La puerta rota.
Tengo la sensación de haber engañado a todo el mundo, me carcome la culpa de no poder decirle nada a mis amigos. Jamás hay secretos entre nosotros. Sobre todo con Dos. No sé qué hará cuando se entere. No me quiero imaginar la mirada de decepción que tendrá por no haberle contado algo tan importante. Estando en la otra posición yo me sentiría decepcionada. Así que supongo que entenderé sus sentimientos.
Siempre que me encuentro en la cama me pongo a reflexionar de todo lo que he vivido y me acabo creando mis paranoias. Al creerme mis paranoias me ilusiono mucho o creo que va a pasar lo peor. No sé si alguien le pasará igual, pero es una sensación horrible. Porque piensas que va a pasar algo bueno y al final no pasa. En la otra situación te imaginas lo peor te estresas y te angustias, más de lo que deberías.
Muchos os preguntaréis por el trabajo... pues mi maravillosa y para nada gritona madre, a pesar de que mi nariz había curado perfectamente no me dejaba ir a trabajar. Eso me ponía el doble de estresada. Ya que el dinero no iba a dar para pagar los gastos de la casa. A menos que tuvieran una ayuda extra de alguien.
Me levanto de la cama, salgo de la habitación y voy hacia el baño a realizar mis necesidades primarias. Cuando estoy lista me veo en el espejo. En él veo reflejada a una chica con el pelo desastroso y unas legañas enormes que parecen ojos. No entiendo como la gente puede levantarse de la cama y estar con el rostro perfecto. Yo creo que eso no existe.
Después de sacarme las legañas, me saco el pijama y dejo que el agua fría moje mi cuerpo relajándolo y me froto con la esponja. Le doy a la manilla del agua caliente y dejo que caiga sobre mi cuerpo unos diez minutos. Es el tiempo que puedo dejar para no acabar con el agua caliente. Es poco, pero satisfactorio. A veces escucho a la gente que tarda 40 minutos en la ducha. Me da un poco de envidia pero después recuerdo que el agua da mucho gasto. Apago el agua y salgo de la ducha. Enrollo mi cuerpo con una toalla y voy hacia mi habitación para vestirme. Me pongo unos pantalones vaqueros, una blusa blanca, no me pongo nada en los pies. Amo sentir el frío del suelo, bajo mis pies.
Voy hacia la cocina a por algo de comer y encuentro la casa vacía, ya me había acostumbrado a estar sola en casa. Aisha normalmente se iba con sus amigas. Esa niña tenía más vida social que yo. Siempre que podía me lo restregaba. Mis padres estarían buscando trabajo, enviando sus currículums.
Estaba preparando los cereales, cuando de repente suena el timbre. Dirijo mi vista hacia la puerta y voy hacia ella con la cuchara de mis cereales en la mano. Por inercia alzo la cuchara por encima de mi cabeza, por si acaso, es alguien peligroso.
— ¿Qué haces con una cuchara, ibas a atacar a alguien con una cuchara?- enarca una ceja Eros y se ríe.- Espero no estar babeando en este momento.
— Tranquila, no estás babeando, pero eso no significa, que no estés mojada en otros sitios. - sonríe cínico y mueve sus cejas. Frunzo el ceño y el calor se me acumula en las mejillas. Si me compararan con un tomate, la verdad no sé cual de los dos estaría más rojo.
— Primero, ¿qué haces aquí? Segundo, una cuchara es un arma eficaz para golpear a alguien. Tercero, ¿cómo has sabido lo qué pensaba?¿Eres un demonio o un vampiro! - vale, a lo mejor me he pasado al decir esas palabras, pero no es normal que alguien te escuche los malditos pensamientos. Mientras decía mis preguntas y aclaraciones el rostro de Eros, cambió de confusión a la risa para después pasar a estar sorprendido.
— Pf, estás loca princesita. Lo de babear lo dijiste en voz alta. -me mira divertido y yo lo miro con el ceño fruncido al escuchar el apodo. No me gusta. Yo no soy ninguna princesa. Encima parece mi padre diciéndome así. — Me vas a dejar pasar o me vas a dejar pasar. - oh, dime que eso no ha sido una orden. Alzo las cejas y le cierro la puerta en la cara. Lo escucho maldecir y no me puedo sentir más satisfecha. Le he cerrado la puerta en las narices al rey del instituto. No me puedo sentir más orgullosa. Camino hacia la cocina a seguir preparando los cereales.
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Casada con mi Crush
RomanceUn matrimonio concertado. Un chico rico y una chica pobre. Él, tiene una actitud mala. Ella, no se va a quedar callada. ¿Preparados para llorar, reír, odiar? ¿Serán la mejor pareja o la peor pareja? Eso solo lo sabrás, si te atreves a adentrar...