Capitulo 12

200 25 7
                                    

Cuando creí que había captado mi mensaje de que me dejara sola, apoyó sus manos en mis rodillas.

También estaba la opción de que fuera otro "ser", pero estaba claro que no era Julia. Dudaba que alguien más quisiera hablar conmigo ahora. Más bien vendrían por otra razón.

-- Sé que no quieres hablar conmigo, pero vas a escucharme. -- me planteé alzar la cabeza, pero decidí seguir escondida entre mis brazos. Esperé a que siguiera hablando. -- Puede que no te hayas dado cuenta, pero no me pasas desapercibida, de ningún modo. Odio estar enfadado contigo, y más ahora, porque sé que necesitas ayuda. No voy a dejar que te hagan nada, ni Julia, ni mi tío. Estoy aquí por ti. Y esto no es algo que acostumbre hacer.

Hice caso a lo que me decía el corazón en estos momentos, y alcé la cabeza. Me encontré con esos ojos azules, y no pude apartar la mirada de ellos. Brillaban, pero no más que los míos. Era demasiado débil, y creía plenamente en lo que deseaba y me convenía creer.

-- Mi intención nunca fue hacerte daño, bueno, tal vez giré la cabeza hacia un lado al principio, pero no quería herirte, ni física ni mentalmente, y puede que creas que hice mal al no contarte que habías comprado una casa "embrujada", "encantada", o como quieras llamarla, pero ¿qué querías que hiciera? ¿que te dijera que todo aquello en lo que no creías que era real? ¿que los rumores eran ciertos? ¿que habitaban auténticos fantasmas bajo el mismo techo en el que tú vivirías? En cuanto te conocí mejor, no pensé que fuera lo correcto.

Ambos nos quedamos callados después de eso. Yo tratando de asimilar todo lo que me había dicho, sintiéndome un poco estúpida al creerle. No me cabía duda de que lo que decía sobre los fantasmas era cierto, aunque pareciera de locos. Es obvio que no iba a despertar, que esto no era una pesadilla. Más bien no era un sueño convertido en pesadilla, sino la realidad transformada en una peli de terror.

Al menos él había dicho lo que yo quería oír. Que estaba aquí para mí, lo que yo apreciaba.

Inspiré, pensando en qué sería lo primero que le dijera desde nuestra pelea. Por alguna razón notaba toda esta situación totalmente diferente a nuestras antiguas conversaciones. Como si antes no tuviera sentido lo que dijéramos, pero ahora nos conociéramos más y supiéramos exactamente cómo iba a sentarle los comentarios al otro y qué íbamos a sentir.

-- ¿Por qué soy yo diferente? -- pregunté, descartando todo lo demás, y sorprendiéndome a mí misma. Esa era mi gran duda, y temor.

Me sonrojé inevitablemente, bajando la cabeza y rezando por que no me hubiera oído. Demasiado tarde.

Sin embargo, él la alzó de nuevo con sus dedos, para estar seguro de que le mirara a los ojos cuando contestara. Suspiré al verle tan de cerca.

-- Porque me gustas.

No me dio tiempo a abrir los ojos por su comentario inesperado, cuando se cerraron al sentir sus labios sobre los míos al descubrir en ese momento un oasis de tranquilidad y felicidad. Me cogí a sus hombros para poder acercarme más a él, o que él se acercara a mí. Su mano seguía sosteniéndome la barbilla, pero ahora estaba ligeramente estirada para acariciarme. No podía pensar en nada más, hasta que se separó lentamente.

Se puso en pie, tendiéndome su mano para poder levantarme de la cama. Lo hice, quedando tan cerca de él que tuve que dar unos pasos hacia detrás. Ahora estaba nerviosa, ¿y si lo había hecho mal? Con las veces que él habría besado a una chica... Y la poca seguridad que tenía con los chicos...

-- Y, ¿qué opinas? -- preguntó, sacándome de mis pensamientos.

-- Eh, yo... em, -- mi corazón latía en mi oreja, y no era una sensación agradable para después de lo que acababa de vivir. Sentía el sudor emanar de las palmas de mis manos.-- no... no lo sabía.

No confies en los fantasmas || Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora