Capítulo 28

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La boda. (Primera parte)

Mi cuerpo entero temblaba por la emoción y el nerviosismo. Había muchísimas personas dentro de la pequeña habitación y estaba empezando a agobiarme. Iban de un lado para otro, se podía observar claramente el nerviosismo que había en el ambiente, casi se podía hasta respirar.

Estaba sentada en un taburete con el vestido puesto, no me habían dejado verme en el espejo, a pesar, de que intenté varias veces mirarme sin que se dieran cuenta, cosa que fue imposible, ya que no me dejaban sola ni un solo momento.

Lo peor de todo es que no sé de dónde habían salido tantas personas. Podría contar unas 15. Mi móvil está a unos metros de donde estoy sentada y empieza a vibrar como un loco. Eso pasa solo cuando hay muchos mensajes. Intento coger el teléfono sin levantarme, porque si me levanto acabo hecha un desastre, con lo torpe que soy.

Alargo el brazo todo lo que puedo y gracias a los cielos, puedo cogerlo, abro la tapa, le doy a la tecla del centro para bajar los mensajes, son casi todos felicitaciones y que tienen ganas de verme. Me paro en uno en especial y lo abro. Al leerlo inmediatamente sonrío:

Necesito comprarte un móvil de verdad, si llegas a tenerlo podríamos hacer una videollamada y podría verte, preciosa. ;)

Niego con la cabeza y toco las teclas para responderle.

No podrías hacer eso, porque daría mala suerte si ves a la novia antes de tiempo, además no me dejan sola ni un momento, me hubieran sacado el móvil.

Lo envío, cierro la tapa y lo dejo encima de la mesa. Aparece una mujer nueva y pide a todas las demás que se marchen, que necesita estar sola para concentrarse. La mujer es alta, tiene el pelo negro recogido en una coleta baja, lleva unas gafas negras y tiene un rostro bastante intimidatorio. Tiene un gran maletín en el brazo y parece que pesa bastante.

Cuando me mira, relaja el rostro y me da una sonrisa tensa. A lo que yo respondo con una sonrisa más falsa que las extensiones de las arpías.

Posa el maletín en el suelo, le da al botón y este se abre, dejandome ver que hay en su interior, hay dos escalones. En el primero están las sombras de ojos, rímel, el delineador y muchos artefactos para perfeccionar esos artículos, en el segundo está el maquillaje, muchos pintalabios, más de los que he visto en toda mi vida, de diversos colores, de tonalidades, también tiene utensilios para perfeccionar las técnicas.

Saca una base de maquillaje y con una esponja, empieza a echármelo por la cara, una vez acabado, me mira para observar si se ha dejado algo, parece que no, porque ha sacado un anti- ojeras. Vuelve a usar la esponja, pero esta vez por el lado contrario de la base. Cuando termina da pequeños golpecitos en la parte superior de mis ojeras, para difuminar el anti- ojeras y la base, supongo. Cuando termina, saca las sombras e intercala el color rojo, azul y verde. Al acabar, saca dos pintalabios uno rojo y morado, supongo que los va a juntar. Nunca me han hecho algo así, pero creo que voy a estar preciosa. En la parte de arriba del labio utiliza en una mitad el rojo intenso y la otra mitad el morado , lo mismo con el labio inferior. Me pide que los mueva, hago lo que me pide y saca un bastoncillo, para empezar a mezclar los colores. Cuando acaba, me observa y se lleva las manos a la cara y sonríe. Parece que le ha gustado su trabajo.

Sin decir nada más que una sonrisa, escucho su voz grave y entusiasmada: — Las chicas y chico del peinado pueden pasar. - de repente aparecen en la habitación unas cinco mujeres y un solo chico.

Todas parecen de mediana edad y el chico es el más joven, tiene el pelo rubio y tiene un gran tupé perfecto. Al verme me da una sonrisa divertida y le devuelvo la sonrisa.

Casada con mi CrushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora