The Gryffin's Sins

XL

Scarlett

No sabía qué quería decir el "YO TAMBIÉN te quiero", quise suponer que recordó algo sobre nosotros, y aunque no me hacía feliz totalmente, porque ella seguía sin recordar quién era realmente, pero me alegraba porque no estaba completamente fuera de su memoria.

—Me alegra que estés de regreso

Sonreí con sinceridad y ella me devolvió el gesto, de cierta forma era un momento tan nuestro, porque a pesar de que todos estaban allí, yo sentía que sólo éramos ella y yo.

Y me aventuré a pensar que ella tenía esa misma sensación.

Por un instante desvié la mirada, mis abuelos y mi madre nos veían fijamente, pero algo raro sucedía, mi madre no tenía esa mirada molesta que tenía siempre, parecía tranquila, como si el infierno jamás hubiese existido y por un instante (si no es que desde entonces) tuve un mal presentimiento, como si algo de todo aquello le hiciera feliz, fueron sólo un par de segundos en los que mi mirada había conectado con los de mi madre, pero pareció tan eterno.
El sonido del timbre me sacó de mis pensamientos e hizo a Taylor apartar la mirada de mí.

Tenía una ligera sospecha de quién podría ser, yo misma le notifiqué que darían de alta a Taylor esa tarde.
El tío Albert abrió la puerta dejando pasar al chico con barba de algunos días y cabello bien peinado. Saludó cortés a todos en general y se dirigió a nosotros.

—Hola, Scarlett

Besó mi mejilla y pude notar cómo Taylor fruncía el entrecejo.

—Taylor

Se miraron breves segundos y se abrazaron, como si ambos supieran que era eso lo quien el otro quería hacer.

—Me alegro muchísimo que ya estés en casa, ya te echábamos de menos

—Yo también echaba de menos estar fuera de ese hospital ¿Vincent, sabías que la comida es espantosa?

—Me lo imagino

Hubo silencio, Vincent parecía esperar a lo que Taylor quería decir y ésta parecía no encontrar las palabras, finalmente se animó hablando más suave, aunque el sonido del piano no permitía que nuestras palabras llegaran hasta oídos de nuestros padres.

—¿Y Emma?

Vincent y yo nos miramos espantados.

—¿Ella está bien?

Por un momento creí que ella recordaba y que preguntaba por su estando clínico, pero sus siguientes palabras no sé si me alarmaron más o me tranquilizaron un poco.

—¿Sabes si ella y yo hemos terminado? Es que sólo recuerdo ese día que discutimos en la universidad ¿Sabes si ella sabe que ya salí del hospital?

Él me pidió ayuda con la mirada y yo sólo pude decir lo primero que vino a mi mente y que explicara su ausencia de Southampton.

—En estos momentos está fuera de la ciudad, no sabemos a dónde fue ni cuándo volverá

Estaba decepcionada, pero la decepción se esfumó cuando volvió su atención a mí, era insignificante su mirada, creía que era su amiga y quizás no recuperaría esa parte de su memoria, pero eso no impidió que todo de mí se ilusionara.

Más tarde Taylor fue a su habitación, estaba cansada, dijo.
La abuela se notaba realmente aliviada de tenerla de nuevo en casa.

—Creí que moriría si la perdía

Dijo con la voz quebrada y siendo abrazada por su esposo, a mi mente vino aquella mañana en la que mi madre le dijo implícitamente que la abuela había pensado prácticamente abortar para no tenerla, era tan contradictorio; y quise pensar que durante estos veinte años ella se había arrepentido de acabar con la vida del extraordinario ser que sería Taylor, que en estos veinte años le había tomado cariño y amor.
Pero a mi mente vinieron más recuerdos, la abuela desaprobando todo de Taylor, ayudada por mi madre. A la abuela mirándola feo, a la abuela hablándole feo. ¿Qué había cambiado? ¿Taylor con posibilidad de morir? ¿El sentir que realmente la perdería? ¿El caer en la cuenta que era su bebé? No sabía qué, pero qué bueno que había sucedido.

Ahora todo parecía tranquilo. Ojalá que esa tranquilidad hubiese durado más tiempo.