Reaccionó igual de mal que como había imaginado en un principio. Tenía la mandíbula tan apretada que me dolía mirarla.
Se levantó de la mesa en la que estaba sentada con un movimiento para nada elegante y que carecía de modales.
Venía hacia mí, y me enderecé hasta que mi espalda chocó contra la pared. La manera en que me miraba me hacía querer levantarme e irme corriendo escaleras arriba, aunque me jugara mucho al hacerlo. Joder, no sabía cómo se me había ocurrido abrir la maldita boca.
Sin embargo, me quedé sentada en mi sitio sin desviar la mirada. Todos tenían su atención en mí, y se me vino una idea fugaz a la mente. Para llevarla a cabo, lo que tenía que conseguir ahora era que Julia no me matara, luego esperar a que se entretuvieran con otra cosa, quizás una pelea entre ellos, e irme disimuladamente.
Qué idea más de locos. Pero estaba desesperada. Aquí no iba a correr mejor suerte.
Apretó su puño elevando su brazo, para poder darme más fuerte. Me puse nerviosa, intentando echar la pared abajo para poder arrastrarme lejos de ella. No funcionaba, y me vi obligada a cerrar los ojos para no saber cuando iba a ser el golpe ni que viera el temor brillar en mis ojos.
-- No hagas estupideces, acabarás peor que ella si desobedeces.
Abrí los ojos lentamente, esperando que quienquiera que hubiera dicho eso la hubiera hecho recapacitar.
Vi que ese chico la tenía cogida por un brazo, y que ella me miraba mientras que sus fosas nasales se abrían y cerraban exageradamente. Me odiaba más a mí de lo que creía que podría ser capaz todo el mundo junto.
¿Desobedecer a quién? ¿Quién existía en el mundo para pararle los pies a Julia? Tenía una ligera idea, pero no quería creerla. Atribuirle tanto poder a una persona no era sano.
-- A la próxima no vas a salvarte, que lo sepas. -- dijo, para luego dar media vuelta y sentarse en su respectivo lugar. -- Estos humanos, cada año más impertinentes y creídos. ¿Creéis acaso que sois la raza dominante? ¡Os cagaríais en los pantalones si vierais de lo que somos capaces! -- sus ojos literalmente llameaban, y me transmitieron un sentimiento tan intenso que tuve que apartar la vista. Sentía que podía matarme sólo con pensarlo.
Tragué saliva, sin verme capaz de abrir los ojos. Lo que decía no podía ser verdad... no. ¿Cómo iba a existir una raza más fuerte, inteligente y rápida que los humanos, y que nadie lo supiera? Además, seguro que tenían un punto débil.
-- Ni siquiera se dan cuenta de todo el daño que están haciendo a este planeta. ¡Y tenemos que pagarlo todos! ¡Ugh! -- movió sus manos bruscamente. -- Cuando tenía tu edad, todo estaba mucho menos contaminado, y menos edificado. Lo único que hacéis es destruir.
Quería contestar a eso, teniendo en cuenta que no podía tocarme, aunque no quería pasarme, sobre todo porque parecía ver únicamente lo malo en nosotros, pero realmente no sabía qué decirle. Cuando tenía tu edad...
Por suerte, la puerta del sótano se abrió antes de que firmara mi sentencia de muerte por segunda vez después de haberla firmado con el alquiler de la casa.
Mi corazón latió más deprisa. ¿Había llegado la hora de conocer al famoso tío de Luke y padre de Julia?
Tenía miedo. Estaba segura de que sería él. No había nadie que fuera a venir a salvarme de él, y por como todos hablaban de él podía asegurar que era temible, y que se había ganado ese título a pulso. Nadie le hacía sombra.
Sus pasos resonaron por todo el sótano mientras bajaba por las escaleras. Todo quedó en silencio. Algunos incluso bajaron la cabeza.
Abrí enormemente los ojos al ver cómo entraba un señor de mayor edad que todos los fantasmas con los que me había cruzado. No era muy alto, tenía el pelo rubio, a pesar de que por lo que aparentaba debería haber algún que otro mechón gris. Apostaba que tendría la fuerza que el que me había traído aquí, a pesar de su edad. ¿Qué eran? ¿Invencibles o algo?
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No confies en los fantasmas || Luke Hemmings
FanfictionSolo una chica normal, en una casa no tan normal.