CAPÍTULO 26

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CAPÍTULO 26

(Kylian)

Mi cuerpo no reacciona pero en mi mente la tengo en brazos sin apenas aire en mis pulmones por estar comiéndomela a besos. Tenía claro que iba a salir corriendo nada más escuchara lo que tenía que contarle. Podría haberle contado cualquier chorrada creíble pero quería hacerlo. Quería que supiera la clase de persona que soy, que era, porque estoy intentando cambiar. Sin embargo, aquí sigue, después de escuchar como un borracho de mierda dejó en coma durante una semana a un niño de cuatro años, sabiendo que intenté huir.

Los remordimientos siguen dentro de mí, no puedo negarlo. Nadie sabe lo que siento, excepto ella, acabo de confesarle lo horrible que me sentí por todo aquello y le he contado que he intentado tener contacto con la familia después del accidente, cosa que no saben ni mis padres. No sé qué tiene esta chica pero hace que quiera ser mejor persona. Tengo que seguir cambiando, como pensaba hacerlo.

- Eres preciosa – digo observando esos ojazos verdes.

Su cara cambia de una expresión comprensiva a avergonzada. Evita a toda costa que sus labios formen una curva hacia arriba pero no lo consigue. Se mira los pies descalzos a la vez que sus mejillas se enrojecen aunque no tanto como otras veces que la pillo más desprevenida. Lleva una simple camiseta de chico y está increíble. 

Su pelo está alborotado por haberse secado mientras dormía y tengo ganas de entrelazar mis dedos en él y desenredárselo con delicadeza acariciando cada mechón. Ambos seguimos sentados uno al lado del otro rodeados por el silencio aunque esta vez no es nada incómodo. Nos miramos pero ninguno dice nada, solo nos observamos los rostros.

- ¿Puedo pedirte algo? – pregunto rompiendo el silencio.

- Prueba – me anima.

- Canta para mí – sugiero.

- ¿Qué? No. Ni hablar – dice negando con la cabeza y las manos a la vez.

- Vamos, ya lo hiciste la otra vez, en el coche.

- Tú lo has dicho, en el coche. Era diferente. Me salió solo, nunca he cantado para nadie, yo no sé cantar.

- Pues a mí me gustó como sonaba tu voz. Vamos, solo una vez – le suplico poniendo ojitos de cordero.

Me levanto del filo de la cama y me dirijo hacia la habitación de mis padres para coger mi guitarra acústica. Está colocada sobre un soporte de madera. La guitarra es negra con la parte frontal de un tono turquesa oscuro que se difumina con el color negro. Adoro esta guitarra, la guardo como si fuera un tesoro. Mi madre me la regalo cuando tenía doce años y desde entonces es mi favorita. Quiero tocar algo para que Zoe vuelva a mostrarme esa voz tan preciosa como ella.

Vuelvo a la habitación con la guitarra en mi mano y creo que ella se ruboriza aún más viendo que voy en serio. Cierra sus ojos y niega con la cabeza a la vez que se ríe llevándose las manos a su boca. Me siento en la cama doblando una pierna totalmente y dejándola debajo de mí mientras la otra cuelga por el filo de la cama y me coloco en posición esperándola con media sonrisa.

- Venga, yo te sigo. – le comunico.

- Te odio – dice suspirando con una sonrisa.

Pensaba continuar con mi petición pero me sorprendió de un momento a otro.

- You shout it out... - Comienza a decir con entonación apenas susurrando.

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