CAPÍTULO 5

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CAPÍTULO 5

(ZOE)

Cuando entré por la puerta de casa tras un largo día de instituto se me ocurrió ponerme unas mayas y mis botines de hacer deporte para salir a correr un rato. Pensé en darle una vuelta al vecindario como solía hacer no hace mucho. Me gusta hacer deporte. Me hace sentir sana y si Sabrina no quiere acompañarme tendré que hacerlo sola. Me resulta más aburrido no tener compañía pero no está mal pasar un poco de tiempo con uno mismo, así me da tiempo de pensar en mis cosas.

Mientras corro escucho buena música en mis oídos a través de los cascos que me compré el año pasado y que han salido bastante buenos. Las gotas de sudor comienzan a caer por mi cuello y noto como mi camiseta cada vez está más mojada. Ello me anima a seguir pero mi cuerpo me está pidiendo que vuelva a casa lo más pronto posible así que decido que para ser el primer día después de mucho tiempo no está nada mal haber aguantado media hora corriendo a una velocidad constante.

Sigo moviendo de lado a lado mi pelo recogido en una larga cola mientras mantengo el trote para no perder el ritmo hasta llegar al jardín de casa. Me decido por entrar por la puerta de atrás esta vez, para llegar antes a la cocina y beber agua cuanto antes. Subo un par de escalones y compruebo que mi madre no ha cerrado esa puerta como suele hacer demasiadas veces para mi gusto. 

Cuando consigo entrar me seco el sudor de la frente con la parte superior de mi mano derecha y cojo una botella de agua del frigorífico. Casi me la bebo entera pero cada vez que lo hago me siento el cuerpo muy pesado, de modo que decido parar aunque siga con bastante sed. Me deslizo despacio y  cruzo por el salón para coger mi maleta y dirigirme a mi habitación. Me doy cuenta de que hay alguien sentando en el sofá y aunque no se le ve bien deduzco que es mi hermano.

- ¡Hola Mike! – digo mientras comienzo a quitarme los cascos y dejo mi iPod sobre la mesa.

- ¡Joder, ya era hora! -Ladra una voz que inmediatamente reconozco que no es la de Mike.

La persona que se encuentra en mi salón se levanta rápidamente del sofá en el que estaba sentado, se gira y me mira enfadado. Uno segundos después sigo sin entender qué coño hace el imbécil solo en el salón de mi casa. Creo que hay algo que me estoy perdiendo. Tal vez me haya desmayado por el deporte y esto sea una alucinación. Continúo de pie mirándolo sin apartar la vista de sus ojos grises y sin decir ni una palabra.

- Llevo veinte minutos esperándote... Tu madre me dijo que llegarías pronto – suelta haciendo una pausa para mirarme de arriba abajo. Parecía que iba a seguir hablando pero sus ojos siguen posados en mí sin decir nada más.

- ¿Conoces a mi madre? – es lo único que consigo decir

- Bueno, ahora sí. Es bastante agradable a diferencia de ti. Teníamos una cita esta tarde y desapareces para corretear por ahí, esto empieza muy mal, Zoe.

- ¿De qué estás hablando? Nosotros no teníamos ninguna cita – respondo lo más rápido posible intentando que mi mente vuelva a estar activa para decirle cuatro cosas a este capullo.

- Habíamos quedado para hacer el trabajo ¿Recuerdas?

- Ya...dame un minuto – le digo para que me dé tiempo a pensar.

Salgo pitando del salón y subo los escalones a toda prisa hasta llegar a mi luminosa habitación. Una vez dentro me siento en la cama y empiezo a asimilar lo que está ocurriendo. Kylian está en mi casa, ha conocido a mi madre y ha estado ahí solo esperándome veinte minutos. Sé que mis padres a esta hora están ambos en sus trabajos y que Mike estará con su novia como todos los jueves, así que eso me recuerda que estamos solos. 

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