Anahi: perdonad la interrupción, pero no os podía esperaros mas tiempo – dijo acercándose a mi abuelo mirándole directo a los ojos y besándole, después se dirigió a mi Padre – Fernando espero me perdonéis, pero me voy a llevar a mi novia, creo que se merece un momento para ella, ¿no lo crees?
Fernando: claro que si hija, tienes razón.
Dulce: p… pero… - ella no me dejo decir nada más, me miro con dulzura y me tomo la mano con firmeza jalándome hacia la salida. Entrelazo sus dedos con los míos y a paso seguro nos caminamos hacia mi cabaña.
Una vez dentro me guio hasta la habitación.
Anahi: necesitas darte un baño, estas agotada.
Procedió a desvestirme, a mi las palabras se me ahogaban, no podía pronunciar nada, así que la deje hacerlo, ella me acariciaba al despojarme de cada prenda, sus caricias no eran sexuales, más bien parecían las que le prodiga una madre a su hija pequeña después de que ha sufrido una caída, del mismo modo de la mano me llevo hacia el baño y después de templar el agua me indicó con movimientos suaves que me introdujera, lavó mi cabello y la piel de mi cuerpo, me enredó en una toalla y me llevó hasta la cama, me enfundo en una pijama y me abrazo con fuerza, con ternura, besándome el cabello, la frente, las mejillas, entonces mis lagrimas contenidas por días empezaron a fluir silenciosas en principio, sollozantes después, no sé cuánto tiempo estuvimos así, yo abrazada a ella y ella acariciándome, mimándome en silencio, hasta que me quede dormida en sus brazos.
Cuando la luz del día provocó que mis ojos se abrieran, estaba sola en la cama, antes de que empezara a buscarla ella se apareció en el marco de la puerta con una taza de humeante café, se acerco extendiéndomela y se sentó frente a mí.
Anahi: amor no estoy dispuesta a perderte, ¿te enteras?, sé que he sido muy estúpida, pero no por lo último que ha pasado, no, he sido muy tonta porque no he sabido cómo reaccionar desde un principio, por no decirte las cosas claras, no hablarte de mis dudas e intentar hacerme la fuerte.
Dulce: siempre has tenido dudas – dije cabizbaja, ella me tomó del mentón obligándome a mirarla.
Anahi: si amor, siempre y siempre las tendré, no me malentiendas Dulce, es normal que los celos me asalten, eres una mujer muy atractiva y en el camino me encontrare con muchas Carmen, no he sabido cómo manejar la situación, desde un principio me di cuenta de que esa mujer quería estar contigo a pesar de mí, se que debí ser más clara contigo respecto a cómo me sentía por ella, no debí fingir que no pasaba nada por viajar con ella a solas, he debido ser más honesta contigo, hacerte saber mis celos; no te puedo prometer que no te voy a celar, siempre tendré celos amor, siempre, lo único que puedo prometerte es que la próxima vez te lo diré, ¿vale? – su sonrisa, la expresión de niña en su carita me desmoronaron y me abrace a ella besándola con suavidad.
Dulce: lo lamento Barbie, se que ha sido culpa mía, yo sabía del interés de Carmen, peque de ingenua…
Anahi: las dos hemos tenido algo de culpa, pero no quiero perderte.
Dulce: no quiero perderte, te amo Barbie.
Me prendé a su boca, a esos labios pequeños que eran mi mayor éxtasis, nuestras lenguas se enredaron, mis dedos se clavaron en la piel de su cintura los suyos en mis mejillas, profundizamos el beso, nuestras respiraciones agitadas denotaban el deseo de nuestros cuerpos, sus piernas se abrieron acomodándose a horcajadas sobre mí, mientras mis manos se deslizaban debajo de su blusa las suyas me despojaban del top de mi pijama, mi boca abandonó la suya dirigiéndose ávida hacia sus senos; con los labios aprese uno de sus pezones succionándolo, lamiéndolo pasando la humedad de la lengua sobre la suavidad de sus mamas, sus dedos se enredaron entre mis cabellos enterrándome las uñas en el cráneo, la sostuve con fuerza cuando ella se echo hacia atrás regalándome más de su piel, la desvestí con hambre, besando cada pedazo de piel que quedaba libre, me embebí entre sus piernas aspirando el olor de su se*xo, ese olor al que soy adicta internándome a sus profundidades, bebiéndome sus jugos, hurgando en el interior de su vagina, en cada pliegue de sus labios sexuales, llegando a mi propio clímax solo con el hecho de que ella obtuviera el suyo.
Anahi: Te amo "ojos negros", te amo.
Dulce: te amo Barbie – dije besándola de nuevo, mi hambre insaciable siempre, mi eterna necesidad de ella. Tantos días de ausencia de su piel, de su aroma y su sabor, provocaron que la amara una y otra vez, que me entregara de igual forma a sus caricias, su tacto, al fuego de su lengua.
Anahi: creo que ya es muy tarde amor.
Dulce: lo sé, no quiero soltarte, no quiero salir de aquí en una eternidad pero es necesario que vayamos a la casa grande, espero que mi abue este mejor hoy, por lo menos más tranquila.
Anahi: de aquí en adelante no te voy a soltar nunca "ojos negros".
Nos dimos un baño juntas ella se colocó algo de mi ropa y partimos hacia la casa en donde mi madre nos recibió con una amplia sonrisa en la estancia.
Gabriela: niñas me alegro de que por fin les amaneciera, ya está servida la comida, pasemos al comedor.
Dulce: ¿mi abue, como amaneció mami?
Gabriela: mucho más tranquila hija, pero hay que continuar prodigándole cuidados.
Fernando: hola hijas – apareció mi padre dándole un beso a mi mamá y sonriéndonos a nosotras - después de comer tenemos que reanudar la reunión de ayer hija, ¿me la prestas un momento hija? – se dirigió a Anahi provocando el enrojecimiento en sus mejillas, al notarlo mi padre soltó una sonora carcajada – no te apenes hija, has hecho bien, lidiar con los Espinoza cuando hablamos de trabajo no es tarea fácil, anoche me quedó claro que estas hecha para ser mujer de mi hija – la abrazo.