CAPÍTULO 37

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CAPÍTULO 37

(Zoe)

- No sé cómo lo haces siempre para convencerme de que duerma contigo – digo mientras me deslizo por el caminito de piedra que lleva a su casa.

- Admite que no me hace falta insistir mucho.

- Lo admito – respondo riéndome.

El camino de vuelta a su casa me ha gustado. Hemos disfrutado de un silencio para nada incómodo durante un rato hasta que hemos empezado a hablar sobre nosotros y seguir conociéndonos mejor. Ahora se cosas típicas como por ejemplo que su color favorito es el azul, que le vuelven loco los cacahuetes y que odia montar en bici.

Al entrar en su casa vamos directos a la cocina. Me muero de sed, necesito un vaso de agua. Ya sé dónde están los vasos, de modo que no me molesto en preguntarle y me sirvo yo sola, mientras él coge algún tipo de zumo de color naranja de la nevera y bebe a chorro. Lo cierto es que esta casa me resulta familiar, me siento cómoda en ella. 

Últimamente he dormido varias veces aquí y me he paseado en bragas por estos pasillos más de una vez. Pensar en lo rápido que pasa el tiempo me hace sonreír, hace solo unas semanas estaba riéndome de Kylian y retándolo a que se enrollara con su amigo. Admito que desde un primer momento me gustó pero eso jamás lo revelaré ante nadie. Me giro sobre mí misma con mi vaso de agua sujeto en una de mis manos y lo observo mientras continúa bebiendo aquel líquido.

- ¿Quieres irte a dormir ya o prefieres quedarte un rato en el salón? – me pregunta.

- Quedémonos un rato aquí abajo – sugiero.

Guarda la botella dentro del frigorífico y sin terminar de cerrar la puerta del mismo me indica con la cabeza que camine hacia el salón. Una vez dentro enciende la televisión y pone un canal donde televisan algún tipo de programa entretenido donde muestran las casas de los famosos.

- No sabía que te gustaban esas cosas – le digo.

- Y no me gustan, pero entretienen.

Me quedo descalza dejando mis tacones a un lado en el suelo y mi cuerpo se relaja al notar la sensación del suelo frio bajo mis pies. Me recuesto colocando mi cabeza sobre su regazo y mi chico comienza a acariciarme la cara y a jugar con mechones de mi pelo.

- ¡Mierda! No tengo las cosas de clase aquí ni ropa adecuada para ir mañana a clase.

- Mañana pasaremos antes por tu casa y podrás cambiarte.

- Está bien – digo pensando – tengo que avisar a Mike de que no duermo en casa.

Me levanto de nuevo y cojo mi IPhone de la mesa donde lo había dejado para escribirle un mensaje a mi hermano.

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