CAPÍTULO 1

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CAPÍTULO 1


(Zoe)

Justo cuando estoy pensando que debería darme prisa porque llego tarde suena mi iPhone. En la pantalla puedo ver el nombre de Sabrina. Decido descolgar y poner el manos libres para poder terminar de arreglarme lo más pronto posible.

- Dame solo diez minutos. Enseguida salgo. – Le suelto, sabiendo que ella sabe perfectamente que no es cierto. Me conoce demasiado bien, aunque solo seamos amigas desde hace un año.

Cuando llegue a esta ciudad ella fue de las pocas personas que se interesó por mí. Se esforzó por conocerme de verdad y gracias a ello ahora somos inseparables. Realmente es mi mejor amiga y vecina, ya que vive en la calle de atrás. Mis padres conocen bien a los suyos de modo que de vez en cuando incluso tenemos cenas familiares juntas. Eso me gusta, desde el primer momento fuimos muy cómplices.

- Si en cinco minutos no sales a la puerta de tu casa donde estoy en mi coche esperándote, me marcho sin ti. Así que más te vale salir pronto. – Dice con una voz calmada, porque sabía que tendría que esperarme, pero con algo de decepción por pensar que podía llegar y encontrarme lista.

- Eso no te lo crees ni tú - y después de decir esa frase riéndome con ella le cuelgo para darme un poco más de prisa.

Me doy unos últimos retoques en el maquillaje después de cambiarme el piercing de la nariz por una argolla plateada, dejo mi cabello largo y ondulado suelto, tras llevarme un rato sin decidirme por recogérmelo en un moño decente o no, y me miro al espejo colgado en la pared que tengo en mi habitación. 

Me he embutido en unas mayas de cuero con una camisa negra de encaje algo transparente, y me he colocado mis botas bajas de tacón. Cuando me observo ante el espejo es cuando veo que he debido engordar un par de kilos en el verano. Desde que Justin y yo lo dejamos lo único que hice fue comer helado de chocolate en casa mientras veía películas durante todo un mes. Claro que él solo veía fiestas y risas en las fotos de mis redes sociales. Nadie podía conocer la realidad. 

La ropa me queda más apretada que de costumbre pero me siento bien con ella. Cubro mis brazos con mi chaqueta de cuero negra con esas cremalleras llamativas que tanto me gustan antes de coger mi bolso y salgo por patas antes de que a Sabrina le dé un infarto de tanto esperarme. 

Bajando el tercer escalón de las escaleras de mi casa recuerdo que no me he echado colonia, un detalle importante para mí, de modo que me giro sobre mis talones corriendo y vuelvo a entrar en mi habitación para utilizar ese perfume que tanto me gusta y que me regaló mi hermano Mike, aunque suene bastante absurdo, puesto que no es un regalo típico de hermanos, él es así. Creo que tiene más detalles conmigo que con su propia novia. Lo cual me encanta porque a esa chica no la trago desde el minuto uno que la trajo a casa hace unos meses. La muy estúpida se quiere hacer mi amiga, pero la lleva clara, conozco perfectamente sus intenciones.

Cuando por fin estoy lista para salir y encontrarme con Sabrina mi madre me para por el pasillo.

- ¿Adónde se supone que vas, jovencita? – Pregunta mi madre, sabiendo perfectamente que voy a una fiesta universitaria una vez más.

- Voy a salir un rato con Sabrina, mamá, te dije esta mañana que hoy saldría - me dispongo a decir, con intención de que corte ya su interrogatorio. Realmente nunca le cuento nada pero siempre lo sabe todo. No se cómo lo hace. Tal vez, es porque sea abogada y está acostumbrada a descifrar si alguien miente o no. Yo sé que ella sabe que es mentira y ella me sigue la corriente. Aunque a veces puede ser muy pesada metiéndose en mi vida, la verdad es que la adoro por este tipo de detalles. Siempre me ha ayudado en todo y no suele juzgarme.

CONFESIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora