XLV

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Sofía:

Despierto por la lúgubre luz que se asienta en la habitación, la cabeza me da vueltas.

Debe estar obscureciendo puesto que a penas y unas motitas de luz me dejan ver el polvo que hay en la habitación.

Los recuerdos vuelven a mí.

No sé porque, pero me siento débil, aún más débil que cuando Gabriel me llevó en su lomo.

Me quito las sábanas que huelen a humedad, la habitación es demasiado lujosa a pesar de parecer que no ha sido cuidada en bastante tiempo. No reparo en que tengo un vestido blanco y en que mi cabello huele a rosas, bueno, toda yo huelo a rosas.

Probablemente alguien me ha bañado y se ha encargado de mantenerme un poco presentable.

Temblorosa, pongo ambos pies en el suelo, al instante caigo, la respiración me falla y un sentimiento de abandono y muerte se apodera de mí.

Me levanto apoyándome de la mesita de noche polvorienta, mi respiración sigue entrecortada, el cuerpo me duele, mi piel está sudando, y mi corazón aún se siente roto.

En mi mano izquierda hay una intravenosa conectada a un par de bolsas que cuelgan de un tuvo metálico que las sostiene, me arranco la gasa blanca de la piel, con dolor retiro la aguja, el tuvo se llena de un poco de sangre cuando lo retiro, la herida es minúscula, pero gotea sangre.

El mareo aumenta, me sostengo un momento de la cama, todo me da vueltas y no puedo enfocar bien.

Voy dando tumbos a la puerta, giro la perilla que para mi suerte no está cerrada, el pasillo es largo y muy frío, me agarro de las paredes que apenas están iluminadas.

Mi olfato mejorado me lleva a la parte más obscura del pasillo, en donde el aroma de Gabriel se siente más fuerte.

Conforme avanzo, mi oído alcanza a captar su voz.

-Fue al sur, deben seguirla para que no haga una estupidez-

Espera un poco, nadie responde.

-¿Qué está pasando Senka?-

Ahora lo entiendo, está hablando por teléfono, pero... ¿Teléfono?

Debemos estar muy lejos de casa para que no utilice conexión mental.

-¿Estás segura?-

Su voz suena doliente y fría, tan fría que me da miedo.

A ese punto ya estoy frente a la puerta, no sé si no me huele, pero escucho que aún no detiene su llamada con Senka.

-¿Sabes lo que eso significa? Lo que le pasará a ella- Golpea furioso su escritorio -¡Prometieron cuidarla! Nadie sobrevive a eso-

Abro la puerta al tiempo que él brama una oración que se me hace horrible.

-¡James está muerto, y ella también morirá!-

Es muy tarde, él se percata que estoy ahí.

-Sofia...- Intenta acercarse, pero yo me aparto de él, aún sin creerlo.

-No es verdad- Lo siento dentro de mí, él no ha podido morir.

-Sofia... Yo... Lo lamento-

-¡No es verdad!- Grito de forma desesperada.

-Es verdad... El consejo recibirá la noticia pronto- Dice Gabriel bajando la mirada -Lamento que te hayas enterado así...-

Me caigo al suelo y comienzo a llorar, el pecho me arde y devuelvo el estómago que está completamente vacío, solo una masa viscosa y transparente sale de mí.

Gabriel es muchas cosas... Pero no me ha mentido, nunca...

James ha muerto.

Todo se vuelve negro en cuanto pienso en esa posibilidad.

E.

El llamado a la Luna #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora