DULCE
Daria lo que fuera por saber que piensa, creo que está un poquito tomada, sus pupilas están dilatadas, podría ahogarme en sus ojos, ya no soporto y tomo su rostro con mis manos, acerco mis labios a los suyos lentamente, los rozo, los acaricio la beso despacito, la saboreo, me pongo de pie sin dejar de besarla levantándola al mismo tiempo, la acerco a mí, al abrazarla siento el temblor de su cuerpo, la escucho suspirar, sus manos en mi pecho, mi corazón se acelera, las sensaciones que estoy experimentando me dan miedo pero me embelesan y no quiero dejar de sentirlas, el beso se profundiza, nuestras lenguas se mueven en una sinfonía lenta, deliciosa, no sé cuánto tiempo a trascurrido, mucho seguramente pero siento que es poco porque quiero más, no quiero soltarla, no quiero parar, pero la necesidad de respirar nos obliga, mis brazos se niegan a soltarla y la aprieto mas, recargo mi cuerpo sobre la mesa, mis manos recorren su espalda, me deleito al sentir su aliento en mi cuello, acaricio sus cabellos y volvemos a besarnos, después de otro larguísimo beso ella se acurruca en mis brazos hundiendo su cabeza en mi cuello, la beso en la frente, no sé por qué estoy haciendo esto y como siempre no quiero saber, la traje aquí con toda la intención de seducirla, de poseerla, pero no quiero hacerlo así, no en este sitio, sería burdo, tosco, grosero, no con ella, no sé porque, pero no deseo eso con ella… llevamos varios minutos así fundidas en un abrazo, besándonos a momentos en silencio, estoy embriagada por su aroma, por el sabor de su boca en la mía.
Dulce: tenemos que regresar a la casa – le dije en un susurro, odiando la idea de hacerlo, de romper ese momento.
Anahi: Si se deben estar preguntando dónde estamos.
Dulce: es muy probable, aunque la fiesta debe seguir en su apogeo, pero si no te regreso mi abuela te obligara a casarte conmigo – me reí al decirle esto, ella suspiró y me miró, rodeó mi cuello con sus brazos y nos besamos otra vez.
Durante todo el camino de regreso seguí besándola, acariciándola, caminamos de las caballerizas a la casa tomadas de la mano, la acompañe hasta la puerta de su habitación.
Dulce: sueña con los angelitos – la tome por la cintura y la bese con ternura, ¡caray! Yo besando con ternura.
Anahi: tu también – su mirada tenía un brillo especial, estuve a punto de empujarla a su recamara y… pero no quería romper el encanto, no quería que aquello fuera algo furtivo.
Dulce: te veo en unas horas – la bese una vez más, espere a que entrara y me fui a mi casa, quería meterme en la cama y repasar lo que acababa de vivir, no quería razonarlo, pero mi mente quería otra cosa ¿qué diablos me esta pasando con esta mujer? pensé. No, no quiero saber.
ANAHI
El brillo de esos ojos obscuros bajo esta tenue luz me magnetizan más que de costumbre, me está mirando fijamente, me pregunto qué piensa, ¡Dios! Sus labios, sus manos en mi cintura, la proximidad de nuestros cuerpos me produce una serie de temblores extremadamente placenteros, me pierdo completamente en su boca, en sus brazos, todo deja de existir para mí, no hay miedo, ni tiempo, ni incertidumbre solo existe este momento que quiero que sea eterno. Ya no importa nada solo el sentirla como ahora… mía la siento plenamente mía, me hundo en este abrazo, en cada beso soy íntegramente suya, puede hacer de mí lo que desee, pero no lo hace, solo me abraza mas, me acaricia y me vuelve a besar, me dice que tenemos que volver… no quiero… bromea… pero su broma no me hace reír… suspiro al escuchar esas palabras. Abandonamos ese lugar en el que he vivido las horas más felices de mi vida; pero las horas maravillosas aun no se extinguen, vamos montando a paso lento, siento su mano firme sobre mi vientre y el sabor de sus labios de cuando en cuando, así estamos frente a la puerta de mi habitación donde nos volvemos a besar, se despide de mi, deseo pedirle que nos se vaya, que la quiero en mi cama, que necesito que me haga suya, pero ella no me da oportunidad, me besa una vez más con infinita ternura y se marcha. La delicadeza, la ternura con que me ha tratado estas horas me tienen sumida en un profundo éxtasis, no siento el peso de mi cuerpo, en mi mente solo hay cabida para remembrar cada beso, cada caricia, el calor de sus brazos y me entrego a esos pensamientos hasta que me pierdo en un sueño placentero.