XL. Las Risas y el Golpe."Si crees que un título de la realeza te hace poderoso, eso significa que no estás hecho para ser un rey."
-HAIL.
14 años atrás.
Era un día frío en Inglaterra, y si bien Dinamarca también era bastante frío, por alguna razón al príncipe Kian de tan solo siete años aquel frío de Inglaterra le calaba la piel de una manera extraña.
No le gustaba ese lugar, en lo absoluto.
Tenían casi medio año yendo a visitar a ese psicólogo, él mismo que lo había atendido años atrás, pero el niño sentía que no le estaba sirviendo de mucho, sólo era cuestión de analizar su propio comportamiento, ¡no había cambiado en lo absoluto! Seguía siendo él.
Fue entonces cuando el mes de Mayo llegó, y a mediados de este, Kian junto a su padre se toparon a otras personas que el rey conocía. El príncipe no le prestó atención a los hombres que se pusieron a conversar con su papá, pero si que le prestó atención al niño que los acompañaba. Debían ser de la misma edad, o quizá ese niño ya tendría ocho años como máximo. Su cabello era oscuro ligeramente rizado, y sus ojos verdes eran los más bonitos que había visto en su corta vida.
¿Ojos color del cielo y del mar? ¡Por favor! Si Kian creía que tenía los ojos más bonitos era porque nunca había visto los del niño frente a él. Un verde tan vivo como el césped en plena primavera, tan brillante como si el mismo sol le hubiese obsequiado su brillo. Sus ojos parecían mágicos; pequeñas esferas conteniendo los secretos del universo. Sus pestañas eran largas, abundantes y oscuras, y Kian comprendió que estas eran así para poder proteger tan bonitos ojos.
Sin poder evitarlo Kian lo repasó queriendo analizarlo; llevaba un pantalón negro con una camisa de manga larga color azul cielo, y un moño del mismo color del pantalón. No era la gran cosa, y fuera de su apariencia no logró obtener otro tipo de información. Ese niño fue imposible de leer para Kian, ¡y vaya que a Kian le gustaba leer gente!
El oji verde también repasó al oji azul pero de una manera diferente; sus ojos eran como el cielo, claros y bonitos, pero también eran como el mar, profundos y oscuros. Y no pudo evitar preguntarse si aquel niño de ojos llenos de tristeza también había sufrido tanto como él. ¿También lo habían lastimado? ¿También lo habían hecho pedazos? Porque si así era, podía que ambos se ayudaran a buscar y juntar sus piezas, porque si en algo coincidieron aún sin saberlo, era que aquel psicólogo, no los estaba ayudando mucho.
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La primera vez que Kian vio a Landon sin camisa, ambos tenían casi nueve años.
Llevaban un poco más de un año conviviendo. Cada vez que Kian estaba en Inglaterra, no podía evitar pedirle a su padre que lo llevara a la casa de los Tomlinson-Styles para poder ver a su amigo de ojos verdes, y justo ese día habían estado comiendo bastantes golosinas junto a soda de naranja, y, en un accidente, Landon había derramado su soda sobre una de sus camisas blancas con estampado de pequeñas rosas.
Sin detenerse a pensarlo, Landon se quitó la camisa porque odiaba la sensación pegajosa, y Kian, que no le estaba poniendo mucha atención, lo hizo cuando notó algo extraño en el pecho de Landon.
Sus ojos azules se llenaron de confusión por un momento y después se llenaron de... ¿qué sintió exactamente el pequeño príncipe?
El pecho de Landon estaba cubierto de pequeñas marcas y estas seguían hasta por debajo de su ombligo, eran como cicatrices circulares, pero esas abominaciones no eran todo, también tenía otro tipo de cicatrices, más alargadas y gruesas que representaban todo el dolor que Landon debió haber sentido.
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H A I L |K.M.| #4
Fanfiction"La maldad no se hereda, pero en la familia real parecía ser que se nace con ella. Dios tenga piedad de quienes los rodean."