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Cuando pequeño, tenía la costumbre de cerrar sus ojos y percibir los rayos del sol en su rostro. Le gustaba como el silencio de los jardines a su alrededor lo envolvían por completo. Permitiéndole que uno a uno de sus pensamientos se alejaran de su mente. Era uno de los pocos recuerdos que le gustaba evocar. Sobre todo, en momentos en donde sentía que el mundo a su alrededor se oscurecía, como ahora.

Muy dentro de su interior, sabía perfectamente que algo malo iba a suceder. Lo tenía plasmado en su piel y también en su corazón. Era ese presentimiento constante de que las cosas no habían terminado como creyó años atrás. Y el estar aquí, en este lugar, no hacía más que comprobarlo.

Darse cuenta que Yoongi no se encontraba muerto. Había sido un golpe muy duro para su estabilidad. Su repentina desaparición solo había provocado que los más terribles escenarios se instauraron en su conciencia. Al punto de creer y dar fe que él estaba muerto. Pero nada de eso ocurrió y la verdad fue tan arrolladora que no hizo más que dejarlo en un total silencio y un gran punto de resignación.

No obstante, eso solo podría decirlo su lado racional. Su corazón era otra historia. Y es que por más que quería enfadarse, odiarlo y alejarse. Sabía perfectamente que jamás podría hacerlo. Nunca lo haría y la verdad de esas palabras, hace mucho tiempo dejaron de asustarle.

Con eso en mente, salió del baño hacia la instancia. El cuarto de Yoongi era grande y acogedor. No lo había detallado demasiado la noche anterior. Y ahora que podía hacerlo, se sorprendía de la claridad que albergaba el lugar. Era como si hubiera pensado en el a la hora de escogerlo. Siempre ha amado los lugares luminosos y de gran claridad. Saberlo solo provocó que elevara la comisura de sus labios para luego dirigirse a la cama y cambiarse.

Mientras se deshacía del albornoz en su cuerpo, escucho como la puerta era tocada, pero no abierta. Evidenciando que no se trataba de Yoongi como esperaba.

_ Señor, Yoongi lo espera en su estudio.

No respondió y espero a que la persona detrás de la puerta se alejara. Había pensado que quizás todo se trataba de un sueño, pero cada cosa a su alrededor o cada suceso, le confirmaba que esto era real y que él había regresado.

Concentrándose de nuevo a su tarea. Encontró en el armario toda clase de ropa para él, junto a zapatos y demás de lo que parecía pertenecer a Yoongi. Tomo un par de jeans y un jersey de color negro para luego cerrar el armario y prepararse para salir. Si algo sabía, era que a Yoongi no le gustaba que lo hicieran esperar. Así que, sin más, termino de cambiarse y caminar a su encuentro.

Al entrar al estudio, se quedó de pie en medio de la puerta por varias razones. La primera de ellas, era porque su estudio estaba repleto de libros. Libros que de seguro eran muy similares a los suyos en su casa en Icheon. Lo segundo, era el cuadro que pensó, haber dejado atrás en la misma casa, tal cual como lo recordaba. Era como si hubiera replicado su estudio casi a la perfección. Pero lo que más llamó su atención, fue ver a Jeon Jungkook, sentado en el escritorio observándolo.

No podía estar cómodo con esta situación porque sabía que tenía que dar demasiadas explicaciones. Pero si él se encontraba aquí, de una u otra manera, era por qué; uno, Yoongi cumplió su promesa de no hacerle daño. Y dos, tenía algo en mente. La pregunta era ¿Qué? ¿Qué podía estar rondando en la cabeza de Min? ¿Cuál era realmente su plan? Por más que pensara en algo, nada lograba llegarle a la mente. O quizás, estaba tan fuera de sí que no podía formular alguna posibilidad.

Estaba claro que de nada serviría permanecer de pie sin entrar. Así que, soltando un suspiro, entro totalmente en el estudio, llamando la atención de Yoongi de inmediato.

PANDORA  - YOONMIN ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora