Capitulo 8 - Primera Parte

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DULCE

Aquí estoy como dentro de una vieja película mexicana, de pie frente a tu ventana. Las piernas me tiemblan… toda yo tiemblo; es miedo… no, miedo no, terror, me estoy jugando la vida, suena muy dramático pero así me siento, esta tarde se me vino el mundo encima al darme cuenta de que la mujer que amo con el alma me corresponde pero aun así la muralla de desconfianza que me encargue de edificar entre nosotras es demasiado solida, quizá tanto que aun el amor que me tiene sea insuficiente para derribarla. Bebo un trago de tequila en un intento de aliviar la angustia alojada en mi pecho, tratando de volar con el tema que intenta decirle a mi barbie lo que siento, que intenta hacerla entender que este sentimiento es verdadero, me he repetido hasta el cansancio que no me rendiría, pero dentro de mi algo cambio, hoy tuve conciencia de la dimensión del amor que le tengo a esta mujer, no quiero seguir siendo causa de su dolor, esta noche me juego la vida porque si no logro que crea en lo que siento me he prometido alejarme para que ella pueda continuar con su vida, así pierda la mía, porque sin ella para mí ya no hay vida.

Una canción tras otra y un pedazo de mi alma se va en cada nota, toda yo soy dolor puro, estoy muriendo de a poco, se que está detrás de esa ventana, se que está escuchando pero no me significa consuelo alguno, no calma mis miedos, no detiene esta agonía, para eso necesito mirarme en esos ojos que amo, en su dulzura. Apenas me alcanza el aliento y ella sigue sin salir, nunca imagine que todavía se pudiera sentir más dolor, el tequila que debería tener un efecto anestésico contrariamente lo agudiza, aun así sigo tomando, siento las lagrimas luchando por liberarse, pero hago acopio de la fuerza que me queda para contenerlas.

Veo la cortina correrse con brusquedad y mi alma vuela por un leve momento para enseguida desplomarse de golpe al sentir esa mirada azul gélida posarse directo sobre la mía, entonces comprendo que he perdido esta pelea, me derrumbo, agonizo y con mi último aliento consciente de mi derrota dejo que hable por mí el corazón que aunque ella se niegue a creerlo le pertenece, pongo el alma en cada palabra aferrada al último halito de esperanza de no perderla, de no perderme.

Casi en una súplica le pido a la cantante que ponga el alma en la última canción "Cielo Rojo", me pierdo en la melodía y notas nostálgicas de la canción, esa mirada azul siempre dulce, se posa desafiante y fría sobre mis ojos y eso termina de matarme, desfallezco, no me quedan fuerzas, el llanto inunda mi visión y corre a raudales sobre la piel de mi rostro y cuello, la miro, me quiero llevar grabada en el alma su imagen, pero para mi desgracia las lagrimas en mis ojos la desdibujan volviéndose solo una silueta inmóvil, en cada nota se va un pedazo de mi alma hasta que ya no queda nada… perdí… perdí… la perdí. Le vuelvo a mirar en un intento de hacerle saber que la amo y es por eso que me rindo.

Muerta en vida camino hacia los muchachos del mariachi, los despido, el amor que es lo único vivo dentro de mi me obliga a dar una última mirada a esa ventana donde deje la vida… vacía… di un último trago a la botella de tequila, mis pies se movían por inercia, lo mismo que el resto de mi cuerpo, a unos pasos de mi auto escuché el sonido más bello que jamás hubiese oído… su voz pronunciado mi nombre, todo dentro de mí se agitó, los latidos del corazón, la sangre corriendo por mis venas, mi alma revoloteando por la esperanza de resucitar. Todo mi cuerpo se sacude al momento en que me giro para verificar que no ha sido un sueño provocado por el ansia y el anhelo, sus ojos… su mirada de mar tiene de nuevo la calidez de siempre y están bañados en lagrimas como los míos, me sonríe al ver el miedo y nervios al acercarme, un sonido melódico sale de su garganta y se dibuja en sus labios… ¡no te vayas!... una corriente eléctrica recorre mi cuerpo entero al escuchar aquellas palabras y mis lagrimas silenciosas hasta ese momento se desbordan provocando gemidos desesperados liberándose mi pecho del dolor agudo que lo atenazaba desde hacía meses.

Tequila y LimonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora