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Ahí estaba como todos los días, apoyándose en la puerta de copiloto, mirando a la salida de mi colegio, con un cigarrillo en la mano izquierda y sus anteojos de aviador, incluso los usaba si era invierno.

—Ahí está tu novio

Dijo una de mis compañeras.
Había iniciado los últimos dos años en un colegio diferente y por mala suerte en ese colegio nadie me conocía, papá y su deseo de que estudiara en una mejor escuela me tenía allí, alejada de mis amigos.

Sólo sonreí al comentario de Bernadette. Caminé hasta el coche, por fortuna ya estaba sola.

—Hola

Le dije sonriendo, también me sonrió, tiró el cigarrillo y lo pisó contra el pavimento.

—¿Qué tal tu día?

Preguntó después de besar mi mejilla.

—Lo normal, ya sabes

Comenzó a caminar rodeando el carro.

—¿No vas a levantar esto que tiraste?

Bufó y se regresó a levantar la colilla del cigarro.

—Perdón, señorita ecologista, se me olvidaba

Entramos al vehículo y ví cómo metía la basura en su mochila.

—Sabes que tu abuelo odia que fume

—No deberías hacerlo

—Lo sé

Sonrió.

—Te gusta hacerlo enojar

—No exactamente

Hubo silencio en el que aproveché de vincular mi teléfono con el bluetooth de su carro.

—¿Puedo decirte algo?

—No tienes que pedirme permiso para eso

—Lo sé, es sólo que...

—¿Es incómodo lo que dirás?

—Un poco

A decir verdad era un tema incómodo por todo lo que implicaba, desde su vida hasta lo que silenciosamente significaba compartirle ese tipo de cosas.

—Te escucho

—Bueno, ya has visto a mis compañeras...

—Las que te susurran algo antes de que llegues a donde estoy

—Sí, ellas. Bueno, dicen que eres guapo y te ves interesante

Rió con ganas, quedó con esa sonrisa de lado.

—Y cuando te ven me dicen "ya llegó tu novio" o "ahí está tu novio"

Sonrió con diversión, pero al segundo siguiente esa expresión se esfumó, parecía que se había perdido en sus pensamientos, la seriedad se instaló en su rostro y el ambiente se tornó tenso, y lo entendía, yo también, en algún lugar de mi mente, estaba igual, sabía que no había diversión en ello, porque también me dejaba un sabor amargo, sólo que, talvez no por las mismas razones o eso creí en ese momento.

Imaginaba lo que cruzaba su mente y la verdad sentía pena por ello. No era su culpa, eran sólo las mentes cerradas de las personas lo que incluso hacían que ella se cerrara.

Llegamos a mi casa, antes que me bajara dijo:

—Scarlett, no le menciones a nadie más acerca de lo que dicen tus compañeras

—Es divertido

Intenté suavizar su preocupación.

—Lo sé, pero a tu mamá no va a gustarle

—Lo sé

Dije cabizbaja, luego agregué:

—No te preocupes, nadie más lo sabrá

Nunca más

—Nos vemos mañana

—Sí

Sonreí, besé su mejilla y bajé del carro.
Caminando a la puerta me pregunté:

¿Será difícil ser Drew Taylor Gryffin?

The Gryffin's SinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora