre, desnudita – me halo de uno de los brazos hasta hacerme caer encima de ella, besándome.


Anahi: ¿ah sí?, ¿te gustaría que todo mundo me viera así?


Dulce: okey, tienes razón – enarco una ceja – así solo para mí.


Anahi: vale, ¿entonces?, dime con que ropa te he gustado más – me soltó poniéndose de pie y cogió un vestido verde de ligera tela que puesto caía con suavidad sobre mi silueta y una zapatillas de tacos no muy altos de un tono marrón obscuro.


Una vez aparcamos frente a la casa de sus padres la tensión de mi cuerpo me delato ante ella que me tomo de la mano y trato de tranquilizarme.


Dulce: mi amor tranquila, no pasa nada, solo son mis padres y Ricardo.


Anahi: si lo sé, pero me da miedo no gustarles.


Dulce: no creo que exista nadie en este mundo a quien tú no le gustes.


Con cada paso hacia la puerta principal mis nervios se acrecentaban, Dulce apretaba mi mano proporcionándole ligeras caricias con sus dedos, en cuanto entramos Ricardo salió a nuestro encuentro.


Ricardo: Any, cuñada… estábamos destinados para cuñados – sonriente como siempre y con la calidez de antes me abrazo y beso en ambas mejillas.


En ese momento se apareció la madre de Dulce, aunque le había visto antes no le recordaba muy bien, solo que era muy guapa, aunque más bajita de estatura, se nota que de ella heredo Dulce su figura, cuello y movimientos elegantes, sonriente me dio una abrazo muy fuerte regalándome un sonoro beso en la mejilla derecha.


Gabriela: eres preciosa, sí que lo eres, discúlpame pero es que no te recordaba muy bien, bienvenida a la familia mi amor, mi nombre es Gabriela y como ya sabes soy la mamá de esta granuja que tienes por novia.


Anahi: es un placer volver a verle.


Dulce: ¿y mi papá?


Gabriela: hay hija ya conoces a tu padre, trabajo, trabajo y más trabajo, acabo de hablar con él está por llegar, discúlpalo mi amor- su mirada se dirigió a mi – pero tendrás que acostumbrarte porque ser esposa de un Espinoza es entender que su vida y mundo es el tequila.


Dulce: ¡Mamá!


Gabriela: no he dicho nada malo, ¿o si Anahi?, si vas a ser la mamá de mis nietos, serás la esposa de mi hija.


Dulce: ¡Mamaaaaa!


Gabriela: Haaa no, no me vayas a salir con que siempre no, ¿eh?, tú a mi me prometiste nietos, por eso te ayude con Esther logrando que te prestara a Chelito.


Las palabras de Gabriela fueron música para mis oídos y la cara de "ojos negros" un poema, nunca pensé que llegaría el día que le vería ruborizarse.

Tequila y LimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora