DULCE
Prácticamente no dormí nadita, en cuanto ésta pinche vieja se fue dejándome hirviendo me di un baño con agua fría y me recosté un rato, me levante y me vestí para desayunar e irme al lienzo. Salí rumbo a las caballerizas y estuve mimando un rato a Yure y a Cancia, los caballos y las mujeres siempre han sido mi mejor antídoto para el mal humor, pero ahora estaba que trinaba por culpa de una mujer; después de darle indicaciones a Silverio fui a la cocina a desayunar, se que a esas horas lo hacen Mele, Chelito y Chayo, unos frijolitos chinitos y un asado con tortillitas recién echadas me supieron a gloria, cuando estaba a punto de irme recuerdo que ayer saque de la cajuela la mochila con mi equipo así que regresé a mi casa, escuche ruido y pensé que se trataba de chayito haciendo la limpieza, pero una vez dentro me encontré con Rosi, la verdad me moleste al verla allí y más aún cuando vi que traía un brasier en sus manos.
Dulce: ¿qué haces tú aquí? –dije bastante molesta.
Rosi: que voy a hacer, la limpieza, mi Mamá y Chayo no se dan abasto – pero si tanto te molesta mi presencia pues me voy.
Dulce: pues si me molesta, además quiero saber que haces con eso – recargue mi brazo en el respaldo de uno de los sillones y señale con el otro el brasier que tenía todavía en sus manos.
Rosi: ¿Esto? – dijo sacudiéndolo al aire - note cierto nerviosismo.
Dulce: si eso, porque no es mío y no entiendo que hace aquí.
Rosi: pues yo lo acabo de encontrar y si tú no sabes de quién es menos yo, ya ni siquiera te acuerdas de a quien metes aquí.
Dulce: estoy segura que eso no llegó hasta aquí por alguien que yo metí porque como bien sabes nunca traigo a nadie a mi casa, la única persona que estuvo aquí y no fue porque yo la invitara fuiste tú y eso está demasiado grande para ser tuyo.
Rosi: ¿Segura? ¿Segura que nadie más ha estado aquí? – en ese momento recordé a Anahi, pero si ese sostén no podía ser de Rosi por el tamaño, mucho menos de Anahi, la dueña de ese brasier tenia los senos del tamaño de un melón.
Dulce: sabes qué, olvídalo y no quiero ser grosera pero te voy a pedir que te vayas y no vuelvas a entrar a mi casa si yo no estoy.
Rosi: disculpe la señorita, yo solo quería aligerarle la carga a mi Mamá.
Dulce: le puedes ayudar con otras cosas, mi casa no, lamento hablarte así pero de plano ya entendí que entre nosotros no puede ni siquiera existir una amistad.- cuando hizo el ademan de irse- ah y déjame eso aquí, voy a averiguar de quien es.
Rosi se fue dirigiéndome una mirada asesina como despedida y aventó el brasier en el sillón, realmente me molestó encontrarla en mi casa, agarre mi mochila con el equipo y guarde el dichoso brasier dentro de la misma, tenía la sospecha de que Rosi se traía algo con esa prenda así que tenía que averiguar que era.
Una vez en el lienzo me encontré en el graderío a Manuela Jimena y Sandra en compañía de Cristina; las salude a todas por igual menos a Manuela, a la que le di un picorete en los labios, me dio risa la reacción de la otras y la expresión de triunfo de la referida. Me encamine de inmediato a las caballerizas y me concentre en el entrenamiento, una vez que concluimos le pedí a Silverio que caminara a Yure hasta que se enfriara y luego se la llevara de regreso a la hacienda, estaba en los vestidores sacándome el equipo cuando unas manos acarician mi cuello, luego siento el calor de unos labios, me imagino quien es y me dejo hacer, una vez que termino de colocarme las botas, me giro y tomo a Manuela por la cintura y la atraigo hacia mí y la beso con pasión, esta chica es casi tan alta como yo, la sigo besando y mis manos empiezan a recorrer su espalda, sus nalgas, sus caderas, le beso la oreja, el cuello, le masajeo los senos, la empujo hacia el baño, y le levanto la parte baja del vestido que la cubre, coloco la palma de mi mano en sus pubis, y mis dedos juegan con sus labios superiores por encima de sus pantaletas, escucho sus gemidos y eso me calienta mucho, le saco la prenda que estorba a mis fines, bajo metiendo mi cabeza en su entrepierna al momento en que ella las abre para darme espacio, colocando una de ella en mi hombro mordisqueo sus labios, con la punta de la lengua me abro paso, recorro todo su se*xo, una y otra vez, hasta que siento su clítoris hinchado palpitante y me dedico a jugar con él, lo rodeo, lo titileo, los lamo suavemente, sus caderas inician el delicioso vaivén que provoca el deseo de incrementar el placer, mis movimientos se hacen tan rápidos como el movimiento de su pelvis, tomo con ambas manos sus nalgas y aprisiono ese botón de éxtasis y lo hago mío, lo succiono, lo chupo, su danza es enloquecida, sus uñas se entierran entre mis cabellos y ya no gime, grita, un ¡ohhhhh Diiiiooooossss! Enronquecido sale de su garganta estalla en un orgasmo que me deja el rostro y cabellos totalmente mojados.