VII

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James:

Como todos los fastidiosos años, en Bloody Moon celebrábamos el aniversario de aceptación humana, en dónde lobos y humanos conviven pacíficamente.

Claro, muchos piensan que es por folklore y tradición, pero en realidad lo hacemos porque así demanda la costumbre lobuna, nunca olvidar lo que te hizo crecer.

Mi padre fue el que abrió este decreto hace unos 200 años, cuando se encontró con mi madre: una humana.

Y a pesar de ser una humana, mi madre logró vivir muchos años, más de lo que se estima para los seres como ella. Supongo que fue por el vínculo que tenían, o por la fuerza de voluntad que mi padre ejercía, muy poderosa debo admitir.

Sin embargo, no quiero pararme entre toda esa gente a dar un discurso, no me siento con los ánimos para eso.

Si no hubiera sido por la creciente insistencia de mi hermana, definitivamente no me estaría presentado en el evento ahora mismo.

Pero a rastras, ella y Elías me han traído.

En cuanto llegamos, pude notar que hay muchos más humanos que el año pasado, así que subí mi voluntad sobre mi manada para evitar de manera más eficaz el penoso incidente de que alguien se transforme en lobo frente a algún humano.

Ruedo un poco entre los puestos de comida que hay por ahí, hasta que una chica demasiado ebria cae sobre mis pies, al instante la reconozco, es una de mis mejores rastreadoras: René.

-Mujer, levántate-

Mi fastidio disminuye en cuanto observo que se ha quedado inconsciente, llamo a mi beta por el link.

-Hermano lamento molestarte, pero René ha caído en la plaza mayor, necesito que la lleves a mi casa, está muy ebria, podría cometer una estupidez-

-Como ordene el Alpha-

Ya me estoy cansando de que me hable tan amable. En cuanto mi beta llega por ella, yo sigo de largo, hasta ver a Emma que me anuncia que ya debo dar mi discurso.

Subo al escenario improvisado que han colocado en el centro de la plaza, entre aplausos y gritos, doy el discurso que mi hermana ha preparado ya que en serio, no planeaba asistir.

Después de un par de minutos, bajo del escenario, todos aplauden y vitorean, hasta que un delicioso aroma invade mi nariz, el mismo aroma del aeropuerto: chocolate.

Pero hay algo más, algo que se parecía a: frutos rojos.

(¡Mate! Es nuestra mate, debemos ir por ella, ahora.)

No lo pienso dos veces, la felicidad y la intriga toman posesión de mí, Jack esta frenético.

Mientras corro con mi velocidad humana, el aroma se va intensificando, sin embargo, hay una barrera de personas que me impiden pasar por donde el origen del aroma me llama, así que tomo el atajo del bosque.

Más y más feliz me siento mientras más me acerco a mi mate, y en cuanto la veo, mi corazón comienza a latir frenético.

Está de espaldas a mí, se ve hermosa con ese vestido largo.

Pero en cuanto veo que otro hombre intenta besarla, mi furia despierta infernalmente. Corriendo para evitarlo, la tomo de la cintura y la acorralo en un árbol.

-Mía- Gruño en sus oídos, bajo mi cabeza a su precioso cuello, sin poder evitarlo, me embriago de su alucinante aroma, ese aroma que solo he podido rezar por encontrar en todos estos años de soledad perpetua -Solo mía- Repito saciado, feliz, completo.

Su cuerpo pasa de estar rígido a relajarse increíblemente, levanto la cabeza, se ha desmayado.

-No puedes hacerme esto James- Reconozco esa voz, y no me gusta para nada saber a quién pertenece.

-Gabriel- Digo mientras tomo a mi compañera en mis brazos, inconsciente.

Quiero matarlo por estar a punto de besar a mi mate, pero no puedo, después de todo, es mi hermano, mi pequeño hermano.

-Estaba a punto de marcarla- Sus ojos se vuelven grises. -La iba a marcar como mi compañera de linaje-

Aún más furioso, intento controlarme, mi voluntad está elevándose fuera de mi alcance, la manada lo está sintiendo y se comienzan a poner alerta.

-Ella es mi pareja natural Gabriel- Digo lo más calmado que puedo -Somos mates, con más razón tengo derecho sobre ella-

En seguida Gabriel se transforma en un enorme lobo marrón.

-No te dejaré llevártela, sobre mi cadáver.-

A punto de obedecer a mis instintos, tomo mi forma lobuna, mi color gris obscuro se alza un poco, mi compañera se encuentra en mi espalda.

Aúllo por instinto, mis guerreros vienen a mí, la fiesta ha terminado.

Sin embargo, no contaba con los humanos curiosos, uno de ellos se pasó por el atajo del bosque viendo la escena, apenas he logrado percatarme de que, seguramente, lo ha grabado todo con su móvil.

Las ganas de proteger a mi compañera aumentan, me abalanzo sobre el humano, él tira su teléfono, mando una orden a mis guardias para que capturen a ese humano y la evidencia, yo sigo corriendo con mi compañera, no pienso ir por Gabriel, no quiero más peleas con él, además, debo averiguar qué le pasa a mi mate.

Por fin te tengo conmigo, gracias, Diosa Luna.

E.

-La representación de la conexión mental entre dos o más hombres lobo se ve así-


El llamado a la Luna #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora