PANDORA - YOONMIN ADAPTACIÓN

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La gloría, es para los audaces

Anónimo

La noche, es la ausencia de la luz. En ella habitan toda clase de formas, espectros y demonios. Sirve para hacer toda clase de fechorías y salir impunes. Sirve como excusa para que los amantes se fundan en la intimidad de sus cuerpos y de sus mentes. Sirve como motivo para el pensamiento y la subconsciencia. pero a pesar de todo eso y más, Lee Taemin la veía como el momento de su entrada en escena.

Era en la noche que sus planes se efectuaban en su mente. Era en la noche en que podía gozar de la lujuria en cuerpos de mujeres y hombres desconocidos. Era en la noche en que podía deshacerse de sus males y poner fin a sus cabos sueltos. Sin embargo, también era en la noche en que solo podía darse el lujo de mostrarse débil ante el recuerdo de las dos únicas personas con la que ha estado obsesionado.

La primera de ellas, el hombre que lo cautivo por completo y que no ha abandonado del todo, es quien se lleva su lado sentimental más lejano. Antes había creído amarlo con devoción, pus en él encontró refugio y sabiduría. Creía que él sería su hogar, aquel que le fue arrebatado desde muy pequeño. Creía que él sería su polo a tierra, quien le diera el mundo del amor y la pasión a sus pies. Pero como muy pocas veces, fue traicionado de la peor manera. Había preferido a su enemigo. A aquel ente que jamás pudo destruir. A quien, al principio, creyó que sería como un hermano, pero con el pasar del tiempo, se apodero de todo lo que lo rodeaba. Aquella segunda persona que no abandonaba su mente, se había convertido en la maldita plaga, de la cual, no se podía deshacer. Después de todo, hierba mala nunca muere.

A pesar de eso y mucho más, juro dominar el mundo a su alrededor. Juro hacerse de todo y manipular a los que lo rodeaba a su antojo. Era la única manera en la que sabía que podría sobrevivir. Lo había aprendido del mejor. Es por eso que ideo un plan para hacerse con todo lo que antes no pudo tener. Dinero, riquezas, y poder. Eso último, era lo que más ansiaba y más necesitaba. Ser alguien de quien temer. Y vaya que lo había logrado. Acabo con una familia entera – su supuesta familia – Se hizo con el dinero de sus enemigos y su nombre, resonó en los rincones más oscuros del mundo criminal. Era un rey entre los condenados. Y sí que le gustaba.

Por esa razón, cuando todo su plan se vio frustrado por el fallo de algunos hombres, decidió que lo mejor era reagruparse y establecer un nuevo plan que lo llevara al éxito. No era de extrañarse. Siempre le gusto pensar con la cabeza fría y ser paciente, muy paciente. Hasta que una vez más, sus ideas acertadas dieron frutos.

Ahí frente a él, se encontraba el hombre que lo había perseguido en sus sueños por años. Estaba dormido y pasivo, como siempre lo recordó cuando yacía en su habitación y se escabullía para verle. Era como si hubiera viajado en el tiempo, a aquel lugar del cual no debía desaparecer. Tenía muchos planes para él. Demasiados, pero se justificaba con saber que esa sería su retribución por haber cometido el error de permanecer del lado de su enemigo.

_ Estás hermoso, como siempre.

Miro a sus hombres, quienes permanecían en silencio. Haciendo señales para que se fueran, esperó a quedar a solas con aquel hombre, cuyo destino estaba a punto de cambiar.

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Al otro lado de la ciudad, golpe tras golpe se escuchaba en el interior de una casa. El silenció de la noche solo se veía opacado por los murmullos de los insectos y el sonido del agua moviéndose. Jeon no dejaba de sentirse impotente, mientras veía, sin poder hacer nada, como su amigo Kim Taehyung y el doctor Kim Seokjin eran golpeados insistentemente por un hombre desquiciado. ¿Qué decir de Namjoon? Aquel yacía inconsciente en el suelo, mientras sangre escurría por varios lados de su rostro. Todo se había salido de control, absolutamente todo. Y en lo único que podía pensar, además de que pronto moriría, es que no pudo decirle un último adiós al hombre del cual se había enamorado. Este sería su final, y no habría nada que pudiera hacer para remediarlo.