(No tienen que leer esto. Con la trilogía es suficiente.)
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"En el ajedrez el rey no es nadie sin su reina... a menos que sepas cómo jugar únicamente con el rey."
La cuestión era analizar correctamente esa frase, había que ser muy estúpido para perder a la reina, pero muy inteligente para vencer un juego sin ella.
"Analízalo todo, Kian. No seas una simple pieza en un juego más de la vida, se el dueño de tu propio juego."
Eso era lo que el rey de Dinamarca, Shawn Mendes, le había dicho a su hijo, Kian Mendes, el primero de tres hermanos en la línea hereditaria hacia el trono.
El heredero a la corona había crecido con ese pensamiento incrustado en su mente, desde pequeño había iniciado a analizar las cosas que pasaban a su alrededor, y el hecho de que su padre le dijera las anteriores palabras, solo lo alentó a seguir haciéndolo.
El primogénito del rey no tardó en crecer en sabiduría, prestándole atención incluso a los más mínimos detalles. Poseyendo una inteligencia superior a la de su padre, el príncipe de Dinamarca era un peligro andante.
Podría destruirte con palabras, pero también podría reconstruirte con sus acciones. Tan inteligente como reservado, tan amable como detestable, tan dulce como desalmado.
Kian Mendes era lo que todos querían, pero también lo que más temían.
Un príncipe y un propósito fijo en su cabeza, con un camino del cual nadie lo lograría apartar, sin importarle las consecuencias, sería capaz de todo con tal de mantener sus planes, haría hasta lo innombrable para así salir victorioso de una guerra que él no había iniciado.
El príncipe de Dinamarca solo era consiente de lo siguiente; quería convertirse en rey y vengarse.
