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POV JIMIN

Dijo que pertenecía a un cementerio. Él dijo que podía huir, pero nunca llegaría lejos.

Dime cómo puedo saber si algo es bueno o algo es malo.

Dime ¿Cómo puedo sobrevivir?

Yoongi

Odio el silencio. Sí, es estúpido decirlo, pero he llegado a odiar el silencio. Ya no lo siento como el preludió de tu llegada, ni mucho menos, lo siento como la pauta característica de ti. Tan solo he llegado a verlo como un espacio inservible entre nosotros. Me estoy perdiendo a mí mismo y todo es gracias a ese maldito hábito.

He perdido la ilusión de volver a verte. Al irme de Seúl, deje atrás mi corazón y mi alma. He llegado a ser nada, y es aquí precisamente, en donde me doy cuenta de cómo te sientes. Dime Yoongi ¿he de correr lejos y no llegar a ningún lado? ¿He de permanecer oculto en la oscuridad y tomar un nuevo nombre? ¿He de olvidarme de ti?

Como podría, amor mío. ¿Cómo podría dejar atrás parte de mi alma? ¿Cómo podría correr lejos sin haber intentado recuperarte una vez más? Las noches son oscuras y llenas de temores. La oscuridad me ha consumido por completo al igual que tú. Y solo el dolor que provocan tus recuerdos me mantiene vivo.

Si te dijera que he sobrevivido, sería caer en un eufemismo. Porque no solo he sido obligado a hacerlo, sino que también he sido inducido a cargar con este peso que me agobia. La frustración de haberte fallado, de no haber podido salvarte. Soy un renegado y un débil.

No obstante, tu voz resuena en mis sueños. El eco de tus palabras me alienta a no desfallecer, porque esto aún no termina. Porque aún el destino no lo ha querido así y porque sé, en el fondo de mi corazón, que esta leve esperanza que brota de mi pecho al saber que has obtenido tu venganza, era la señal que necesitaba para emprender mi propio camino de regreso a ti.

Sin embargo, me duele. Duele el hecho que hayas sacrificado tu humanidad para ser libre. Te has condenado mi ángel y no he podido estar ahí para salvarte.

Espera por mí, Yoongi. Espera y mantente vivo. Buscaré la manera de volver a vernos y así, poder liberarte.

Jimin

El hombre de cabello rubio y ojos profundos guardo aquel cuaderno, mientras esperaba la llegada del tren con destino a Busan. Los últimos meses había ahorrado lo suficiente para partir, junto a Boran a la vecina ciudad. La muerte del Obispo Bo Min y la desaparición de Yoongi, no hicieron más que motivarlo a seguir adelante con su plan. Era la única forma de volver a verle y haría lo que fuera por poder hacerlo.

_ ¿Estás seguro de esto? _ Boran terminaba de beber un té caliente, mientras arrojaba el pequeño vaso en un contenedor de basura cercano. La noche anterior, no había podido pegar el ojo en toda la noche, pero no es como si no lo hubiera hecho antes. Solo que estaba vez, tenía una razón válida para no hacerlo.

Desde que encontró a aquel joven en el contenedor de basura, su vida había dado un giro de 180 grados. Jimin – cuyo nombre conoció poco después – le había contado su trágica historia y la forma en cómo llegó a ser víctima de un ser abominable como la de aquel monstruo. Fue testigo del dolor y el llanto que todo aquello había provocado, pero también, de la forma en que la vida toma represarías contra las injusticias. Desde aquel suceso, ya nada había sido como antes y si la mayor parte de su vida la había pasado sumergida en las calles, la presencia de aquel joven le dio una nueva luz a la cual aferrarse. Jimin había llegado a su vida para darle una nueva oportunidad y no iba a desaprovecharla.

_ Lo estoy. Necesitamos un nuevo comienzo lejos de esta asquerosa ciudad. Juntos.

_ De acuerdo. Sí esto es realmente lo que quieres, estaré a tu lado.

El hombre de ojos profundos, la miró detenidamente para luego lanzarle una leve sonrisa y sostener su mano en señal de apoyo. Ambos iban a enfrentarse a un nuevo camino y harán todo lo posible por recorrerlo y sobrevivir.

Los Min. parte III

Min Jae In se encontraba en el pasillo, rumbo a una de las habitaciones de huéspedes, cuando un fuerte grito, seguido de algo quebrándose hizo presencia en el lugar. Corriendo, se acercó a la puerta donde se encontraba el joven de ojos grises. Sin pensarlo demasiado, la abrió, para luego ahogar una exclamación de sorpresa al ver tal escena frente a sus ojos.

El jarrón de la mesa de noche había sido roto. La ventana se encontraba abierta, reflejando las pocas estrellas en el firmamento, mientras aquel joven se encontraba en la esquina de la habitación, con sangre en sus manos. Lágrimas brotaban de sus ojos, su cuerpo se mecía constantemente, mientras leves gotas de sudor surcaban su rostro. Susurros salían de sus labios, pero para aquella mujer, le eran indescifrables. Aquel joven se encontraba en una perfecta agonía y no sabía que podía hacer para remediarlo.

Sin pensarlo demasiado, la mujer cerró la puerta tras de sí y caminó a pasos lentos hasta llegar cerca de la figura frágil y dañada que se encontraba ante ella. Con cuidado, se agacho hasta estar de frente de su rostro y con lágrimas en sus ojos y manos temblorosas, empezó a acariciar su cabello tratando de consolarlo. De inmediato, el cuerpo de aquel joven se tensó, mientras sus murmullos se hacían cada vez más fuertes. Estaba desesperado, y lo único que quería era que aquellas voces en su mente se callaran.

Yoongi no sabía qué hacer. Sus sueños eran perseguidos por las manos de aquel bastardo que hozo dañar su cuerpo. Eran imágenes de las cuales estaba acostumbrado, pero esta vez, eran diferentes, pues en ellas el cuerpo sin vida de su pequeño aparecía de la nada, mientras aquel hombre hozaba tocarlo en su presencia. - Merecía morir. Es lo que se gana por tomarte, mi pequeño – Decía aquella voz que tanto llegó a odiar. Estaba desesperado y lo único que quería era estar en paz.

Jae In solo podía observarlo, preguntándose ¿Qué cosas tan crueles debió haber pasado aquella criatura para sufrir tanto dolor? Era inexplicable como pudieron haberle hecho tanto daño y no poder hacer nada para aliviarlo. Su corazón dolía y en lo único en que podía pensar era en que quería tenerlo entre sus brazos. Así que, tomando aquella determinación, lo envolvió en un abrazo arrollador, mientras llevaba sus manos a su cabello y tarareaba la única canción que podía recordar.

Quand il me prend dans ses bras. Il me parle tout bas. Je vois la vie en rose Il me dit des mots d'amour ... Des mots de tous les jours Et ça me fait quelque chose...

Como si se tratase de un acto de magia, el cuerpo entre sus brazos empezó a calmarse. Los murmullos dejaron de escucharse y los temblores desaparecieron. Aquel joven levantó su rostro para encontrarse con la mujer que día a día había cuidado de él.

_ ¿Q-quién eres?

La mujer abrió sus ojos de sorpresa al escuchar por primera vez en varias semanas la voz de aquel joven. De inmediato, lagrimas brotaron de sus ojos sin poder contenerse.

_ Soy tu madre ahora, mi ángel. 

PANDORA  - YOONMIN ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora