XXXII

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Mini Maratón: 1/2


XXXII. La Ironía de la Cercanía.



Eris

Cuando regresamos al castillo eran cerca de las once de la noche, habíamos pasado toda la tarde y parte de la noche en aquel club. Sin duda ser de la realeza traía los beneficios de poder hacer que el club se quedara abierto hasta tarde (específicamente su restaurante-bar).

Luego de aquel peligroso encuentro con Kian, el cual se vio interrumpido por su hermana, él y yo no volvimos a hablar, en parte porque él estaba conversando mucho con Alrik y Dione, mientras que yo escuchaba atentamente las palabras de Dion explicándome el estilo gótico de algunas antiguas Iglesias en Dinamarca.

Alrik besa mi mejilla después de desearme buenas noches. Cierro la puerta de la habitación donde me quedaba y voy directamente al baño donde me desvisto para meterme debajo de la regadera. No me gustaba bañarme tan tarde, pero lo sentía necesario después de este largo día. Al finalizar sequé mi cabello y terminé por ponerme uno de mis camisones para dormir. La habitación era bastante acogedora con la temperatura lo suficiente alta como para que el frío de afuera no nos alcanzara.

Apagué las luces y me metí a la cama, las gruesas cobijas no tardaron en calentar mi cuerpo y casi sin quererlo me encontré pensando en el príncipe Kian, y no necesariamente en lo que había pasado en la tarde con el, sino en lo que había ocurrido durante la anterior noche. Sea lo que sea, la conclusión era la misma, Kian tenía un punto débil, ¿pero cuál era? La idea de un trauma infantil ante la pérdida de su madre fue en lo primero que pensé (todos sabían que la reina de Dinamarca había muerto en el parto de los mellizos), sin embargo no creí que fuera tan obvio, había algo más.

Mordí mi labio inferior pensativa, sabía que no podría dormir pronto, así que me levanté, me calcé con unos zapatos planos, me cubrí con un enorme abrigo, y finalmente salí de mi habitación.

Recorrí los mismos pasillos que había recorrido la noche anterior, pero no noté algo extraño. Seguí andando con pasos lentos, no sabía exactamente cuál era la habitación del príncipe Kian, pero supuse que era por esta área.

Justo cuando estaba por darme por vencida y regresar a mi recámara, noté la figura varonil de Kian, pero andaba en un rumbo diferente al de ayer. Iba a seguirlo, pero una voz detrás de mi me hizo sobresaltar.

—¿Se puede saber qué buscas, niña?

Me giré lentamente solo para encontrarme al rey de Dinamarca. Portando un traje totalmente negro, con sus rulos color chocolate peinados ligeramente hacia atrás. Sus ojos cafés me miraban serio, su mandíbula firme, ligeramente apretada era marcada perfectamente. El rey era bastante alto, al igual que sus hijos, pero había algo en él que si bien me inspiraba respeto, también hacía que quisiera encogerme, o simplemente apartarme de su camino para no estorbarle. Su postura imponía, era el tipo de persona que llamaba la atención en medio de miles de personas, sin duda bastante atractivo. Y noté que de todos sus hijos, Kian era el que más se parecía a él, pero al mismo tiempo, Kian tenía algo distinto que lo hacía más interesante. Quizá sus ojos azules tan hermosos, y esa sonrisa fría, burlesca...

Hice una reverencia de inmediato. —Su majestad, perdone mi impertinencia, sólo exploraba el castillo. —Respondí y él sonrió suave.

—Mejor explóralo durante el día, pues en la noche puedes tender a confundir los pasillos y perderte, y si eso sucede, entonces Kian no estará muy contento al tener que buscarte. Ahora ve y descansa, niña. —Dijo y pasó de largo de mi, pensé que continuaría su andar, pero entonces agregó; —No me gusta que espíes a mi hijo, así que por tu bien deja de hacerlo.

Me quedé inmóvil. ¿Lo había notado? ¡¿Me había amenazado?!

Aún meditando en lo que él rey había dicho, decidí que lo mejor sería regresar a mi recámara, ya mañana vería que hacer.


⚔️⚜️⚔️



La puerta de mi habitación es golpeada, me miro en el espejo poniéndome mi pendiente antes de ir y abrir.

La princesa Dione me mira con una pequeña sonrisa, ella va vestida con un pantalón de tela azul marino de tiro alto, con una blusa de botones color crema fajada únicamente en la parte delantera. Lleva unos zapatos negros planos, luciendo bastante cómodos. Su cabello va recogido en una cola de cabello alto, y su rostro carece de maquillaje.

God morgon. —Dice en mi idioma natal.

God morgon. —Repito viendo cómo ella se adentra en la habitación.

Con total confianza (es básicamente su castillo después de todo) va y se sienta en mi cama, cierro la puerta quedándome recargada de esta sin saber qué decir o hacer.

Jag dömer dig inte alls. —Pausó un momento, como si meditara sus siguientes palabras, o simplemente no conocía bien mi idioma. —Jag bryr mig inte heller vad du och Kian gör. Ay, mejor seguimos en Danés. —Se quejó dándose por vencida. —A lo que quiero llegar es que realmente no me importa, pero lo que si te digo es que yo no seré cómplice en nada de ello, no quieran utilizarme como tapadera, si bien no diré algo, tampoco lo apoyaré directamente. —Expresó seria.

—Lo que viste ayer no fue nada, ¡te lo juro! No hay nada entre tú hermano y yo, fue un mal entendido. Fue un simple momento, no hay una relación en lo absoluto. —Me apresuré a explicar pero ella negó.

—Sin que te lo tomes a mal te repito que no me importa, tú y mi hermano pueden hacer lo que quieran, sólo tengan cuidado, ¡especialmente tú! Kian no es alguien para joder, él es bastante serio con lo que quiere. —También yo.

Descuida, no hay nada de qué preocuparse. Yo estoy con Alrik, eso es lo único que cuenta.

—No parecías estar con Alrik ayer que lucías como si quisieras devorar a mi hermano, ¿debo agregar que fue bastante incómoda esa situación para mi? —Comentó poniéndose de pie. —Me gustan tus pendientes, ahora si me disculpas, nos vemos en el comedor, ya casi es la hora del desayuno.

Me hice a un lado dejándola salir.

Regresé a contemplarme frente al espejo, los pendientes con pequeñas esmeraldas eran bastante bonitos. Suspiré pensando en que tenía que controlar bien la situación, ser más cuidadosa, o terminaría arruinando todo antes de siquiera tener una oportunidad.

La puerta volvió a ser golpeada, ¿qué mierda tenían hoy conmigo?

—Ya voy. —Dije mientras me acercaba a abrirla, no supe que sentir cuando me encontré al príncipe Kian.

De manera rápida él se adentró cerrando la puerta para después empujarme sin brusquedad alguna hacia esta, quedando así en una posición similar a la de ayer, sólo que ahora mis manos estaban sobre su pecho, tratando de marcar la distancia entre nosotros.

—Mira, sé que ayer dije e hice cosas, pero realmente no quiero nada contigo, no me interesas en lo más mínimo y creo que lo mejor será que nos mantengamos alejados.

Irónico que lo dijera estando tan cerca de mi.



Hola, hola. Estoy tan emocionada, porque al fin voy a llegar a ese punto que quería alcanzar para seguir con la historia. Los amo. ⚡️

150 votos y 150 comentarios para subir el siguiente capítulo. Ahre tenía tiempo sin hacer esto.

H A I L  |K.M.|  #4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora