08

1K 171 20
                                    


Jeon Jungkook se encontraba sentado, terminando de dar los últimos detalles a tu grabadora. Esta vez, quería que las grabaciones se archivarán directamente en su portátil. Así que, se estaba demorando más de lo normal. Tiempo que aprovechó Chimin para observar al hombre en frente de él.

Sentado en su sofá favorito, Chimin llevaba sus manos a sus pies para jugar con ellos. Era un hábito que, no solo lo había iniciado desde pequeño, sino que también lo ayudaba a pesar. Después de todo, siempre le gusto estar descalzo.

Observando que todo estuviera listo, Jeon dio inicio a la nueva sesión.

_ Ayer me contabas, sobre los inicios de la historia de Min Yoongi. Puedo suponer, que el niño de quien hablabas era él, pero ¿Cómo fue que llegaste a conocerlo?

_ Creo que lo sabrás a su tiempo. Por ahora, me gustaría que conocieras su vida, Jungkook. Y las cosas que vivió en ella.

Min Yoongi - Parte II

Varios de los niños caminaban con prisa esa mañana. Acababa de terminar la eucaristía de las 7:30 y todos debían prepararse para sus clases de la jornada diurna. El padre Shin, terminaba de cerciorarse de que todos ellos estuvieran listos, para luego ser enviados a la escuela del distrito.

Gracias a la ayuda de donativos, el orfanato podía enviar a los niños a educarse y poder adquirir algo de materiales que servirán para sus preparaciones. Sin embargo, los niños iban en aumento, causando que existiera un gran déficit de recursos en el futuro. No obstante, el padre Shin estaba dispuesto a trabajar por ello y evitar que eso pase.

Como todas las mañanas, se cercioraba que los niños portaban sus uniformes y llevarán sus útiles, para acto seguido ser llevados en el transporte de la iglesia hacia la escuela. Era un hábito de disciplina que le gustaba ejercer. No obstante, aquella mañana algo llamó su atención. Ahí en medio de la fila, se encontraba el pequeño niño de ojos grises, grandes y profundos, magullado y lleno de moretones en la cara. Era como verlo la primera vez que llegó aquí, salvo por el hecho de que ahora estaba rodeado de morados y raspones.

Un fuerte sentimiento de intolerancia y molestia se apoderó del padre Shin. No podía concebir que algo como eso se diera en su orfanato. Y mucho menos que se discrimine al prójimo dentro de la casa de Dios. Esas acciones iban en contra de todo lo bueno de la iglesia y estaba dispuesto a poner sanciones y dar una lección.

Con paso lentos, pero firmes camino de un lado a otro, inspeccionando cada uno de los rostros de los niños ahí presentes que pudiera identificar como el o los agresores. Sin embargo, no tuvo gran éxito, pues ninguno de sus niños vaciló al verlo.

_ Hijos míos. Como sabrán, esta casa es un lugar santo, iluminado por la gracia de Dios. Quien, con su misericordia, nos acoge y nos brinda su amor de múltiples maneras _ mencionó mientras volvía al inicio de la fila y continuaba caminando. _ Les hemos dado una cama en dónde dormir, una mesa donde comer. Espacios donde puedan jugar y hacemos todo lo posible por ayudarlos a crecer y desarrollarse como personas. Todo eso, claro está bajo el manto de las sagradas escrituras como debe ser. Queremos que sean hombres de bien y puedan pertenecer a una familia que los ame y los guíe en el plan de Dios para con ustedes. Es una labor que conlleva esfuerzo, sacrificio y sobretodo tolerancia.

Los niños se miraron unos a otros, sin comprender muy bien a dónde se dirigía el padre Shin con sus palabras. Normalmente, solía ser directo y específico. Pero esta vez, se dirigía a ellos en un tono diferente al cotidiano y no sabían el porqué. O bueno, la mayoría, salvo unos pequeños niños que, con miradas incómodas y cuerpos algo nerviosos, trataban de aparentar serenidad.

PANDORA  - YOONMIN ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora