Prólogo

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Hola de nuevo. Empezaré a subir los capítulos paulatinamente ya que aún no he terminado de editar.
Cuando lleguemos al capítulo que olvidé publicar la última vez lo marcaré con éste símbolo ⚠️
Espero que lo disfruten.

El aire soplaba suave, cálido, pero agradable, nos habíamos refugiado a la sombra de un frondoso árbol.

-Tengo sed

-Entonces regresemos a la casa

-¿Bromeas? El sol está intenso, no sé porqué te hice caso

-Deja de quejarte, no pusiste objeción al venir

-Cuando acepté no creí que te pasarías toda la mañana corriendo de aquí para allá, seguro que en casa ya se preguntan porqué no regresamos, ni siquiera hay señal telefónica aquí

Sonaba fastidiada, pero yo misma la había escuchado reír un par de minutos antes.

-¿No crees que es bueno estar un rato lejos de ellos? Yo sé que lo prefieres

-Pero tengo sed

A veces no sabía quién era menor, si yo o ella, no sabía quién era más infantil.

-Aquí tienes, ya deja de llorar

De la mochila al pie del árbol saqué una botella de agua y se la entregué, bebió como si tuviera días sin beber un líquido.

-Y no te la termines

Me regresó sólo la mitad, volví a guardarla en la mochila.

-También traje sándwich, por si quieres uno

-Por ahora no, gracias

Nos sentamos allí por un rato, no hablábamos, ella veía al paisaje frente a nosotros y yo la veía a ella.
Su corto cabello rubio siendo agitado por la brisa, sus mejillas sonrojadas por el calor, sus piernas asomando por los pantaloncillos, su playera verde musgo, húmeda por el sudor, se veía bien.
Tomé su mano derecha que reposaba en su rodilla, ni siquiera me miró, sus ojos grises seguían en un punto desconocido para mí, pero sus labios delgados curvados en una sonrisa me indicaba que o me ponía atención o algo en su pensamiento se la provocaba.

-¿Me quieres?

-Sabes que sí

Miré su mano entrelazando nuestros dedos.

-¿Soy importante para ti?

-Más que nadie

Respondió mirándome intensamente con esos ojos tan diferentes a mis azules, tan diferentes a los de sus padres. La unión visual permaneció al igual que nuestras sonrisas, hasta que desvié mi mirada a sus labios sin pensarlo, rápidamente volví a sus ojos, su mirada seguía igual de intensa.

-Yo te quiero también

Por un momento sentí que aquellas palabras decían más de lo que deberían. Se sentó totalmente frente a mí, así como yo lo estaba desde el principio, con su pulgar izquierdo acarició mi mejilla y sin dejar de mirarme dijo:

-Lo sé

Con una carga de valentía la besé, esperé cualquier reacción, un enojo, un regaño, una desaprobación, incluso esperaba ser dejada allí, en medio de la nada, viendo cómo se hacía camino de regreso a la casa, esperé todo, menos que me devolviera el beso, era tan inseguro como el mío, no había movimientos, sólo permanecimos con nuestros labios entrelazados, así como nuestras manos.

Pegó su frente a la mía, sus ojos permanecían cerrados, su respiración era agitada, sabía que no era porque estuviera cansada o que el beso lo hubiera provocado. Era algo que le sucedía a veces, talvez cuando no podía controlar la situación.
Abrió los ojos y me miró, su mirada en ese momento podía intimidar.

Me dejó un corto beso.

-Esto no se puede volver a repetir ¿entendido?

Sin quererlo asentí. Tenía claras las razones por las que no debíamos repetirlo, en ese momento hubiera deseado negarme a su mandato, pero no tenía argumento creíble a nuestro favor, a mi favor.

Quise correr dejándole allí, correr, huir y llorar por tantos sentimientos contradictorios, por los sentimientos inadecuados.
Sonreí a la fuerza, la miré un momento, guardando su imagen en mi mente. Por último decidí, con mi teléfono, inmortalizar aquel día, ella sonrió, casi nunca mostraba esa sonrisa tan real y yo sonreí por el recuerdo de unos minutos atrás.

-Te la enviaré

Me puse de pie y comencé a caminar cargando mi mochila.

-Lo siento

Dijo caminando atrás de mí.

-Pero no puedo... No podemos

-Lo entiendo y es mejor que eso lo olvidemos, hacer como si no sucedió

-Sí

Su respuesta había sido un murmullo.
Esa noche lloré en la penumbra de la habitación que me habían asignado en aquella casa de campo, lloré por lo que sentía, lloré porque era indebido, lloré porque si los demás se enteraban íbamos a estar en problemas, ella estaría en problemas. Nos separarían más.

Con catorce años ya sentía que el amor dolía.
Lo mejor para las dos sería olvidar aquel suceso, yo tenía que olvidar aquel sentimiento.
O fingir hacerlo, por el bien de las dos.

The Gryffin's SinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora