XLVII

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Scarlett

—¿Estás bien?

Alcé la mirada encontrándome con los ojos castaños de Sam.

—Sí

Nos miramos en silencio un momento.

—Algo te sucede. Llevas un buen rato en la misma página de éste libro

Me lo quitó y lo puso en la cama para volver a mirarme.

—¿En verdad estás bien?

Aunque quisiera desahogarme no podía decirle precisamente a mi novia todo lo que me tenía mal.

Y era cierto, lo mío con Taylor no era posible, aunque fuera mutuo no funcionaría, no tenía futuro.

—Sí, sólo un poco estresada

Sonreí a medias, algo de verdad, algo de mentira.

—¿Necesitas algo?

La tenía a ella, la quería, era perfecta, no había sangre ni sociedad que nos señalara más de lo normal. Con ella no le traía problemas ni decepciones a nadie, nadie que no fuera mi madre.

—Sólo que te acuestes a mi lado y me abraces

Sonrió e hizo lo que le pedí.

—El tiempo ha pasado rápido

—Muy rápido

Respondí.

—En un par de meses tendremos un año de estar juntas

—Sí, pronto

—Carly...

—Dime

Traté de girarme un poco para poder verla a los ojos, lo que me dejaba muy cerca de su rostro.

—Te quiero

Susurró. Apenas podía verme a los ojos, miró mis labios y me besó.
Tantos momentos con Sam, risas, miradas. Podía permitirme muchas cosas con ella, sin sentirme culpable por algo, sin temer.
Debía seguir con mi vida.
Dejar ir a Taylor.

Dejar a Taylor

Dejar a Taylor

Presioné mis ojos, porque dolía el pensamiento. Me sentía rota y tonta.
Estaba siendo besada por mi novia y estaba siendo destruida en el interior por el recuerdo de la persona que realmente amaba.

Las lágrimas salieron de mis ojos, una rodó hasta llegar a nuestros labios dándole una sensación diferente a nuestro beso. Sam se apartó de mí, limpió mis mejillas, traté de no llorar más, de no mostrarme así con ella. Pero entre sus ojitos y mis intentos de no llorar, me provocaba más deseos de hacerlo.

—¿Qué sucede, Carly?

Negué con la cabeza. Su mano acarició mi mejilla.

—¿Quieres hablar?

Negué.

—¿Quieres acostarte y dormir un poco?

Miré una vez más sus ojos, tomé el edredón que estaba doblado en el otro extremo de la cama y nos cubrí, me acomodé en su hombro y suspiré, tratando de calmar mis emociones y pensamientos. Sam besó mi cabeza.

—Descansa, amor

Dejé que mi cansancio mental y emocional me arrastrara al sueño, ayudada por la comodidad que los brazos de Sam me brindaban.

Cuando desperté lo primero que ví fueron sus ojos castaños mirándome con atención.

—Hola, guapa

The Gryffin's SinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora