Maratón: 3/3XXXVI. Los Bailes de Invierno y Sus Deseos.
El final de la velada se hizo presente, al menos para algunos.
Nada extraño ocurrió, pronto el salón comenzó a quedarse vacío. Los invitados yéndose poco a poco. Harry y Louis se marcharon, al igual que Niall junto a su familia, así también lo hizo Sophia junto a su esposo, por algún motivo u otro, no pudieron quedarse.
Los tres hijos de Cameron se quedaron en el castillo de Dinamarca, tal y como lo habían acordado con Kian y el rey. Esto apenas y era el inicio de su estrategia.
Cuando las luces se apagaron en su mayoría, y con la confianza de que Dion estaba bien, Kian decidió que era buen momento para ir a saciar aquel deseo fugaz que había tenido.
Él ya sabía que Eris, a propósito, se había retirado temprano fingiendo un malestar, por primera vez su prometido estaba sobrio y no tuvo necesidad de ir a dejarlo a su cama y cuidar de él. Ella se fue dejándolo junto a Daan, Landon y Dione.
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Kian entró en la habitación de Eris, ella parecía haberlo estado esperando. Aún con su vestido puesto, ella dejó que Kian la desvistiera, y cuando ella quedó desnuda, procedió a quitarle aquel traje negro, con unos destellos dorados en el saco, mientras pensaba que las vestiduras de ambos combinaban.
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La diosa de la discordia tenía sus rodillas sobre el colchón y sus manos recargadas en el cabecero de la cama. Kian, con sus rodillas también sobre el colchón, pero con sus manos haciéndose de las caderas de Eris, recargado ligeramente sobre la espalda de ella, tan sólo la escuchaba gemir su nombre, y le gustaba tanto que ella lo hiciera.
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Decir que estaban completamente en sus cinco sentidos sería una completa mentira. ¡Estaban en sus diez sentidos! Aquel vino, la última copa que habían bebido los había dejado con una sensación tan placentera... se sentían flotar y con muchas ganas de...
Dione besaba el cuello de Landon mientras él le acariciaba su respingado trasero. Estaban desnudos, parados a unos metros de la cama.
Pero en esa escena había una tercera boca, una tercera copa de vino que alguien más había tomado también.
Él estaba parado detrás de Dione, besaba su cuello mientras su mano derecha se perdía entre las piernas de la princesa.
Los tres se estaban dejando llevar por sus deseos, y lo que los guiaba era aquel vino raro...
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El deseo de Dion, tan casto, tan puro, tan él. El mellizo no tenía necesidad de un encuentro sexual, su deseo, únicamente, era que alguien le hiciera compañía, porque tenía una mala experiencia con los bailes y no quería estar solo.
Y fue a la cocina, y se sentó a platicar con aquel cocinero de cabellos rubios y bonitos ojos.
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Pero esos no eran todos los deseos en el castillo de Dinamarca.
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H A I L |K.M.| #4
Fanfiction"La maldad no se hereda, pero en la familia real parecía ser que se nace con ella. Dios tenga piedad de quienes los rodean."