LII

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Scarlett

Tres días habían pasado desde que ví a Taylor.
Era martes 5 de julio, había quedado con Betty de ir a casa de Taylor para comer las tres juntas. Así que por la tarde nos fuimos a su departamento, hicimos comida y esperamos a que llegara de su trabajo.

Estábamos en la barra de la cocina jugando ajedrez, el sonido de las llaves siendo depositadas sobre un mueble nos indicó que Taylor había llegado.

—Ya llegó el amor de tu vida

Dijo Betty sin dejar de ver el tablero.

—¡Qué graciosa!

—¿Miento?

Alzó los ojos brindándome una mirada divertida. Giré los míos viendo a Taylor caminando con su teléfono en la mano y su mirada centrada en él.

—¡¡Taylor!!

Gritó mi prima sacándole un gran susto.

—¡¿Me quieren matar?!

No dejaba de sostenerse el pecho y respiraba con rapidez.

—¿Estás bien?

—Lo estoy, pero por lo que más quieran avisen cuando vengan

Se sentó junto a Betty, miraba sus manos jugando con los pulgares, de pronto nos habíamos quedado en silencio.

—Hay algo que quiero decirles

No dijimos nada, nos mirábamos entre las tres y ella prosiguió.

—El otro día que me dejaron sola con mi madre... Terminamos discutiendo... ¿Recuerdan lo que dijo Lily en la casa de campo?

Nosotros afirmamos con la cabeza, ya me imaginaba a dónde quería llegar.

—En la discusión salió eso y me dijo las razones que tuvo para pensarlo, claro que Lily entrometida en eso no faltaba. Muy liberal y todo, pero no lo suficiente para... El punto es que mi madre sabe que lo recuerdo todo, que sé ese detalle, que fue Lily quien me lo dijo y para los dos días que han pasado, Lily ya debe saberlo

Me quedé pensando en algún comportamiento extraño de mi madre, pero nada raro le había visto hacer o decir.

—Yo creo que no lo sabe, si lo supiera apuesto que ya te habría buscado hasta debajo de las piedras

Comentó Betty, riendo entre dientes, sin gracia alguna.

—Probablemente

—Opino lo mismo. Yo no la he visto refunfuñando como siempre que surge una discusión entre ustedes

Taylor me miró un segundo y asintió. El ambiente era tenso y ninguna decía nada.

—Creo que iré al baño y mientras tanto ustedes se saludan como se debe y se dan la azúcar que les falta

Taylor golpeó ligeramente su brazo, después me sonrió de lado. Cuando Betty se fue yo me puse de pie y la abracé.

—Te he echado de menos

—Yo también te echo de menos, siempre, a cada segundo. Desearía no dejarte ir

La abracé más fuerte, yo también quería quedarme allí, en sus brazos, para siempre.

—¿Qué crees que haría mi madre si supiera que lo recuerdas todo?

—No tengo la menor idea y no creo estar preparada para lo que sea que haría

Se notaba pensativa, como si hubiera algo más, pero talvez sólo eran figuraciones mías que tenían que ver con la sensación del momento.

Taylor no nos dijo en ese momento cuál fue la razón que tuvo la abuela para pensar siquiera en no tenerla, talvez no se sentía ni segura ni preparada para hacerlo, sabía que era un tema difícil para ella, yo misma ví cómo algo dentro de ella se rompía aquella mañana que mi madre sin ningún tacto le dijo lo que mi abuela pensó hacer y no hizo.
Una parte que hacía brillar a Taylor se había apagado al saberlo. Ahora al decirnos que la abuela le había explicado todo, su mirada volvía a ser como la de esa mañana y me pregunté qué pasaría si ella terminaba de perder su brillo, ojalá hubiera podido quitarle un poco del peso que había resultado ser su vida.

Tomé su mano de pronto, causándole sorpresa.

—Te amo, Taylor. Pase lo que pase, lo haré

Me miró como si las palabras que había dicho le dolieran.

—Eso espero, Carly. Porque yo te amo demasiado como para poder estar sin ti

—No voy a ir a ningún lugar

Le apreté la mejilla con cariño, pero ella no cambió su expresión. Talvez lo único que necesitaba era que la abrazara y eso hice. Estuvimos así no sé cuánto tiempo y no me importó, hasta que Betty nos interrumpió para comer.

El día no había resultado como quería, pero había estado con Taylor y sentirla cerca después de mucho tiempo era sin duda lo mejor en días.
Tuve que despedirme porque mi madre me había llamado, como había ido en mi coche, Betty no vino conmigo, se había quedado con Taylor, deseé poder hacer eso y no tener que dar explicaciones a nadie.
Talvez un día no tenía que despedirme y quedarme a su lado hasta el amanecer.

Betty

—Desde que nos dijiste lo que pasó con la abuela te noto como pensativa, desganada o molesta

Ella suspiró, refregó su mano izquierda por su cara y se puso de pie. Creí que me dejaría hablando sola, pero volvió con dos vasos y una botella de whiskey.

—¿Te la dió el abuelo?

—No, la robé de su colección

—¿En serio?

—No

Sonrió un poco.

—Él me la dió, y un par más

Sirvió en los vasos y le dió un buen trago.

—Estoy preocupada

—¿Porqué?

—Si mi madre habla con Lily sobre lo que le dije, Lily rápidamente sabrá que he recuperado la memoria y el problema no será el tema con mi madre, sino todo lo demás. No sé cómo soy capaz de ver a Scarlett a los ojos sabiendo que le oculto la mayor verdad de su vida. Esto es una bomba de tiempo, tarde o temprano nos volveremos a separar, probablemente para siempre

—¿Y si le dices a la abuela que no le diga nada a Lily?

—Podría ser una opción, pero no sé

—Taylor, creo que lo mejor es que tengas varias copias de la investigación sobre Lily. Y guardalas donde menos se imaginen

—También lo he pensado, el dispositivo de USB siempre se quedará en el apartamento de Vincent, allí es más seguro

Sirvió más whiskey en nuestros vasos. Seguimos bebiendo un poco más, hasta el punto en el que yo no podía volver a mi casa.

—Supongo que te vas a quedar. Vamos a dormir, yo mañana aún tengo que ir a trabajar

Nos fuimos a su habitación y nos acostamos, me costó dormir, pensaba en lo que podría pasar y no sabía qué hacer, se había vuelto una preocupación constante para mí, ya no imaginaba cómo sería para Taylor.

The Gryffin's SinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora