XVII

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Roo Lancaster:

-¿Qué tenemos aquí?-

Dirijo mi mirada a aquel lobo despreciable, está hecho de verdad una pena, los años le han pasado y puedo notar que ha sido torturado antes de llegar hasta mí, una cortesía de Dimitri, seguramente para hacer la farsa más realista.

-Mi señor...- Se dirige a mi Dimitri, mi más leal hombre, mi beta.- Este hombre quiere hablar, dice que tiene información muy valiosa.-

Hago un gesto con mi mano para que le quiten las cadenas al lobo. En cuanto lo hacen, cae a mis pies sumisamente.

-No lo puedo creer... Tú-

-Mi señor, quiero unirme a usted y a su clan-

Me río fuertemente, de todas las personas que esperaba que se unieran a mí... Realmente no me esperaba que fuera “él”, tengo mis técnicas para poder forzar su unión, pero suponía que primero me divertiría un poco.

-¿A qué debo que quieras unirte a mí?-

-Venganza- En sus ojos brilla algo que yo conozco muy bien, ira desenfrenada, dolor, pena... Puedo formar al guerrero que me sustituirá en esta misión... O puedo formar mi propia destrucción.

-¿Contra quién?- Le pregunto.

-La Diosa Luna y todos sus hijos bastardos- Dice cada palabra con el veneno que su odio ha creado.

Lo dice sin pensar, levanta su rostro con orgullo, como si esas palabras fueran sagradas, como si de eso dependiera toda su existencia, su razón.

-¿Estás en completa seguridad de lo que quieres?, Esto no es ningún juego.-

-La Diosa me ha fallado más de una vez, y aun cuando le pedí consuelo y guía, me lo negó, quiero esto, pelear a su lado para destruir este dolor-

-Excelente, ¡Dimitri!, Trae las cosas-

En seguida sale por la Luna que tenemos encerrada, el alfa sabe que no la hemos matado, aunque a la junta les hizo creer eso para que no hicieran nada al respecto, me alegra saber que teme a mi palabra.

La mujer grita, pide que la dejen ir, puedo oler su miedo, es una loba fuerte, pero aquí termina todo ese valor que demostró en batalla.

-Mi preciosa Marisa... Me alegro de verte ¿Estás cómoda? – Le digo a la loba en cuanto llega.

-Maldito...- Escupe ella con un odio sórdido.

Dimitri la deja caer a mis pies, ya sabía que esta mujer tarde o temprano se doblegaría.

-Marisa... Voltea, a que no sabes quién está aquí -

A regañadientes la loba voltea, y cómo me lo esperaba, su reacción fue de suponerse.

-Tú... ¿Qué haces aquí?- Está pálida e incrédula por verle.

-No es modo de recibir así a las personas Marisa-

El “lobo” mira a la mujer, se conocen bastante bien.

-Mi peludo amigo... ¿Me harías el honor?- Lo miro sonriente, ¿Qué mejor prueba de lealtad que esta? -Dimitri... Dale tu cuchillo de plata, rápido-

Mi amigo se lo da en seguida, las manos del lobo comienzan a “sangrar”, se supone que por ser “hombre lobo”, la plata le quema, sin embargo, este es otro mecanismo para nuestra farsa.

-Quiero que tú me des la sangre de esa Luna- Hablo firme mientras mi voluntad se irgue poderosa y orgullosa ante mis hombres.

El muchacho se acerca a Marisa, la mira con lastima.

-¡No lo hagas! Huéleme, estoy embarazada, tú no eres este monstro.-

El lobo me mira, yo sigo sin apartar la vista, mi voluntad ahora también le está afectando a él, me está reconociendo como su nuevo alfa.

-Lo lamento Marisa, pero las cosas deben ser así-

El muchacho apuñala el corazón de la loba una y otra vez, mi risa suena por todo el lugar, realmente... No creí nunca que se atreviera a tanto, esta farsa ya ha llegado muy lejos.

Me acerco rápidamente para alejarle del cuerpo ahora sin vida de Marisa, su sangre sale a chorros.

-Ven, ven conmigo ahora- Se acerca de forma temerosa a mí sin soltar el cuchillo de plata.

Se lo quito de las manos y lo tiro lejos mientras Dimitri se acerca con una copa llena de la inocente sangre de Marisa.

-Yo el Alfa Roo Lancaster te acepto a ti en mi clan a cambio de tu lealtad absoluta -

Le extiendo la copa que Dimitri a puesto en mis manos, esta persona me mira y después con voz alta me jura su lealtad o la muerte antes de traicionarme.

-Bébela hasta el fondo, y tendrás inmunidad ante la plata-

Se lo bebe sin pensarlo completamente. Ahora todos los presentes creerán que el supuesto lazo que le unía a la Diosa como uno de sus hijos está roto.

Es la única forma de ser inmunes a la plata, todos mis subordinados lo han hecho, como yo, es por eso que este paso es tan importante.

Solo así pueden unirse a la causa… Y no hay marcha atrás.

-Mi señor... La manada Bloody Moon ya tiene Luna- Me dice en cuanto se limpia los restos de la sangre de la boca.

-Excelente... Iniciaremos un plan de ataque... Y tú... Serás mi principal ayudante-

-Por supuesto mi señor -

Los lobos comienzan a aullar en aceptación al nuevo miembro.

-Te damos la bienvenida- Le susurro, esas palabras solo quedan flotando entre ambos.

E.

El llamado a la Luna #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora