Capítulo 40

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Déjame en paz.

— No puedo vivir sin ti. - Eros se acerca más a mí y me coge de las manos. Yo simplemente me dejo llevar por la calidez de sus manos. Me quedo parada sin contestar a nada. Cierro los ojos ­para concentrarme en sus caricias. De repente siento frío en donde deberían estar sus manos y cuando abro los ojos me encuentro ante una escena que duele tanto, que prefiero arrancarme el corazón del pecho para dejar de sentir lo que estoy sintiendo. Siento que me ahogo, todo mi mundo se ha destruido al ver tal escena. Simplemente quiero desaparecer.

La escena que estoy viendo es a Eros con una chica a lo lejos muy cerca. Están con sus dos frentes unidas y sonriéndose, parece que no tienen intención de separarse. Siento como arde mi pecho por la impotencia, por la rabia, por los celos... esto no puede estar pasando. Solamente siento y veo dolor.

Empiezo a correr hacia la dirección en la cual se encuentran ellos, pero cada vez que intento avanzar. Ellos retroceden más y más. Por mucho que corra no soy capaz de llegar. Es como si hubiera un pasillo interminable entre ellos y yo. A pesar de eso sigo corriendo. Tengo la esperanza de llegar a ellos, aunque lo veo todo muy crudo.

De repente alguien me agarra y ante el parón en seco, caigo contra el suelo. Cuando giro la cabeza para ver quien ha sido no es nada más ni nada menos que Dan. Se encuentra de pie. Tiene un aspecto sombrío y oscuro. En su cara hay una sonrisa siniestra que me hace dar un escalofrío. Ante mí no está el chico tierno y simpático que conocí en el instituto. Al estar tumbada en el suelo y él de pie me siento intimidada. Tengo miedo. Intento levantarme, pero una mano en mi espalda no me deja. Siento como todos mis músculos se tensan y esa misma mano me da la vuelta y me encuentro debajo de Dan. Se encuentra con la misma expresión. Me produce asco y miedo. Cuando puedo confiar en mi voz, le digo fríamente: — Déjame en paz, no quiero nada de ti.

— Oh, no he esperado tanto este momento para ahora dejarte ir. - no puedo parar de temblar y lágrimas se acumulan en mi visión nublando mi vista. Observo hacia todos los lados, rezando para encontrar una salida, pero desgraciadamente no la hay. Me encuentro atrapada bajo su cuerpo. Quiero que se aparte. Que no me toque, por favor. Cuando siento que se acerca aún más y posa sus labios en mi clavícula, le pido a los dioses o al único dios desaparecer. No puedo pasar otra vez por la misma mierda. No me pueden hacer esto. Empiezo a patalear y a darle golpes con mis puños. Pero parece que no le afectan lo más mínimo. Grito. Grito a todo pulmón. Grito por la desesperación que me está carcomiendo por dentro. Grito por ayuda, aunque muy en el fondo una vocecilla perversa de mi cabeza me dice que nadie va a venir a salvarme esta vez. Lágrimas incontrolables caen por mis mejillas. No puedo parar de gritar y de llorar cuando me coge de las manos y me grita que me quede quieta. No puedo más... no puedo...

Me despierto con una capa de sudor frío en mi frente. Me encuentro hiperventilando y siento las lágrimas rodando por mis mejillas. Lloro. Lloro para desahogarme. Lloro por el dolor que siento. Lloro por que no sé qué coño hacer con mi vida. Lloro por la indiferencia de Dos. Lloro por el asco que le tengo a Dan. Lloro hasta que no me quedan más lágrimas que derramar.

Cuando me encuentro más relajada, me voy inmediatamente hacia la ducha. Cuando salgo me visto y me tumbo en la cama. Me ato el pelo en un moño desordenado y cojo el móvil de la mesilla. Miro la hora en el móvil. Son las 6:00 a.m. Es muy temprano joder. Me llevo una mano a la cabeza y suspiro. No voy a ser capaz de dormir, no quiero volver a tener pesadillas. Espero no volver a soñar así.

Me levanto, voy hacia la cocina y como no tengo nada que hacer me pongo a investigar por los cajones de la misma. En un cajón de abajo encuentro un portátil. Seguramente es de Eros. Se le habrá olvidado llevarlo. No creo que tenga problema en comprarse uno nuevo, asique mientras tanto lo usaré yo. No creo que le moleste, pero si lo hace, me sentiré muy satisfecha.

Espera un momento... ¿Quién guarda un ordenador en la cocina!

Seguramente solo a él se le ocurriría guardarlo ahí. En verdad es una buena idea ¿si un ladrón entra en el ático, entraría en la cocina?

Si es un ladrón hambriento seguramente sí.

Cojo el ordenador y me siento en una de las sillas de la cocina. Lo enciendo y rezo para que no tenga contraseña. Se abre la cuenta de usuario y veo "Eros" y luego "Invitado". Me gana la curiosidad y clico en la de Eros, pero tiene contraseña. Mierda. Chico listo, niño rico. Suspiro resignándome y clico en la de "Invitado" este por suerte no tiene contraseña.

Abro el Word y el navegador. En el segundo empiezo a buscar información sobre que poner y no poner en el currículo. Cuando acabo son las 10:00 a.m. Bostezo y paso mis manos por los ojos. Me estiro y todos mis huesos suenan, siento mis músculos entumecidos. Guardo el trabajo y voy hacia la habitación. Cojo el móvil de la mesilla y abro el chat de Aarón:

¿Sobre qué hora tengo que estar allí?

A las 12:00 a.m.

Gracias.

Salgo del chat y uno de ellos llama mi atención es el chat de Owen. Debería hablarle, no quiero perderlo a él también. Owen es un amor de persona. Le escribo:

¿Te parece bien que quedemos a cenar?

Siento una bola de nervios en el pecho, mi orgullo no soportaría un rechazo. A los pocos minutos contesta:

Me parece genial. Tenemos cosas de que hablar.

Nunca me había contestado así de seco. Mi pecho duele. Una parte de mí me dice una y otra vez que me lo merezco que no sé cuidar de mis amigos y que me voy a quedar sola. La otra parte dice que me va a perdonar sin problema. Suspiro. Ojalá se arregle todo.

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Aquí tenéis otro nuevo capítulo, espero que os guste.

Muchas gracias por todo vuestro apoyo. ❤️

Os quiero mucho pececillos.💓

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Att: Una escritora dramática. ❤️

Casada con mi CrushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora