CAPÍTULO 17

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CAPÍTULO 17

(Zoe)

Unas caricias en mi muñeca me despiertan. Me doy cuenta de que he debido quedarme dormida mientras Kylian estaba en el baño. Sé que estoy invadiendo el espacio del chico pero mi cuerpo no reacciona a nada de lo que mi mente le pide. Creo que si me muevo puedo llegar a potar. Noto como sus dedos acarician el tatuaje de la pluma que llevo en esa zona y solo espero que no se dé cuenta, pero es tarde, ya ha pasado su dedo más de una vez por mi cicatriz y de repente ha dejado de tocarme. Joder. Parece que el pasado siempre está presente.

- Estás pensando lo mismo que todos, ¿verdad? – consigo decir por fin.

- No tienes por qué contármelo.

- No es lo que crees, no seas otro tarado que piensa que he querido suicidarme alguna vez – le advierto y puedo notar como exhala todo el aire que sus pulmones contenían.

Kylian no dice absolutamente nada pero sé que su suspiro ha sido de alivio. Una vez más alguien me juzga sin conocer la verdad. Aunque tengo que admitir que mi cicatriz da lugar a confusión. No puedo enfadarme con él. Por unos segundos los recuerdos vuelven a invadir mi mente, pero esta vez recuerdos un poco más recientes, de solo hace tres años.

- ¡Mirad! Si es la "chica rana" – Comenzaba a decir Maggie.

- Déjame en paz Maggie.

- ¿Sabes que las ranas no pueden andar por ahí sueltas? – me decía – Bill, Jackson, cogedla, hay que darle su merecido por no dejarnos copiarnos de su examen.

- Zoe, de verdad no tienes que contarme nada, si no quieres.

- Sucedió cuando tenía quince años. Estábamos en el pasillo después de un examen, me cogieron entre varios chicos, y me obligaron a entrar en el aula de ciencias, donde ya no se daban más clases hasta el día siguiente. Me encerraron en un armario por más que patalee y grité que me soltaran. Se largaron dejándome encerrada y permanecí dentro más de tres horas, hasta que comencé a dar patadas a la madera y a intentar abrir la puerta a base de puñetazos. Lo conseguí, la madera se rompió y al salir por el hueco que había conseguido crear me clave unas astillas en mi muñeca – hago una pausa mientras continúo recordando – mi brazo sangraba sin parar pero yo ni siquiera sentía dolor, solo quería salir corriendo de ese sitio – después de mi confesión Kylian vuelve a posar sus dedos sobre mi muñeca y acaricia mi cicatriz, tras un suspiro tensando su mandíbula.

- No tenían derecho a hacerte eso – es lo único que consigue decir.

- Pero lo hicieron.

- ¿Tu familia lo sabe?

- Mi familia solo sabe lo que tiene que saber – suelto tajante.

- Descansa, Zoe – me pide y yo vuelvo a cerrar los ojos de nuevo.

Los rayos de sol inundan la habitación. El cuerpo me quema, noto exceso de calor. La cabeza me va a explotar y mis parpados pesan demasiado como para mantenerlos abiertos. Mi cerebro ordena que mis extremidades se muevan pero parece que mi cuerpo no reacciona. Después de unos minutos por fin consigo abrir los ojos poco a poco ya que me molesta demasiado la claridad que hay en la habitación. Qué raro, mi habitación nunca me ha resultado tan iluminada por la mañana. Comienzo a pestañear varias veces y veo que no estoy en mi dormitorio. Me llevo mi mano izquierda a la cara y me restriego los ojos. 

Empiezo a observar lo que puedo ver desde esa posición al filo de la cama en la que me encuentro y reconozco esa habitación, es el dormitorio de la casa de Kylian. Mierda. Me giro lentamente hasta quedar boca arriba y me encuentro al imbécil sentado, apoyando su espalda contra el cabecero de la cama, mientras le da bocados a una manzana perfectamente roja que sostiene su mano izquierda, utilizando la derecha para manejar su iPhone. 

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