XXIII

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XXIII. "Diviértete, Eris".



Eris



Despierto temprano a pesar de que me había dormido bastante tarde.

El reloj negro que colgaba de una de las paredes marcaba las 7:25 de la mañana. Tenía un problema con estar en un lugar ajeno al mío, no podía dormir bien.

Bostezo mientras remuevo las sábanas que me cubrían, me siento en la cama y me tomo unos segundos antes de pararme. Hay una alfombra que cubre el suelo en el área de la cama por lo que mis pies no sienten lo frío del suelo. Mis pantuflas se encuentran un poco retiradas así que doy un par de pasos descalza antes de llegar a estas y poder colocármelas.

Voy directamente al baño para hacer mis necesidades y cepillar mis dientes, cuando termino empiezo a llenar la tina con agua caliente, necesitaba un baño relajante e iba a aprovechar el haberme levantado temprano.

Cuando la tina se encuentra lista me deshago de toda mi ropa y sin más me introduzco dentro de la bañera. Me siento y me relajo descansando mis brazos sobre el borde de esta, cierro mis ojos disfrutando de la sensación de tranquilidad que había obtenido. Mi tranquilidad y calma era tanta que casi me volví a quedar dormida en ese momento, sin embargo unos golpes en la puerta del baño me hicieron sobresaltar.

—¿Señorita Eris, se encuentra ahí? —La voz de la empleada que me habían asignado se escuchó a través de la madera.

—Si, ¿qué sucede? —Respondí con duda, quizá se trataba de Alrik.

—He venido a cambiar las sábanas de su cama y a avisarle que el desayuno se impartirá en el jardín dentro de una hora. —Avisó, y no me fue muy agradable el aviso.

—Está bien, gracias. —Me limité a decir.

—Descuide señorita, en cuanto termine de cambiar las sábanas de su cama me retiraré. —Fue lo último que dijo.

Pensé en retomar mi estado de calma, pero se me hizo imposible aún cuando lo intenté. Dándome por vencida salí de la tina con cuidado de no caerme y terminé yendo a la regadera para asearme correctamente. Al finalizar escurrí mi cabello y sequé mi cuerpo con una toalla blanca. En el momento que me encontré parcialmente seca me coloqué la bata de baño y cuando estaba por salir, volvieron a golpear la puerta del baño.

—¿Si? —Hablé antes de abrir la puerta esperando ver a la empleada.

Sin duda lo último que creí era que en su lugar me encontraría al príncipe Kian.

—¿Quién te ha dado permiso de entrar? —Expresé confundida. —Esto es invasión a la privacidad. —Lo miré y él lucía bastante casual con un pantalón negro y una camisa blanca con los primeros botones desabrochados.

El príncipe Kian que se encontraba algo cerca se aclaró la garganta y retrocedió dándome mi espacio. —Una disculpa, diosa de la discordia. —Dijo colocando ambas manos detrás de él. —Pero respondiendo a su pregunta la empleada me ha dejado entrar antes de retirarse, me disculpo una vez más si la he hecho sentir incómoda.

—Descuide, príncipe Kian, todo está bien. —Mentí porque ciertamente me incomodaba que me viera cuando recién salía de bañarme. —¿Qué hace aquí? —Señalé para que se explicara.

—He ido a visitar a tu prometido Alrik para preguntar por su estado, este me ha explicado que se siente fatal debido a la resaca provocada por todo el alcohol que ingirió y que no será capaz de asistir al desayuno, así que amablemente me ofrecí a acompañarte para que no te sintieras sola. Mi hermana vendrá con nosotros, para que no te hagas ideas. —Explicó con seriedad y yo solo pensé en la conversación que tendría con Alrik cuando regresáramos a casa.

H A I L  |K.M.|  #4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora