49. El rencuento de los daños.

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Bogotá, Colombia.

POV POCHÉ

El recuento de los daños del holocausto de tu amor. Son incalculables e irreparables. Hay demasiada destrucción. Lágrimas que no consiguen apagar el fuego que hay en mí. Hay ilusiones muertas por doquiera. Solo quedan ruinas de mí.

Aquí estamos de nuevo, un sábado en la noche en el mismo club, en la misma mesa, con los mismos amigos bailando y tomando alcohol para volver a amarnos por una noche y volver a ser amigas el domingo. Desde que salimos de la universidad y conseguimos empleo cada uno toma su camino entre la semana pero los fines de semana salimos a bailar para relajarnos. Me senté un rato para observar como bailaba ella, me parecía tan sorprendente su forma de moverse al ritmo de las canciones. Ella me miraba a los ojos mientras bailaba y yo no dejaba de verla, le di el último trago a mi bebida y me dirigí a bailar con ella. Le sonreí y puse mis manos al rededor de su cuello para bailar a su ritmo. Calle me acercó más a ella y puso sus manos en mis caderas, bailamos un par de canciones juntas y antes que dieran las 4 A.M salimos de aquel lugar.

-¿Segura que quieres irte ya?-pregunté como parte de la rutina.
-Mientras más tiempo contigo mejor.-me guiñó.

Tomamos un Uber y nos dirigimos a su departamento. Ella tomó mi mano y le sonreí, el efecto del alcohol aún lo sentía en mi cuerpo. A penas nos bajamos del auto fuimos corriendo al elevador del edificio. Seguíamos tomadas de la mano, se abrieron las puertas del elevador, ella me guió hasta su departamento y abrió la puerta. Entre besos torpes fuimos hasta la habitación, ella se quito el pequeño saco que llevaba puesto y yo la observaba sentada en la cama, la atraje hasta a mi y baje deshice el amarre del cinturón de tela de su pantalón y antes de bajarlo me dediqué a obsérvala.

-¿Qué pasa?-preguntó cuando me detuve.
-Solo te observo, me gusta hacerlo.-dije suspirando.

Ella puso una sonrisa y me hizo mirarla a los ojos antes de besarme otra vez.

En el recuento de los daños. Del terrible choque entre los dos. Del firme impacto de tus manos. No sobrevivió mi precaución. En el recuento de los daños. Me sales debiendo tantísimo amor que no puedo creer lo que escuché. Cómo puedes decir que te olvidaré. No, no puedo reponerme de ese beso que me sube al cielo. Que es el mismo que ahora me hunde en el infierno.

Me giré para estar arriba de ella y besé sus pechos, poco a poco fui bajando hasta su centro, en la habitación solo se podían escuchar nuestras respiraciones y leves gemidos. Subí mis besos hasta sus labios de nuevo y comencé a jugar con caricias por sus piernas. Algo me decía en mi que estaba mal, que estaba mal estar aquí con ella en esta situación. Pero no quería parar igual. Introduje mis dedos en ella y comencé a moverlos de manera lenta causando cierta desesperación en ella.

-Rápido Poché.-dijo entre gemidos.
-Ruégame.-dije sonriendo.
-Por favor ¿En serio?
-Oh Bueno entonces...-paré.
-No, NONONO, continúa.
-Ruégame.-volví a decir.
-Malditasea, sigue por favor.-dijo desesperada.

Reí orgullosa y continué mis movimientos. Su respiración se volvía más y más pesada, sabía que estaba apunto de llegar al orgasmo, acelere mis movimientos hasta que ella con un grito satisfactorio de su parte haciéndome saber que ya había llegado al orgasmo.
Le di un último beso y la abracé para dormir, realmente no quería que se acabe la noche.

No, no, no. No, no puedo reponerme de tu forma tan cruel de abrazarme. Si sabías que no ibas a amarme. ¿Qué ganabas? ¿Qué ganabas? Con besarme. En el recuento de los daños
lo material todo lo perdí. Perdí mi casa y mis amigas. Todo lo mío te lo dí.

Desperté antes que Calle como de costumbre, me dirigí al baño en busca para unas pastillas para el dolor de cabeza. Encontré unas en el botiquín del baño y sigilosamente salí de la habitación para ir a la cocina. La cabeza me dolía horrible y pensar en esta situación hacía que me doliera más. Escuché como Calle bajaba las escaleras.

-¿Poché?-preguntó desde ahí.
-En la cocina.-respondí.

Y ahí estaba ella, con su cabello despeinado, una camiseta larga que usa como pijama. Lucia hermosa aún.

-Buenos días.-dijo salándome con un beso en la mejilla.

Comenzó a sacar comida del refrigerador, siempre me hacía mi desayuno y lo comíamos juntas. Nunca hablamos de esto, nunca mencionábamos algo, solo seguíamos una conversación equis, como si nada a hubiera pasado anoche. Esto comenzaba a fastidiarme realmente. Llevamos tiempo así, mientras desayunábamos yo pensaba en eso. No se como no podemos hablar de esto.

-Ya no puedo con esto.-dije seria.

Ella me miro confundida sin entender a que me refiero.

-Ya me cansé, me canse de vivir esto cada fin de semana. LLEVAMOS ASÍ 3 MESES.-comencé a alterarme.
-Yo...
-¿TU QUÉ, DANIELA CALLE?
-Es que no se... me gusta cuando hacemos esto, pero tantas cosas pasan.
-Necesito saber que sientes Calle, necesito saberlo.

Ell guardo silencio un rato y yo volví a romperlo.

-Necesito una respuesta Calle, quiero amarte, creerte, haz hecho que me enamore de ti ¿Vales la pena? Dímelo Calle.
-Yo...-dijo un poco temerosa.

Entre los desaparecidos mi resistencia y mi voluntad. Y hay algo mutilado que he pensado que tal vez era mi dignidad.
No, no, no. No, no puedo reponerme de ese beso que me sube al cielo. Que es el mismo que ahora me hunde en el infierno. No, no, no. No, no puedo reponerme de tu forma tan cruel de abrazarme. Si sabías que no ibas a amarme ¿Qué ganabas? ¿Qué ganabas? Con besarme...

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-NadieSabeQuienSoy.

One Shots CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora