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Min Yoongi - parte IV

Eran las 8am cuando el pequeño Jimin irrumpió rápido en la cocina. Acababa de despertarse y al ver que nadie se encontraba en la habitación salió corriendo en busca de alguna de las hermanas del lugar. Para su suerte, la hermana Jisoo se encontraba en la cocina, ayudando a preparar el desayuno para los chicos. Hoy era sábado, así que las actividades empezarían algo más tarde.

_ ¡Cariño, pensé que ya te habías despertado! ¡Toma un baño rápido y regresa al comedor antes de que termine esto de aquí! No queremos ser regañados por el padre Shin, ¿verdad? _ La hermana Jisoo sonreía mientras veía como Jimin negaba efusivamente.

Estaba algo preocupada por la tardanza de él esta mañana, pero ¿cómo podía culparlo? La noche anterior, se había quedado esperando hasta muy tarde al pequeño Yoongi, pues desde hace varias semanas, él se encargaba de llevarlo hasta su habitación y cerciorarse de que durmiera plácidamente. Para los demás niños, fue algo sorpresivo, sin embargo, no les causó muchas molestias. Era como si no existieran para el joven, así que mejor para ellos.

Por otro lado, Yoongi había desarrollado cierto apego con Jimin. Iba a buscarlo en la mañana para desayunar, él lo despedía cuando iba a la escuela y cuando regresaba, luego de hacer sus deberes y demás, se encargaba de jugar con él el mayor tiempo posible. La hermana Jisoo estaba más que complacida con esto, pues sus dos pequeños ya no estarían solos. Pero quién le costaba más aceptarlo era el padre Shin, quien al verlos siempre juntos buscaba una excusa para ocupar el tiempo de Yoongi. La hermana Jisoo, no sabía cómo afrontar esta situación, así que solo trataba de hacer lo posible por ver el lado positivo del asunto.

Mientras la hermana terminaba de ayudar en la cocina, Jimin caminaba hasta su dormitorio con prisa para darse un baño y regresar al comedor. Aún no había visto a su Ángel, así que quería tardar el menor tiempo posible. No entendía porque no podía ir a la escuela con los demás, quería hacer amigos nuevos y también aprender. Aunque esto no era un problema, pues Yoongi le enseñaba todo lo que podía cuando ambos pasaban tiempo juntos. Sin embargo, esto no podía ser por el momento ya que sus papeles aún no estaban terminados.

Antes de entrar a su cuarto, Jimin escuchó unos ruidos que provenían del patio trasero del lugar. Eran algo fuertes, así que sin hacer mucho ruido caminó hasta el final de la pared que daba inicio a la entrada del patio trasero. Percatándose de que nadie se había dado cuenta de que estaba ahí, caminó unos pasos hasta que estuvo detrás de uno de los arbustos.

Luego de cerciorarse de que nadie se diera cuenta de su presencia, levantó la vista buscando la fuente de los ruidos y lo que vio le estrujo completamente en corazón. Ahí en frente de él, se encontraba su Ángel rodeado de los demás chicos del orfanato, mientras uno de ellos le golpeaba. Al instante, lo reconoció de inmediato. Era el mismo que había visto las veces en que se escabulle por la noche para visitar a su Ángel.

Era muy pequeño para entender estas cosas, pero su corazoncito dolía cada vez que veía esas marcas de golpes y rasguños en el rostro de su Ángel. Sabía el dolor de ellas y no entendía porque se empeñaban en hacerle daño. Estaba rodeado de gente buena, gente que ayudaba a los demás como él o como Yoongi, pero no entendía porque no hacían nada para salvarle.

Los sollozos se hacían más audibles, provocando que pequeñas lágrimas escaparan de sus ojos. Pero rápidamente las apartó, pues le había prometido a Yoongi no llorar. Tenía que ser fuerte y valiente. De la nada, vio como dejaban a su amigo tirado en el suelo, no sin antes escupir en su cara. Esto solo hizo que quisiera pararse y caminar hacia ese niño y hacer lo mismo que le habían hecho a su Ángel. Pero no podía hacerlo, era consciente de que su fuerza no se comparaba con la de ese chico. Así que solo podía aguardar y esperar a que se alejara por completo.

PANDORA  - YOONMIN ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora