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Shin Bo Min - castigo y muerte (Inicio)

Julio - 2010

Estimado Padre:

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que le escribí. Las tareas diarias en la abadía sólo han servido para ocupar el mayor tiempo posible de mi tiempo libre. Sin embargo, como usted me ha enseñado, no hay que renegar de nuestras obligaciones, pues así misma es la voluntad en nosotros.

En todo caso, me complace informarle que he sido transferido a la ciudad de Seúl para sucederlo en el cargo del nuevo párroco de la iglesia. Y a su vez, director del Orfanato. Estoy muy agradecido con esta nueva orden, que con gusto realizare de la mejor manera. Pero en medio de todo, me hace sentir un poco de nostalgia por las circunstancias en que se dan estos hechos.

No obstante, al igual en cómo se lo manifesté en mi carta anterior. Me siento sumamente feliz ya que ascenderá al rango de Obispo. Cumpliendo con la meta que siempre ha querido.

Para el momento en que llegue esta carta, me encontraré de camino a Seúl para ocupar mi nuevo puesto y emprender mi labor. Espero con ansias que antes de que se marche a la ordenanza, podamos compartir como en los viejos tiempos. Después de todo, necesitaré su sabiduría y su experiencia para hacerme cargo del gran trabajo que deja atrás.

Sin más que decir. Espero verlo pronto en la ciudad. Y que Dios lo bendiga.

Sinceramente,

S. Choi Si Won.

Una leve sonrisa apareció en el rostro de aquel hombre. Recordar sus años en el pasado y las personas a su cargo siempre le traía una sensación reconfortante. Sin embargo, Choi Siwon era diferente. Y él sabía el porqué. Para Shin Bo Min, existía en su vida solo dos personas importantes. Y el saber que ambas de ellas estarán bajo su manto pronto, le hacía sentir pleno y dichoso. Era como tocar el cielo con las manos. Algo que últimamente creía con veracidad.

En los últimos meses, la vida en el orfanato tuvo un giro de 180 grados. Y la razón, era aquel joven de ojos grises que lo tenía hipnotizado. Yoongi había cambiado su mundo y estaba más que dispuesto a conservarlo. No obstante, su estabilidad se debía a una serie de factores que preferiría olvidar, pero siempre estaban presente en su subconsciente.

La oscuridad se había apoderado de su corazón y, aunque rezara todos los días y buscará redención. Muy en el fondo, sabía que no la necesitaba. Su fe había sido sufragada y en cambio, nació en él la capacidad de tergiversar y remover todo a su conveniencia.

Por su puesto, era algo de lo cual nadie sabía. Era muy inteligente para jugar su papel. Y aunque sabía que estaba condenándose, se repetía así mismo, en medio de la oscuridad de la noche, al mirar a aquellos ojos grises, que todo valía la pena. Todo, absolutamente todo, era posible con tal de tenerlo a él, a su pequeño para sí mismo. Había permitido tal condena, con tal de poseerlo y hacerlo suyo sin importar nada más. Y de eso, se encargaría cada noche de su vida.

Sin embargo, no todo era felicidad y satisfacción en el "paraíso" que Shin Bomin había creado para sí mismo. Aún existía a su alrededor, "una pequeña criatura" que alteraba todo su estatus quo. Jimin aún rondaba por la cabeza y corazón de aquel joven. Y aunque se había asegurado de separarlos. Aún era consciente de que eso no era suficiente. Tendría que hacer algo más, mucho más antes de que pueda arruinar su cometido.

Sintiéndose un poco "más suelto" en lo que se refería a su labor diaria. Decidió que era momento de dejar a un lado sus obligaciones, e ir en busca de su paraíso. Total, la noche había llegado y los momentos de cumplir con Dios ya habían sido soldados por el día de hoy. Sin contar con el hecho, de que lo que quería realmente, era zambullirse de lleno en el cuerpo de su amante. Verlo por los pasillos del orfanato o siquiera en la iglesia, le hacía evocar recuerdos de noche, tras noche en la intimidad de su habitación.

PANDORA  - YOONMIN ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora