CAPÍTULO 11

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CAPÍTULO 11

(Zoe)

Son las doce de la mañana y los gritos de mis padres me han despertado. No soporto cuando discuten, se dicen cosas muy feas y siempre uno de los dos se va de casa durante un buen rato. Esta vez parece que ha sido mi padre el que ha decidido largarse. Lo peor es que las discusiones son por cosas insignificantes pero al escucharlos parece que se trata de algo totalmente grave. 

Me disgusta escuchar cómo se hablan pero sé de sobra que dentro de un rato se reconcilian y parece que nunca ha pasado nada de lo que hemos escuchado todos en casa. De todas formas no he podido descansar bien ya que mi puñetero móvil no ha parado de vibrar casi toda la noche. Imagino que será Sabrina contándome por qué desapareció anoche pero la verdad es que parezco un zombie, solo quiero dormir. 

Justo en ese instante vuelve a vibrar el iPhone y descuelgo preguntando quién es. Nadie responde y cuelga, de modo que lanzo el móvil otra vez a la mesilla e intento seguir durmiendo pero ya me resulta imposible.

Me incorporo en mi cama para beber agua de la botella que siempre guardo debajo de la mesilla de noche ya que siempre me entra sed de madrugada y no me hace gracia pasearme por la casa a esas horas. Me quedo un rato mirando fijamente la pared de enfrente hasta que la vibración de mi móvil me hace maldecir de nuevo y volver al mundo. Sigo sin interesarme en mirar quien me está llamando, prefiero intentar recordar todo lo que ocurrió anoche ya que en principio solo tengo una especie de flashes. Recuerdo que me quedé un buen rato sola porque Sabrina y mi hermano desaparecieron, y que el imbécil me tiro el bolso a la fuente. 

Este tío es un tremendo capullo pero joder que guapo estaba ayer, y la imagen de él mordiéndose el labio mientras me obligaba a pedirle con educación que me devolviera mi bolso me hace estremecerme. Creo que debería darme una ducha fría. Busco mis zapatillas dentro del armario y me las pongo mientras noto que me duele bastante la mejilla y es entonces cuando la imagen de ese estúpido golpeándome la cara se me viene a la cabeza. 

Mis pies se deslizan lo más rápido posible por la moqueta azul hacia mi tocador donde tengo un espejo ovalado. Cuando veo mi reflejo no puedo evitar poner una cara de horror. A parte de llevar todo el maquillaje corrido, en la mejilla tengo un completo desastre de color morado, me lo rozo con los dedos y hago inconscientemente una mueca de dolor. Joder, me he peleado con otras chicas pero nunca con un chico, ahora entiendo por qué, recuerdo como casi me tumba ese capullo con un solo golpe. Esto no puede quedar así, encontraré la forma de reventar a ese desgraciado por dejarme la cara como la tengo. 

Inmediatamente pienso en mis padres cuando descubran como tengo la cara, creerán que he vuelto a pelearme y me llevaré una buena bronca. Cojo una muda de estar por casa y ropa interior antes de dirigirme sigilosamente hacia el baño donde me doy una ducha helada, la cual me sienta de maravilla. Consigo dejar mi cara limpia del desastre con el que llegué a casa. Dejo secar mi pelo al aire colocándome con un peine la raya en medio y me muevo hasta mi habitación donde consigo maquillarme de forma disimulada el moratón que cubre mi mejilla dolorida.

Antes de bajar al piso de abajo para comer algo, paso por la habitación de Mike que al tener la puerta cerrada no sé si está dormido aún o no. Abro la puerta de forma delicada por si continúa durmiendo pero no le veo por ninguna parte. Su cama está intacta, y es un detalle que me extraña ya que nunca suele hacer la cama tan temprano un día en fin de semana. ¿Será que no ha venido a dormir? Debería llamarlo, quizás mis padres creen que él está aquí, pero yo cada vez tengo más claro que no pasó la noche en casa, solo espero que no fuera a buscar a su estúpida novia. A quién sí está claro que debería llamar es a Sabrina, desapareció sin avisar de la fiesta y me dejo totalmente sola. 

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